Colocación de los comensales

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El ritual de colocación en la mesa ha sido muy similar en toda Vasconia: el padre ocupa el lugar preferente, la madre cerca del fuego para atender y repartir la comida y el resto de la familia alrededor de la mesa, o en su defecto, alrededor del puchero o fuente en la que se sirve la comida.

Tradicionalmente se ha comido en la propia cocina, cerca del fuego y sólo se utilizaba el comedor, cuando existía, en las grandes fiestas en las que se recibía un elevado número de invitados en casa.

En Zeanuri (B) todos comen en la misma mesa. El padre ocupa siempre el mismo sitio preferente, maiburu. El hijo casado que se queda en casa, etxera ezkondua, ocupa ese lugar una vez fallecido el padre o en ausencia de él. Normalmente los otros miembros de la familia, tíos o hijos, tienen cada cual su puesto aunque no siempre fijo. El lugar de la madre está más en función de atender a la cocina y servir a la mesa. De tenerlo asignado, lo tiene, no al lado, sino frente al del padre. La madre es la que cede su lugar en caso de haber nuevos comensales. Las abuelas en muchos casos, suelen comer en una banqueta pequeña, aurki txiker, junto al fogón, aunque los comensales estén en la mesa e incluso cuando en ésta hubiera sitio para ella.

Este orden ritual adquiere mayor relevancia en comidas festivas o de banquete. El padre ocupa su sitio de siempre, pero los convidados varones, tíos, primos, se colocan junto a él. Los jóvenes de la casa se desplazan de la cabecera sentándose con otros invitados, konbideduek, de su edad. En estas ocasiones, la tendencia a agruparse en la mesa por sexos y por edades es más patente, aunque actualmente apunta un nuevo formalismo: no separar las parejas de matrimonios invitados.

Los niños pequeños, en caso de estar ocupada la mesa familiar, comen aparte en una mesa pequeña dispuesta para ellos.

En las casas donde vive un familiar que es sacerdote de edad, éste ocupa la presidencia y dirige la plegaria antes de comer. El padre de familia se sienta a su lado. Pero cuando un sacerdote o religioso es convidado a la mesa, no se le cede la presidencia, ocupará el puesto de primer convidado.

Los criados, kriaduek, antes eran llamados también otseiñek y las criadas kridak o seintzaiñek -jovencitas que cuidan a los niños pequeños- se sientan junto a los hijos de su misma edad. Los obreros ocasionales, como el albañil o el carpintero que realizan trabajos en la casa, se sientan, en ocasiones, en la mesa con los tíos, hijos, etc.

Los mendigos, eskekoak, comían fuera de la mesa, junto a la puerta. Se les servía la misma comida que a la familia. Actualmente han desaparecido los mendigos y más aún aquéllos que tenían un recorrido periódico y fijo.

En la localidad encartada de Galdames (B) nuestros informantes nos refieren idénticas tradiciones: El padre ocupaba siempre la cabecera y se le servía en primer lugar. La madre se sentaba, bien a la orilla del padre o bien en el extremo opuesto de la mesa, pero siempre en lugar próximo al fogón para levantarse a servir la comida. En esta labor era ayudada y sustituida por alguna hija mayor. Si en la casa había algún abuelo su puesto estaba al lado del padre y, si éste faltaba, ocupaba su lugar el hijo mayor. También era habitual que las abuelas en muchas casas comieran aparte, en el fogón o junto al fuego. Si había algún invitado se le proporcionaba emplazamiento cerca del padre, para que pudieran hablar entre ellos.

En una familia de Elgoibar (G) la distribución era la siguiente: El padre a la cabecera de la mesa, enfrente la madre, el hijo mayor a la derecha del padre y el más pequeño junto a la madre. En otra, todos los miembros tomaban asiento en una mesa redonda, el padre en lugar preferente, la madre a su izquierda, a la derecha del padre la hija mayor, a continuación los hermanos de mayor a menor y la más pequeña junto a la madre.

En los caseríos de Zerain (G) que han contado con criados, morroiak, o neskameak si eran mujeres, éstos comían en la mesa familiar y dormían en una habitación del desván. Los mendigos disfrutaban de la misma comida que la familia, en el portalón, atari.

En Elosua-Bergara (G) la colocación en la mesa seguía siempre el mismo orden: en la cabecera, maiburu, el abuelo, a su derecha la abuela y a continuación las mujeres y las niñas. Este lado de la mesa era el más cercano al fuego donde las mujeres preparaban la comida. A la izquierda del abuelo se sentaba el hijo mayor, seguido de los demás hijos y los niños. Los bebés en el regazo, altzo, de la madre.

