Bodas. Ezteguak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los diversos actos que antecedían a este gran rito de paso, capitulaciones matrimoniales, proclamas y despedidas de soltero, así como la boda misma, se han celebrado desde antiguo con ágapes y banquetes en los que participan, además de los respectivos grupos domésticos gran número de parientes y amigos de los contrayentes.

Orden de colocación en un banquete de boda. Fuente: Dibujo de José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

Visitas y capitulaciones

El periodo de noviazgo culminaba con un acto formal de presentación de la pareja a las respectivas familias. A este acontecimiento se le denomina las visitas en Sangüesa (N), a vistas en Lekunberri (N), bazter-ikuste en Andraka-Lemoniz (B).

En la cultura tradicional tenía lugar generalmente ese mísmo día la formalización de las capitulaciones o contrato matrimonial donde las dos familias de los contrayentes establecían la cuantía de la dote y las condiciones económicas del nuevo matrimonio. Era frecuente que en ese mismo acto se determinase la institución del heredero o heredera de la casa, en los casos en que alguno de los contrayentes fuera el llamado a serlo.

Para este acto jurídico, kontratua en Sara (Ip), en Elosua-Bergara (G) y en Zeanuri (B), ambos novios con sus respectivos progenitores se desplazaban a la villa o pueblo donde radicaba el notario. Una vez otorgadas las escrituras comían o merendaban juntos en alguna taberna o posada de la localidad.

Al domingo siguiente comenzaban en la Iglesia las proclamas del nuevo matrimonio.

Proclamas o amonestaciones. Deiuneak. Kridak

Durante tres domingos sucesivos, anteriores al casamiento, tenían lugar en la Iglesia las proclamas o amonestaciones: goienak en Getxo (B), deiuneak en Zeanuri (B), deiek en Gorozika (B), deixonak en Aramaio (A), eliztak y deiak en Elosua-Bergara (G), deian oiturak en Zerain (G), kridak en Sara (Ip).

Durante este periodo de las amonestaciones se realizaban las visitas de cortesía de los novios a las familias respectivas, las de los vecinos a los novios y los obsequios a los contrayentes. En todos estos actos se correspondía con comidas y refrigerios.

A primeros del presente siglo, en Asteasu y Zizurkil (G), según datos publicados el año 1933, el novio iba a cenar a casa de su futura mujer el día en que se anunciaba la primera proclama, acompañado del vecino, auzoa, que llevaba sobre el hombro una bota de vino.

En muchos de los pueblos encuestados era el segundo domingo de las proclamas, bigarren deijjeie en Bermeo (B), el día señalado para que el novio y su familia acudiesen a casa de la novia.

En Zerain (G), el domingo de la segunda proclama, bigarren dei egunian, el novio acompañado de otro joven de la vecindad y cargando sobre su espalda una arroba de vino se encaminaba a casa de la novia a merendar o cenar.

En Elosua-Bergara (G), este mismo día, bigan-en eliztian, el novio acompañado de un hermano entraba en casa de la novia con una bota de vino colgada del hombro, botakadia. La cena consistía en sopa, carne guisada o cordero si era la época, arroz con leche o cuajada.

En Beasain (G), también celebraban este día de segunda proclama con una cena, dei-afane, que era semejante a la de Elosua-Bergara.

En Legazpia (G), cuando se anunciaba la segunda proclama, bigarren deitutakan, el novio acudía a casa de la novia con un amigo suyo al que llamaban botero. Allí cenaban cordero asado que se mataba para la ocasión y pikatxea. Como postre, arroz con leche, manzanas asadas y castañas.

En Muxika (B), en la década de los años treinta, el novio acompañado de un vecino o amigo, la víspera de la lectura de la segunda amonestación acudía a la casa de la novia. El novio portaba una bota de vino. Participaban en la cena los padres de ambos contrayentes, sus hermanos aunque estuviesen casados y viviesen fuera del hogar paterno, y los etxekonak. 51 A esta ceremonia se le denominaba botagaba[1].

También en Mélida (N), el novio y su familia acudían a comer a casa de la novia el segundo domingo de proclamas. El menú que se recoge en la encuesta y que corresponde a hogares pudientes era el siguiente: sopa, paella o garbanzos, ternera, pollo o conejo y helado o bizcochón.

En muchos pueblos de Álava y Navarra a esta celebración se le denomina enhorabuena, debido a que los más allegados se acercaban a las casas de los novios a felicitarles a ellos y a sus padres con la escueta fórmula de «enhorabuena». Con este motivo se ofrecía a los concurrentes pastas caseras, galletas y bebidas, dulces o también chorizo, jamón, queso y vino. En otros lugares los novios obsequiaban este día con una chocolatada (Aramaio-A), o bizcochada con chocolate (Lezaun-N).

