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Para esta descripción nos hemos valido del arriba citado ''Exsequiarum Ordo ''del Ritual Romano. (Tít. VI, cap. 3).
Acordada la hora en la que el cadáver será llevado a la iglesia, el clero y las personas que han de estar presentes en el funeral se congregan en el templo parroquial o en otra iglesia según sea la costumbre del lugar. Una vez dadas las señales de campana conforme al modo y rito que sea usual en la población, el Párroco revestido de sobrepelliz y estola negra o incluso de capa pluvial del mismo color se encamina con los demás a la casa del difunto; les precede un clérigo con la cruz y otro con el agua bendita.
Distribuidas las candelas y encendidos los hacheros, se ordena la procesión que abren si están presentes los miembros de las asociaciones laicales; les sigue por orden el clero regular y el secular; caminan por parejas con la cruz delante cantando devotamente los salmos. El Párroco precede al féretro rodeado de candelas; luego vienen los otros acompañantes del cortejo rogando en silencio a Dios por el difunto.
Antes de proceder al levantamiento del cadáver el Párroco lo asperja con agua bendita y reza el salmo 129, ''«De profundis». ''
Al entrar en la iglesia se repite la antífona: ''Exultabunt Domino, ossa humiliata ''(Los huesos humillados se levantarán para el Señor).
Una vez que la comitiva entra en la iglesia, colocan el féretro en medio de ella de manera que los pies del difunto, si éste es laico, estén hacia el altar mayor; si el difunto es sacerdote tenga la cabeza hacia el altar.
:— Acudid Santos de Dios, Salid a su encuentro Angeles del Señor:
:R. Acogiendo su alma, llevándola a la presencia del Altísimo.
:— Te reciba Cristo que te llamó y los Angeles te lleven al seno de Abra- ham Abraham .
:R. Acogiendo su alma, llevándola a la presencia del Altísimo.
:— Dale Señor el descanso eterno y que la luz eterna le ilumine
:R. Llevando su alma a la presencia del Ahísimo.
Con el féretro en medio de la iglesia y los cirios encendidos en torno al cadáver, si nada lo impide, se reza seguidamente el Oficio de Difuntos con el Invitatorio, los tres Nocturnos y las Laudes.
[El Invitatorio y los tres Nocturnos componían el rezo de la hora de Maitines. Cada uno de los Nocturnos estaba compuesto a su vez de tres salmos con sus antífonas y tres lecturas bíblicas con sus responsorios. Las Laudes se componían de cinco salmos, una breve lectura y el cántico ''Benedictus. ''De ordinario se recitaba un único nocturno antes de la misa del entierro. Cuando el funeral estaba compuesto de tres misas cantadas y seguidas, tal como se ha registrado en varias localidades, cada una de las misas iba precedida del canto de un Nocturno] .
Mientras se dicen las Laudes, el sacerdote con los ministros se preparan para celebrar la Misa solemne por el difunto tal como se indica en el Misal Romano para el día del sepelio, si el tiempo litúrgico lo permite.
La Misa de funeral podía ser solemne; en este caso era oficiada por tres clérigos; uno de ellos era el celebrante, otro el Diácono y el tercero el Subdiácono. Podía también ser oficiada únicamente por el celebrante.
Esta misa era denominada de «Requiem» en alusión a su canto inicial o antífona de entrada: ''Réquiem aetérnam dona eis Dómine, et lux perpétua lúceat eis ''(Dales, Señor, el eterno descanso, y alúmbreles la luz eterna). Hasta la reforma litúrgica los cantos; las oraciones y las lecturas eran exclusivamente en latín.
Terminada la misa, el celebrante desciende del altar al presbiterio donde se despoja de la casulla y del manípulo y se reviste con la capa pluvial negra; el Diácono y el Subdiácono mantienen sus vestiduras (dalmáticas) pero se quitan los manípulos.
:R. Cuando vengas a juzgar al mundo por el fuego.
:R. Cuando vengas a juzgar al mundo por el fuego.
:— ¡Oh día aquel, día de ira, de calamidad y de miseria, día grande y muy amargo!
:R. Cuando vengas a juzgar al mundo por el fuego.
:— ¡Dales, Señor, descanso eterno! la luz perpetua los alumbre.
:— Líbrame, Señor, de la muerte eterna...
Cuando comienza la repetición del responsorio el Sacerdote, ayudado por el Diácono, pone incienso en el incensario bendiciéndolo del modo acostumbrado. Terminado el responsorio con las invocaciones ''Kyrie eleison, Criste eleison, Kyrie eleison ''el Sacerdote dice en voz alta: ''Pater noster ''que todos lo continúan en silencio.
Luego toma el incensario y circunvala el féretro incensando el cuerpo del mismo modo que lo ha asperjado. Devuelto el incensario el celebrante recita en voz alta la conclusión del Pater- noster: ''Et ne nos inducas in tentationem ''y las demás invocaciones que preceden a esta oración final:
:Dios, de quien es propio usar siempre de misericordia y perdonar; te rogamos humildemente por el alma de tu siervo (o sierva) N. que mandaste salir hoy de este mundo, que no la entregues en manos del enemigo ni la olvides para siempre, sino que ordenes que sea recibido por los santos Angeles ''y ''conducido a la patria del paraíso; para que, pues esperó y creyó en ti, no padezca las penas del infierno sino que entre en posesión de los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Terminada la oración, el cuerpo es llevado al sepulcro en el mismo orden en el que ha sido traído a la iglesia; entre tanto se canta la Antífona ''In Paradisum: ''
:— Al paraíso te conduzcan los Angeles a tu llegada te reciban los Mártires y te lleven a la ciudad santa de Jerusa lem.
:R. El coro de Angeles te reciba y en compañía de Lázaro, pobre en otro tiempo tengas el descanso eterno.
Cuando todos han llegado al sepulcro, si éste no ha sido bendecido anteriormente, el sacerdote procede a su bendición con esta oración del Ritual:
:Dios, por cuya misericordia tienen el descanso las almas de los fieles, dígnate bendecir este túmulo y designarle como guardián a tu santo Angel; libera de todo vínculo de pecado al alma del cuerpo que aquí es sepultado para que goce siempre en ti en compañía de tus Santos. Por Cristo nuestro Señor.
Luego lo asperja con agua bendita e intensa el cuerpo del difunto y el túmulo, en medio, a la derecha y a la izquierda.
A continuación se entona la antífona ''Ego sum ''que recoge las palabras de Jesús en el evangelio (In 11, 25-26):
:Yo soy la resurrección y la vida :el que cree en Mí :aunque hubiera muerto vivirá. :Y todo el que vive y cree en Mí :no morirá para siempre.
El clero canta el cántico ''Benedictus ''repitiendo la antífona ''Ego sum. ''El celebrante recita una ora ción final que concluye con la invocación ''«Requiero aeternan dona el Domine, et lux perpetua luceat el». ''Al recitar estas palabras el sacerdote traza la cruz con la mano derecha sobre el féretro.