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En Pipaón (A) la fruta se recogía a mano y con cuidado de no golpearla, para que luego se pudiera guardar el máximo tiempo posible sin que se pudriese, ya era muy limitado el número de árboles que tenía cada familia. Las ciruelas se empapelaban en rastras para su secado y así obtener pasas para la compota o ''manzanate ''de Navidad, y las uvas que se traían de Rioja, también se colgaban en palos en el ''tablao'', convirtiéndose también en pasas que gustaban mucho en el tiempo en que ya no había esta fruta.
 
 
 
En Berganzo (A) mucha fruta se echaba como alimento para el ganado porcino debido a que la producción de los frutales era muy alta y de ese modo no se perdía.
Los primeros almendrucos se comienzan a recoger a mediados de septiembre, para las fiestas de san Mateo. Después se siguen recolectando durante todo el mes de octubre. Se sabe que están maduros porque se les abre la cáscara.
Los almendrucos se recogen de varias formas. La más habitual, si son pequeños, es empleando un cesto colgado al cuello. Se ordeñan con las manos, al igual que se hace con los oli- vosolivos, de modo que vayan cayendo al interior del cesto. Otra forma muy corriente, sobre todo si los almendros son altos, consiste en poner en el suelo mantas o redes y apalear los árboles; luego se recogen en cestos y de estos se echan a los sacos.
Aún hoy algunos labradores siguen limpiando o ''descocando ''el almendruco a mano. Uno por uno le van quitando la cáscara verde o seca que los envuelve y para los que están muy cerrados se emplea un cuchillo o los dientes. El que tiene muchos almendros limpia los almendrucos con máquina limpiadora. Estas máquinas se accionaban mediante el cardán o fuerza motora del tractor o enchufándolas a la corriente eléctrica. Los almendrucos envueltos con su pelleta se echan a la máquina por encima en una especie de tramoya; de esta van cayendo al interior, en donde un eje de goma dura va dando vueltas y separando al almendruco de la cáscara. La cáscara es expulsada al exterior por las aberturas que hay en el cuerpo central, a lo largo de todo su recorrido, y los almendrucos se vierten fuera al final. Aquí se pone un saco, un cesto o un cuévano para recogerlos.
En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) (N) las ciruelas y las cerezas se recogían entre julio y primeros de agosto, las peras a finales de agosto, y a principios de septiembre las manzanas, las almendras y las avellanas.
En Aoiz (N) la fruta se recolectaba a mano, utilizando escaleras o trepando por el tronco.Se iba depositando en cestos o cestas de mimbre con asa y si había gran cantidad, se vertía en el carro. Desde aquí se llevaba a las bajeras de la casa familiar o al desván. Frutos como la nuez se recogían del suelo, vareando o no el árbol; y lo mismo la avellana, que se podía recoger golpeando las ramas con un palo mientras se colocaba debajo una cesta de mimbre. En Améscoa (N) las nueces y las manzanas se recolectan a finales de septiembre o principios de octubre. Para recoger las nueces se apaleaban las ramas del árbol bien desde el suelo con unas varas largas que llamaban ''barandas ''o bien encaramados en las ramas desde donde golpeaban las puntas con unas ''perticas ''de avellano. A esta operación le decían “mochar los nogales”. Las manzanas las recogían a mano a ratos perdidos. Las ataban con hilos en racimos que colgaban en las vigas de los cuartos de dormir para su protección y conservación.   
Se iba depositando en cestos o cestas de mimbre con asa y si había gran cantidad, se vertía en el carro. Desde aquí se llevaba a las bajeras de la casa familiar o al desván. Frutos como la nuez se recogían del suelo, vareando o no el árbol; y lo mismo la avellana, que se podía recoger golpeando las ramas con un palo mientras se colocaba debajo una cesta de mimbre.
En Améscoa (N) las nueces y las manzanas se recolectan a finales de septiembre o principios de octubre. Para recoger las nueces se apaleaban las ramas del árbol bien desde el suelo con unas varas largas que llamaban ''barandas ''o bien encaramados en las ramas desde donde golpeaban las puntas con unas ''perticas ''de avellano. A esta operación le decían “mochar los nogales”. Las manzanas las recogían a mano a ratos perdidos. Las ataban con hilos en racimos que colgaban en las vigas de los cuartos de dormir para su protección y conservación.
En Viana (N) algunas frutas y verduras las venden todavía los particulares colocándolas públicamente en la calle, en cestos, junto a la entrada de la propia vivienda. Las ciruelas, sobre todo las claudias, se ''enrastraban ''con un cordel envolviéndolas en papel y se secan al aire libre. Las guindas se mezclaban con anís y se aconsejaba su consumo para el dolor de tripas. Con los membrillos se elaboraba la ''carne ''o dulce de membrillo. Con las manzanas y otras frutas como las peras y otras ya secas como los ''orejones ''de melocotón y las ciruelas pasas, se elaboraba el ''manzanate ''de frutas cocidas típico de la Navidad. Con nueces se solía hacer un licor de nuez. En el caso de los higos, además de su consumo natural, directamente del árbol, los ponían al sol en cañizos o en cribas en el granero y una vez secos los aplastaban y les echaban algo de harina. A veces se ponían en rastras mediante cuerdas.
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