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Ornamentaciones elaboradas

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En Sangüesa (N) la decoración de los muros se reduce a la combinación de distintos materiales; piedra en las zonas bajas y ladrillo en el resto del edificio, este último dotado a veces de cierta llaga para producir efecto de claroscuro. Otro adorno del muro lo constituyen las cornisas de piedra o de ladrillo, más o menos sobresalientes, que separan la planta baja del primer piso y marcan la separación del muro de piedra y del de ladrillo. En raras ocasiones hay labores ornamentales de ladrillo formando rectángulos o adornos especiales sobre el dintel de algunos balcones. Se sabe que algunas fachadas lucieron en el pasado pinturas y esgrafiados, con adornos geométricos, florales e incluso figurativos. Actualmente sólo está pintada la fachada de la casa consistorial con guirnaldas y floreros.
 
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En tiempos recientes se utilizan otros materiales en las fachadas de las casas. Por ejemplo se han edificado casas con fachadas de ladrillo caravista, diferenciando las puertas, ventanas, ventanales y terrazas (Agurain-A) o bien cubiertas con baldosines (Bermeo-B). Es además común que se hallen pintadas ya no sólo de blanco sino últimamente con diversos colores. Se trata de pinturas especialmente fabricadas para resistir la acción del sol y de las inclemencias del tiempo atmosférico.
Los balcones suelen ser en general sencillos y sólo en las casas más importantes muestran una factura mejor que puede llegar a tener un valor ornamental importante cuando son de hierro forjado. Con las galerías y miradores ocurre algo similar.
 
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En Sangüesa (N) a finales del siglo XIX y comienzos del XX los balcones se adornaban con motivos curvilíneos, de ces y eses afrontadas a modo de frisos horizontales y verticales, de labores sencillas muy artesanales. Son los más abundantes en la localidad. Igualmente se pusieron de moda los balcones de hierro colado o de molde, en un estilo ecléctico o modernista no demasiado definido. Asimismo algunos se construyeron enteramente de cemento, incluso la barandilla. A principios del siglo XX comenzaron a levantarse miradores cerrados bien de obra de albañilería o bien de esqueleto de madera, que alteraron notablemente el aspecto de las fachadas, moda que aún continúa, incluso en el casco histórico de la ciudad.
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