Toxicidad

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El procedimiento más extendido para determinar la comestibilidad de las setas ha sido el empleo durante su preparación de un objeto de plata, frecuentemente una moneda y a veces también una cuchara (Lezama-B) o medalla (Durango-B). Una vez bien picadas las setas se freían en la sartén y mientras se hacían, se introducía una moneda de plata. Si la moneda salía completamente limpia después de freirlas se podían comer, pero si salía negra, quería decir que entre las setas cocinadas había alguna venenosa y se desechaban. En Moreda (A) echan una peseta en la tartera al cocinarlas, pero aquí dicen que las setas son malas si ellas mismas se ponen negras; si por el contrario adquieren un color parecido al de la moneda, es que son buenas. En Martxuta (Ip) ofrecen una versión diferente: Ponían en la sartén una moneda de plata de veinte sueldos y si el caldo donde estaba la moneda ennegrecía entonces se consideraba que las setas no eran buenas. En Barakaldo (B) también se ha empleado este procedimiento con un duro de plata. Además se consideran buenas aquéllas que comen los limacos.

En Elgoibar (G) también se determinaba si una seta era venenosa chupando un trozo, ya que si la seta es mala produce picor en la lengua.

En Zerain (G) después de comer un plato de setas, se bebe siempre vino, incluidos los que no tienen por hábito tomarlo, pues se dice que no es bueno beber agua. Aseguran también que las setas se deben limpiar en seco con un paño, no pasándolas nunca por agua.