Hospitalidad
La hospitalidad entre parientes, según se recoge en las encuestas, quedaba patente principalmente en las visitas ordinarias que realizaban a la casa familiar quienes habían salido de ella, las que llevaban a cabo con motivo de las fiestas patronales a la localidad natal y las recíprocas que los de la casa hacían a los lugares de residencia de familiares en los diversos pueblos y ciudades.
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Visitas ordinarias
En Abezia, Ribera Alta (A); Andraka (B); Altza, Beasain, Elgoibar, Elosua, Hondarribia, Oñati y Zerain (G) se ha constatado que siempre se ha sido hospitalario con los parientes que visitan el caserío familiar, invitándoles a comer o a merendar. Al despedirse, la dueña de la casa les entregaba un paquete con productos de la despensa del caserío como alubias, manzanas o nueces. También los invitados correspondían a veces con algún regalo.
En Valtierra (N) se ha señalado que un aspecto destacado del parentesco es la hospitalidad y la atención obsequiosa. Al pariente que venía de visita se le daba la mejor habitación y la comida guisada con buenos animales del corral. Había una dedicación admirada hacia los de la ciudad y como despedida se le entregaba un paquete de embutidos. Los visitantes solían corresponder con telas, vestidos confeccionados para las mujeres, camisas, algún traje todavía en buen uso, caramelos y dulces para los niños y alguna moneda para la hucha. Esta costumbre que se conservó hasta los años sesenta, no se apreciaba como un derecho o una obligación, según señalan los informantes, sino que se entendía como una forma de que los familiares se expresaran el afecto mutuo.
En Urzainki (N) dicen que había obligación de dar hospedaje en casa a los parientes, así como asistencia y sustento. En Obanos (N) la hospitalidad entre parientes dependía del trato y de la calidad de las personas. Una informante utiliza esta expresión: “A donde vayas / ten parientes las sayas” (refiriéndose a que el parentesco más importante es por parte de la mujer). En San Martín de Unx (N) se ha recogido que la hospitalidad entre parientes era de carácter mutuo. El espíritu altruista sobrepasaba el ámbito familiar, así se recogía y alimentaba a los mendigos y había casas donde a diario se cocinaba el puchero del pobre.
En Sangüesa (N) la hospitalidad se ejercía recibiendo a los parientes con ocasión de algunos acontecimientos como bodas o fallecimientos. Los parientes llegados de lejos eran bien recibidos en la casa y siempre traían algún obsequio.
En Beasain (G) son frecuentes las visitas dominicales a la casa paterna, donde se reúne la familia completa con los hijos que viven fuera. También en Trapagaran (B) dicen que los hijos visitan a menudo a los padres, sobre todo los fines de semana. En Goizueta (N) se hacían visitas a la casa familiar para ver a los abuelos y a los padres, más las mujeres que los hombres. Las hermanas que vivían en una misma localidad también era frecuente que se reunieran en casa de su madre al ir a visitarla. En Andraka (B) y en Elgoibar (G) se ha consignado que si un miembro de la casa había quedado viudo, acudía con sus hijos los domingos y festivos a comer y pasar la jornada en la casa familiar para regresar de noche a la suya.
En Zeanuri (B) se mantiene la vinculación del caserío familiar con los parientes que han fijado su residencia en la ciudad o en localidades cercanas. Sobre todo en vida de los padres, los hijos casados que viven en esas poblaciones mantienen una relación regular y frecuente con ocasión de las fiestas y acontecimientos familiares. De un tiempo a esta parte, debido a la facilidad de los desplazamientos en automóvil y a la mejora de los accesos a los caseríos, esta relación familiar ha aumentado notablemente. En algunos casos estos familiares son enterrados en el panteón que la familia ha construido en el cementerio del pueblo.
Puede tratarse incluso no de visitas circunstanciales o periódicas sino de estancias algo más prolongadas. Por ejemplo en Zeanuri (B) se ha constatado que hoy día no son infrecuentes los casos de familiares que viven en la ciudad y pasan unos días o una temporada con sus parientes del pueblo, haciendo vida familiar y participando incluso en las labores propias de una casa agrícola-ganadera.
También se han registrado testimonios de la situación inversa, es decir, de visitas realizadas por los parientes del caserío a las casas de los familiares que viven en la capital o en otra localidad. Así en Bernedo (A), antiguamente, cuando se iba a Vitoria se acudía a comer a casa de un familiar, en Apodaca (A) si se visitaba a algún familiar de la capital se le solían llevar huevos o una gallina como regalo.