Los datos recogidos en Iparralde no hacen hincapié en una distribución rígida alrededor de la mesa: Todos los componentes de la familia comen en una misma mesa y a un tiempo, ocupando cada uno el asiento que encuentra más a mano. Sólo el cabeza de familia se sitúa, en la mayoría de las casas, en un extremo de la mesa considerado preferente (Dohozti-Ip).

Un informante del Valle de Baztán (N) nos refiere: «En nuestra borda teníamos una cocina demasiado pequeña para la familia y teníamos una mesa que estaba pegada o atada a la pared y se bajaba con un pie en medio. Pero sólo cabían cuatro y no la usábamos porque llegamos a ser diez de familia. Se colocaba cada uno donde podía, sentado en sillas, troncos o piedras o en el mismo suelo, en torno al hogar. Al suegro se le reservaba una piedra junto a la ceniza, porque allí hacía mas calor y él tenía muchos años».

En Alio (N) la familia se reunía a comer junto al hogar. En los hogares que disponían de mesa sus miembros se sentaban en torno a ella. Donde no la había, colocaban un robo o cajón cerca del fogón y a su alrededor se iban situando los comensales acomodándose en sillas bajas. El padre y los abuelos tenían su puesto fijo, que además, particularmente en el caso de los ancianos, solía coincidir con los más confortables por su proximidad al fuego o por estar al socaire de las corrientes de aire. A la hora de servir se comenzaba por los mayores. Las mujeres comían casi siempre de pie, mientras atendían a la familia. Cuando tomaban asiento en la mesa lo hacían siempre en el puesto más próximo al fogón o a la cocina. En las pocas viviendas donde había servicio doméstico, comía primero la familia de los señores en el comedor y luego los sirvientes en la cocina.

En Salvatierra-Agurain (A) todos los residentes en la casa comen en la misma mesa. El orden en que toman asiento mantiene la tradicional costumbre familiar de que el lugar preferente sea ocupado por el padre, siguiendo a ambos lados los hijos, que no se acomodan por riguroso orden de edad, aunque sí tienen emplazamiento fijo. Si convive con ellos algún criado o aprendiz tendrá su sitio junto a los hijos mayores. La madre, además de servir la mesa y efectuar casi siempre el reparto de viandas, se coloca junto o entre los hijos más pequeños para que no se queden retrasados respecto al resto de comensales.

En Apodaca (A) los abuelos y el padre se colocaban en un rincón, cerca del fuego, la mujer en un extremo para poder levantarse con facilidad y el resto de la familia repartidos por la mesa, los hombres en el banco arrimado a la pared. En Aramaio (A) se repite la misma distribución: «Aittdaunek leku jakina zeukaten mahaian, ama beti suaren ondoan, umeak ailegatu chala jartzen ziren mahaian eta morroiak besteekin batera, mahai berean» .

Tradicionalmente los criados, en casi todo el país, han comido con los dueños de la casa. Como decía un informante de Sara (Ip): «Seiak eta nausiak berdinak dire laborari-etxetan, laneko eta jateko: denak main berean». (Los criados y los amos son iguales en las casas de labranza, tanto para trabajar como para comer: todos a la misma mesa).

Orden de colocación en la mesa. Fuente: Dibujo de Juan José Galdos, Grupos Etniker Euskalerria.

En la Ribera Navarra, y otras comarcas meridionales del país, los criados comían aparte. Así en Artajona (N) en los hogares que tuvieron servidumbre (criados o criadas), ésta nunca comía con los dueños. Normalmente lo hacían en otra dependencia, llevándose el puchero de comida.

Las chicas de servicio doméstico, en los pueblos y ciudades del país también comen por separado y en la cocina, ordinariamente después de que lo hayan hecho los dueños de la casa.

Los niños pequeños tradicionalmente han comido antes y separadamente del resto de la familia. No ha existido norma uniforme que señalara la edad en la que se incorporan a la mesa con el resto de la familia, pero ha estado muy extendido el que lo hagan después de haber recibido la primera comunión. Algunos informantes indican la edad de diez años y otras edades inferiores. En el pueblo vizcaino de Gorozika, nos dicen que los niños eran admitidos en la mesa de los mayores cuando en posición erguida alcanzaban con la cabeza la campana de la chimenea, tximinijjek jota.

Hasta que no tomaran asiento el padre o los familiares más ancianos no se iniciaba la comida. Algunos informantes indican que era incluso obligatorio que el padre estuviese sentado para que los demás hicieran lo propio. Todos intentaban llegar a tiempo a la mesa, no sólo por obligación, sino porque, como dicen informantes de Barakaldo y Trapagarán (B): «Si no eras puntual te podías quedar a dos velas» o «No te podías retrasar porque sabías que todos éramos de buena entrama (apetito)». Según otra informante de este último municipio, si alguno llegaba tarde a la hora de sentarse a la mesa tenía que decir: «Señor padre, ¿da su permiso?».