En Aria, Valle de Aezkoa (N), también celebran la enhorabuena. En ella la familia obsequia a los visitantes con vino, cerveza, queso y jamón. La noche del domingo anterior a la boda se prepara una cena popular, organizada por el mayordomo en el comedor del pueblo. Cada asistente paga su cena y entre todos la de los novios.

Antiguamente se solía cenar en casa de la novia y se bailaba durante toda la noche al son del acordeón. A esto llaman «pasar la noche en bolo».

Este día de la enhorabuena los mozos solían cantar coplas a la novia. Cada mozo, en la puerta de la casa, al darle la mano a la novia cantaba:

A tu puerta hemos llegado
Los mozos de este lugar
A darte la enhorabuena
Y mucha prosperidad (o felicidad).

No existía la costumbre de hacer despedida de soltero.

En Bernedo (A), el segundo día de las amonestaciones, día de la enhorabuena, los padres del novio acudían a la casa de la novia y se tenía una cena especial. Los mozos, por la noche, se acercaban a cantar a la casa de los novios. Como respuesta les ofrecían una jarra de vino, pan y nueces. Hoy en día esta práctica ha caído en el olvido.

En Laguardia y otros pueblos de la Rioja alavesa este segundo día de proclamas recibe el nombre de día de las copas, al igual que en Sangüesa (N), donde dicen «ir a echar la copa y la pasta», por ser esto lo que ofrecían a los visitantes que acudían tanto a casa de la novia como a la del novio para darles la enhorabuena. En esta última localidad coincidía con el tercer día de amonestaciones.

En Goizueta (N) era el día de la tercera proclama cuando tenía lugar la comida en el hogar de la novia, pregoi bazkaria, tomando parte en ella los de casa y los amigos más próximos. Ese día también las mujeres se sentaban a la mesa y para el servicio acudía una mujer del vecindario. Este banquete era considerado más importante que el del día de la boda.

En muchas localidades se constata que el tercer domingo de proclamas se procedía a la devolución de la visita y en esta ocasión eran la novia y su familia los que acudían a casa del novio.

En Zerain (G) el domingo de la tercera proclama con asistencia de la novia y de sus padres se celebra en casa del novio la comida que denominan dei-bazkarie. Finalizada ésta, se enseña a los invitados la casa y sus pertenecidos.

En las encuestas, sobre todo de Navarra y Álava, se recogen las antiguas costumbres de acudir, generalmente el día de la segunda llamada o en la víspera de la boda, a cantar o dar la serenata a los novios. En las casas de estos obsequiaban a los mozos con algún dinero y bebida. En Bernedo (A) se les agasajaba con vino, pan y nueces. En Beasain (G) acudían con música y cohetes el día de la primera proclama y eran invitados a cenar en casa de la novia; dei-afane.

En Améscoa Baja (N) el día de las amonestaciones iban los mozos a dar música a los novios y estos les obsequiaban con nueces, pan, queso y vino.

En Alboniga-Bermeo (B), el segundo día de proclamas cada uno de los contrayentes iba por separado a casa del cura para que éste les hiciese un examen de catecismo. Con esta ocasión, la novia le regalaba un par de gallinas, chocolate y una botella de jerez o similar En Zerain (G) era al terminar las proclamas cuando la novia hacía entrega de una gallina al párroco.

Despedida de soltero

De los datos recogidos en las diversas encuestas, se deduce que de cincuenta años a esta parte se ha introducido una nueva práctica, la cena de despedida de soltero, que viene a sustituir parcialmente a las costumbres antes descritas.

La despedida de soltero consiste en una cena que organizan los amigos del novio, siendo éste el invitado. El novio a su vez obsequia a los comensales con café, licores y cigarros puros.

En algunos casos es el novio quien invita a la cena y los amigos le hacen entrega de dinero como regalo de boda. Estas cenas tienen lugar en la taberna del pueblo o en restaurantes y con menús convencionales.

Era uso generalizado que las amigas de la novia disfrutasen de una merienda de despedida en casa de ésta. Consistía habitualmente en dulces, bollos, chocolate, churros y bebidas dulces como mistela o similares. Actualmente también las chicas organizan sus cenas de despedida, al igual que los chicos y comienza a haber despedidas conjuntas o mixtas de chicos y chicas.

Las despedidas de soltero o soltera se han extendido también a los centros de trabajo de los novios, por lo que, en ocasiones cada uno de ellos celebra dos o más cenas de despedida.

