Las flores a principios de siglo
En algunas localidades se ha recogido que es antigua la costumbre de que la conducción del cadáver fuera acompañada de flores, ramos de flores e incluso coronas, aunque él llevar estas últimas no fue tan usual.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) se conoció la costumbre de llevar flores en el cortejo desde comienzos de siglo. Eran portadas por los niños que iban con los cirios flanqueando el féretro o por los vecinos. Desde muy antiguo se conocieron también las coronas de perlas y era un vecino el encargado de llevarlas. Tanto las flores como las coronas eran repartidas por el carpintero que era quien tenía encomendada la labor de organizar la comitiva a la salida de la casa
mortuoria. Antiguamente, los portadores de coronas eran poco numerosos e iban situados detrás del féretro.
En Armendaritze (BN), en otros tiempos, para acompañar la conducción del cadáver se llevaban en el cortejo coronas de perlas. Según los informantes, tanto el cometido de hacer de anderos como el llevar las flores estaban asignados a los vecinos. Sobre la caja se colocaba una corona hecha con flores cultivadas en casa. En general, no había flores específicas ni colores determinados para los entierros. Para las personas mayores se escogían flores de color malva y las flores blancas eran para los niños y los jóvenes.
En Muskiz (B) siempre ha existido la costumbre de acompañar al muerto con ramos de flores y coronas. Desde mediados de la década de los años 60, en que se perdió la costumbre de que el cortejo marche caminando desde la casa a la iglesia y el cadáver comenzó a ser trasladado en furgón fúnebre, es la funeraria la que entre los menesteres propios de su oficio, se encarga también de las flores.
En Narvaja (A), flores silvestres se han llevado siempre en el entierro, no así los ramos de flores y coronas preparadas que son de adopción reciente.
En Artziniega (A), la utilización de las flores en los actos fúnebres viene de antiguo. En el pasado eran ramos de flores y no coronas como ahora que son de reciente introducción. También en Elgoibar (G) viene de lejos la costumbre de acompañar a los muertos con flores.
En Pipaón (A) se ha constatado una tradición similar. Desde siempre se han llevado ramos de flores en la comitiva fúnebre. Por el contrario, la costumbre de portar coronas es reciente, proviene de la década de los setenta.
En Altza (G), en otros tiempos, en la conducción del cadáver se llevaban una o dos coronas, bien en las manos si el cortejo se desplazaba a pie o sobre el féretro si el cuerpo se transportaba en coche.
En Plentzia (B) ha sido habitual el utilizar tanto las flores como las coronas. No ocurría así en las zonas rurales de su término municipal, como Izuzkiza, donde no se llevaban. También en Telleriarte-Legazpia (G) es costumbre antigua la de llevar coronas en los entierros aunque otros, los menos, no las llevaran.