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Papel de la mujer en la transmision de los valores y creencias

No hay cambio en el tamaño, 07:21 27 jun 2019
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En Apodaca (A) las mujeres de la casa, bien la madre, la abuela, tías o hermanas, eran las que iniciaban a los niños en las creencias religiosas; se ocupaban de acostarlos y rezaban juntos las correspondientes oraciones además de enseñarles a santiguarse. También eran las encargadas de transmitirles las creencias y supersticiones.
[[File:2.486 Iniciacion en las creencias religiosas. Allo (N).JPG|center|600px450px|Iniciación en las creencias religiosas. Allo (N). Fuente: José Ramón Macua, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Berganzo (A) el papel que ha desempeñado la mujer en la enseñanza y práctica de la religión ha resultado fundamental. Antaño no sólo la iglesia constituía el entorno donde se transmitía la religión sino que en cada hogar, los padres y sobre todo la madre enseñaba a los hijos las oraciones. Todos los días, después de cenar, la familia al completo rezaba el rosario en la cocina. Durante el otoño y algunos días del invierno, mientras rezaban el rosario elegían los caparrones y limpiaban las alubias.
En Elgoibar (G) las mujeres, principalmente las abuelas, eran las encargadas de iniciar y enseñar a los niños las nociones y prácticas religiosas. Todos los días al atardecer reunía a sus nietos para rezar el rosario y cuando llegaba el invierno les contaba historias que ella había escuchado siendo niña. A menudo era la que llevaba a los nietos a misa. Se ocupaba de enseñarles el catecismo, que conocían de memoria, ya que muchas mujeres no sabían leer. También les transmitían algunas creencias como echar el laurel bendecido al fuego cuando se desataba una tormenta, rezar a Santa Bárbara, encender la vela bendecida el día de la Candelaria y demás prácticas que habían aprendido a su vez de sus madres o abuelas.
[[File:2.487 La sabiduria de la abuela.JPG|center|600px450px|La sabiduría de la abuela. Fuente: Ariztia, Mayi. Amattoren uzta (La moisson de grand’mère). Bayonne: Gure Herria, [1934], cubierta.]]
En Elosua (G) la mujer ha sido la transmisora de la tradición y las prácticas religiosas; era sobre todo la abuela, ''amandria'', la que enseñaba a los niños a mantener el recuerdo de los familiares difuntos, la advocación al Ángel de la Guarda, a los santos, el rezo del ángelus y los signos externos del sentir religioso que estaban muy arraigados en la vida del caserío.
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