Banquete de boda. Eztei-bazkaria

Tradicionalmente el banquete de boda tenía lugar en la casa a la que se incorporaba el nuevo matrimonio y se consideraba como el acto de introducción oficial de la esposa o del esposo en su caso, en la nueva familia.

Para su preparación se procedía a matanzas domésticas de aves, ovejas o corderos e incluso ganado vacuno. La matanza del cerdo para esta ocasión no ha gozado de estima popular ya que se consideraba de una categoría menor.

No todos los casamientos conllevaban banquete de boda. En las encuestas se constata que en muchas casas no pudientes el rito del matrimonio en la Iglesia se celebraba a hora temprana. A este rito le seguía un desayuno especial de chocolate, bollos y pastas. Tampoco se hacía banquete de boda en el caso de segundas nupcias o cuando las parejas eran entradas en años.

El gran banquete de boda consistía generalmente en caldo de carne o de gallina, cocido de garbanzos, carnes de ave, cordero o vacuno, con pimientos o tomate.

Menos frecuentes eran en estas comidas los platos de pescado; en algunos casos se mencionan la merluza y el bacalao.

Los postres más comunes han sido: arroz con leche, cuajada, flanes, mazapanes y tartas hechas en casa, queso y fruta del tiempo, seguidos de café, copas de licor y cigarros puros. Para beber, sobre todo en Gipuzkoa, además de vino se tomaba sidra.

En Eugui (N), hasta 1920, las bodas duraban dos o tres días con banquetes seguidos de bailes que se prolongaban durante la noche. En esta localidad los novios después de salir de la Iglesia recorrían las casas de los más allegados donde les obsequiaban con un refrigerio de pan y queso o con pastas y dulces. Esta costumbre perduró hasta la década de los años cincuenta. Luego, en casa del novio generalmente, tenía lugar el banquete nupcial. Para esta ocasión se mataba una res y aves del corral doméstico.

En Sangüesa (N), el banquete de bodas era similar a las comidas de los días de fiesta mayor. En general eran pocos los productos que había que comprar para su preparación ya que la economía doméstica se abastecía de sus propios animales, criados especialmente para estos casos y de productos del campo. Era costumbre arrojar peladillas desde los balcones de las casas y durante el banquete debajo de la mesa. También era usual echar las peladillas a la salida de la misa de bodas.

En San Martín de Unx (N) la fiesta de boda duraba dos días. Terminada la misa, en casa del novio o de la novia según el caso, se ofrecía a los invitados un almuerzo consistente en caldo, cordero en chilindrón y postre. A las doce del mediodía tenía lugar la comida principal, a base de ensalada, buena sopa, menestra de pollo y de conejo, o bien pollos, conejos, cordero o merluza seguido de tarta nupcial, café, copa y cigarro puro. Tras el baile de la tarde se cenaba caldo con huevo, fricafea con cabecicas de cordero, fruta y copa de anís o de ron. Al día siguiente los familiares se reunían en un almuerzo-comida en el que se tomaban las sobras del día anterior. Todos estos banquetes se preparaban únicamente con productos obtenidos en la propia casa.

En Moreda (A) el banquete de boda se solía hacer en los restaurantes de la ciudad o en las tabernas del pueblo. Algunas familias, particularmente las que estaban de luto, disponían el banquete en el comedor de la casa de la novia. El menú consistía en entremeses fríos y calientes, sopa o consomé de gallina, paella de cordero, chorizo, huevos, cordero asado o cabrito, merluza en salsa, pollo tostado, conejo guisado, fruta y tarta. Para beber se servía vino, refrescos, mosto, moscatel, coñac y anís. También se degustaban pastas, café, copa y cigarros puros.

En Salvatierra-Agurain (A) la comida se celebraba en casa de la novia o en un restaurante de la localidad. En el primer tercio de este siglo uno de los menús más usuales de este banquete consistía en paella, pescado y carne o en su lugar ave y carne. Postres de leche, café, licores y cigarros puros.

En Bermeo (B) cuando se introdujo la costumbre de casarse a media mañana, se servía el banquete en casa de los novios o en una taberna. En el núcleo urbano de la localidad los platos típicos de los banquetes de boda fueron el pollo y langosta.

En Gorozika. (B), el banquete de boda se celebraba o bien en la taberna del pueblo, erriko taberna, o en la casa del novio. La comida de bodas consistía en sopa y cocido de garbanzos, estofado de carne, arroz con leche, café y licores.

