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Una versión similar a las anteriores fue descrita en los años treinta con carácter general para Vasconia continental. En ella se señala que la pedida de mano era un acto casi desconocido. El rito más importante era el transporte de los muebles al nuevo hogar de los futuros esposos conocido como ''etxe-sartzia'', que se realizaba en tres carros de bueyes. Encabezaba la comitiva un hermoso carnero adornado con profusión de cintas rojas que después se sacrificaba para el banquete nupcial. Uno de los carros portaba los muebles del aposento de los esposos y encima del colchón iba sentada la costurera que se encargaba de los detalles en el arreglo y adorno de la habitación conyugal. Por muy pobre que fuese la novia siempre tenía que llevar al nuevo hogar los muebles de la habitación nupcial. En el carro en que iban depositados los objetos individuales de la misma destacaban visiblemente dos de ellos: el espejo y la rueca, el primero se ponía en la parte trasera del carro y la rueca en la cabecera del mismo.
En la comitiva participaban todos los vecinos que llevaban regalos para los novios. Las muchachas los portaban en grandes cestos encima de la cabeza, cubiertos con unas hermosas servilletas blancas con rayas azules, ''lonjerak'', que se empleaban para todas las circunstancias de alguna transcendencia pública. Las chicas de la vecindad solían llevar grandes panes en cestos cubiertos de ''lonjerak'', panes que simbolizaban la abundancia que debía reinar en el nuevo hogar. También solían portar tartas de buen tamaño adornadas con cintas. Los jóvenes llevaban en igual forma botellas de vino y de otras bebidas para las fiestas nupciales. Esta ceremonia se realizaba tres días antes del banquete llamado ''present-bazkaria'', que se ofrecía a todos cuantos habían llevado algún regalo o cooperado en el arreglo de la casa. Una costumbre muy antigua, ya perdida cuando se recogieron estos datos, era la que consistía en llevar la dote de la novia la víspera de la boda en monedas de oro a la casa de los padres del novio. Se encargaba de ello la hermana de la novia o una vecina, nunca una criada, en una cesta bien adornada que después permanecía en la familia como recuerdo nupcial para toda la vida<ref>Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) pp. 49- 50.</ref>.
Según recogió el Padre Donostia en los años veinte, en el Valle de Baztan (N) el hermano de la novia llevaba el carnero con un lazo encarnado en la cabeza. Iba con las ''ioiak'' (literalmente joyas, esto es, el arreo) y delante del ''thunthun'' abriendo la marcha. El ajuar se transportaba a la casa del novio el último día de las amonestaciones. Consistía en una cama de madera, dos colchones, colcha, cuatro almohadas atadas con cintas de seda de colores llamativos, sobrecama, alfombra para la habitación, mesilla de noche (más antiguamente no se estilaba llevar esto), silla de paja, lavabo, un cuadro, una aguabenditera y un crucifijo, el huso y un armario en otros tiempos, ahora una cómoda. Dentro del armario iba la ropa blanca que le hubiese pedido la casa. El carro, ''orga'', era arrastrado por dos vacas bien limpias y cubiertas con unas telas con flecos.
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