En Sangüesa (N) si de los pueblos de los alrededores acudían a comprar a esta localidad, visitaban y llevaban un obsequio a los parientes. En Zeanuri (B) se ha recogido que en caso de viajes a otras poblaciones ha sido frecuente hospedarse en casa de familiares.
Fiestas patronales y navideñas
Ha estado generalizado el visitar a los familiares que viven fuera de la localidad natal con motivo de las fiestas patronales y navideñas. A veces, para corresponder a la invitación se llevan regalos. Así se ha constatado en Abezia, Apodaca, Berganzo (A); Amorebieta-Etxano y Trapagaran (B). En Aria (N) precisan además que para tal ocasión se prepara la casa con mucho esmero. En Ribera Alta (A) dicen que estas visitas se realizan sobre todo mientras viven los padres, luego se dejan de llevar a cabo y quedan reducidas a acontecimientos puntuales.
En Moreda (A), Zeanuri (B) y Elgoibar (G) se ha constatado que con motivo de las fiestas patronales la casa acogía a veces a parientes que venían a pasar las fiestas. En Abezia (A) y Mirafuentes (N) dicen que la hospitalidad entre parientes es una norma no escrita. En las fiestas patronales acudían a estos pueblos familiares que vivían en poblaciones alejadas y era obligación de la casa darles de comer y alojarles. En la localidad navarra indican que ello en tiempos pasados suponía un esfuerzo económico.
En Sangüesa (N) recuerdan que había gran alegría cuando los parientes de fuera venían a casa con motivo de las fiestas patronales. Casi siempre traían algún obsequio, principalmente productos de la tierra como verduras, fruta o carne.
En Zerain (G) señalan que en las fiestas patronales no había costumbre de llevar nada; si los invitados venían de otros pueblos había obligación de corresponder.
En Bernedo (A) se ha consignado que antiguamente eran corrientes las visitas familiares por las fiestas patronales y por navidades. Hoy día, con los medios de que se dispone para el desplazamiento, las visitas son más frecuentes y no se sujetan tanto a las fiestas cuanto a las vacaciones.
En Zeanuri (B) cuando los hijos casados acuden a casa con motivo de las fiestas de Navidad vienen con una cesta de regalos, Gabon otzarea, generalmente comestibles y licores. Es frecuente el intercambio de presentes y los visitantes son obsequiados con productos domésticos como frutas, hortalizas, huevos, miel y embutidos.
Otra costumbre muy extendida en tiempos pasados era que el segundo día de las fiestas patronales se celebrara una misa, con asistencia de las autoridades, en memoria de los difuntos de la localidad. Así lo han señalado en Zeanuri (B) donde con motivo de las fiestas patronales se dedicaba un día llamado arimen egune, el día de las almas, al recuerdo de los difuntos. Correspondía al día siguiente de la festividad. Otro tanto se ha consignado en Busturia (B) donde recuerdan que el acontecimiento se hacía constar en el programa de fiestas. También en Bernedo y en Moreda (A) se menciona este dato, indicando en esta última localidad que antiguamente la misa era pagada por el ayuntamiento de la villa.
En Zerain (G) el día primero de enero se celebra una misa responso por todos los vecinos de la localidad fallecidos.
Estudios
Ha estado muy extendida la costumbre de que los muchachos y muchachas de zona rural que cursaban sus estudios en núcleos urbanos más o menos próximos al lugar donde vivían fueran acogidos diariamente a comer o residieran durante el periodo escolar en casa de algún familiar. A cambio los padres de los adolescentes compensaban a quienes les acogían con productos del caserío o les abastecían o compensaban de otra manera. Hoy día estas situaciones prácticamente no se dan debido a los medios de transporte de que se dispone y a que los estudiantes comen en los centros escolares.
Aunque los ejemplos son numerosos, aportamos tres testimonios de distintos territorios recogidos en nuestras encuestas.
En Beasain (G) se ha consignado que al pariente o hermano nacido en la casa familiar y que vivía en el núcleo urbano, a pesar de que no fuera rico, se le solía pedir que en el período escolar atendiera al niño que bajaba del caserío. Le daban de comer al mediodía y disponía de una casa de acogida durante el día. En agradecimiento, semanalmente enviaban al pariente productos del caserío como alubias, verduras, manzanas, etc.
En Zeanuri (B), en correspondencia de la estancia en la casa familiar, los jóvenes que cursaban estudios en la capital y, antiguamente, quienes trabajaban en industrias situadas en Bilbao o en las cercanías solían hospedarse en las casas de los parientes, a su arrimo, senideen arrimure.
En Sangüesa (N) se señala que algunas muchachas que venían a estudiar a los colegios de la localidad permanecían durante el curso en la casa de los abuelos.