En Zerain (G), hacia los años veinte, los banquetes tenían lugar en la propia casa y duraban uno, dos o tres días. La matanza doméstica de un ternero o de ovejas, junto con otros productos también caseros, procuraban lo necesario para agasajar a los invitados. La comida principal tenía lugar a mediodía y en ella se consumían las carnes más nobles de la matanza, dejando para la cena el hígado, las tortillas, etc. Los comensales, según el grado de parentesco o de relación, artuemana, se despedían terminada esta cena del primer día o bien quedaban hasta el final de la boda. En torno a la madrugada se tomaban sopas de ajo con huevo o bien huevos fritos con jamón. El segundo día se consumían los dentror picadillos, pikatxa, morcillas, etc.; y el tercero, las sobras.

En Beasain (G) antiguamente la comida de bodas tenía lugar al domingo siguiente de haber regresado los novios de su corto viaje. Este banquete solía darse en el caserío de residencia del nuevo matrimonio y se invitaba a los padres, tíos y algún amigo o amiga de los novios. El menú consistía en productos del propio caserío como gallina, pollos, etc., preparándose algún postre especial a ser posible de repostería. A veces se prolongaba uno, dos o tres días. Para estos menesteres se contrataban cocinera y camareras, generalmente de la vecindad o localidad. En algunas ocasiones también podían acudir a servir las amigas de la novia.

En Ispoure (Ip) hasta la década de los años veinte, la celebración de las bodas se prolongaba durante dos o tres días con copiosos banquetes. Entre estos se distinguían: present-bazkaria (la comida de obsequios), eztei-bazkaria (la comida de boda), eztei-afaria (la cena de boda), langileen bazkaria (la comida de los operarios).

En Dohozti (Ip), en la década de los años treinta en el banquete de boda se servía: caldo, carne con tomate, gallina trufada, atxikia (ternero), yigota (carne de carnero), pollo asado, bullía (crema), mazapán, pastizak (pasteles) y café. Como bebida se ofrece arnozaharra (vino añejo). Con el café los hombres toman «cognac» y las mujeres «anisette».

En Iholdi (Ip), en general, se comía cocido, mollejas de ternera en salsa, ternera con guisantes, ave con verduras, merengue, mazapán y pastel a la broche. Las bebidas y los alimentos provenían de la propia casa en su mayor parte. Las compras exteriores eran escasas.

En Sunharette (Ip) el banquete de boda consistía en caldo de buey, truchas, conejo y gallina en salsa, asados de cerdo y buey, pollo, ensalada, queso de la casa, natillas y mazapán, café y licores.

Don José Miguel de Barandiarán describe así un banquete de boda celebrado en Sara (Ip)., en la década de los años cincuenta:

«Un mes antes de la boda los dos novios han invitado a sus respectivos tíos a la ceremonia y a la comida y cena que se tendrán en tal ocasión. Además de los tíos, es invitado un primo de cada familia de los tíos. Han sido invitados también un joven soltero de leenate «primera puerta» del novio, es decir, de la primera casa vecina situada a la derecha del camino que conduce a la iglesia parroquial, y una joven soltera de leenate de la novia.
La puerta principal de la casa de los recién casados donde se van a celebrar el banquete y festejos de boda, es adornada con ramaje verde y flores antes que la comitiva vuelva de la ceremonia del casamiento.
A la llegada de la comitiva unas jóvenes encargadas del cuidado del menú han servido a todos vino rancio con galletas. Después, la comida: caldo de gallina con fideo, carne cocida con zanahorias y puerros, gallina y carne picada con arroz y pimientos, cordero en salsa, pollo asado con ensalada, flan y pastel con vino «Champagne», vino corriente a lo largo de toda la comida, y, finalmente, café con licores y cigarros puros.
Y allí mismo han cenado. En la madrugada han tomado café...»[2].
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Banquete de boda. Iparralde, 1924. Fuente: Gure Herria. Bayonne, 1924.

En nuestros días, estos banquetes de boda ya no tienen lugar en la casa familiar, sino en restaurantes. Los menús más o menos estandarizados son determinados por los novios.

Por lo general, un banquete de boda actual consiste en un primer plato de entremeses variados, un segundo de pescado y un tercero de carnes. De postre tarta nupcial con helado. Y para beber vinos blancos, tintos y rosados, champán y licores.

Un rito, por lo demás reciente, consiste en que los novios, al llegar a los postres, procedan a partir la tarta nupcial obsequiándose mutuamente con los primeros trozos. A continuación coreados por comensales jóvenes los novios se besan ante los convidados.


 
  1. ECHEGARAY, Bonifacio de. «La vecindad. Relaciones que engendra en el País Vasco» in RIEV, XXIII. San Sebastián, 1932, p. 17.
  2. BARANDIARAN, José Miguel de. «Bosquejo etnográfico de Sara, (VI)» in Anuario de Eusko Folklore, XXIII. San Sebastián, 1969-1970, pp. 110-114.