Rabia

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En tiempos pasados los únicos tratamientos contra esta enfermedad eran de naturaleza mágica o creencial. Tal y como señala Goicoetxea “quizá las manifestaciones clínicas del enfermo que recuerdan a las antiguas descripciones de los endemoniados han contribuido a ello”[1].

En algunas poblaciones se llevaban a cabo visitas a ermitas o se encomendaba al que había resultado mordido a los santos que se tenían como abogados contra la rabia y que eran San Bernardo, San Jorge y Santa Quiteria, entre otros.

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San Bernardo de Barria (A)

En Apodaca y Mendiola (A) se llevaba al mordido por un perro del que se sospechaba que tenía la rabia al Monasterio Cisterciense de San Bernardo de Barria, hoy desafectado. Allí le aplicaban un hierro en forma de cruz en la zona mordida y rezaban las preces para tal fin. En Urturi (A) también dicen que para la rabia había que ir a los conjuros de Barria. En Apellániz (A) para preservar a los niños contra la rabia se ofrecían a San Bernardo, del convento de Barria.

También desde Bizkaia se acudía a este lugar; en Nabarniz recuerdan el caso en el que acudieron a pie desde Munitibar, por Durango, hasta este monasterio alavés. En Bermeo, según una informante, antiguamente a los mordidos por un perro los llevaban a Barria, cerca de Salvatierra. Desde Zeanuri accedían a San Bernardo de Barria para protegerse del mal en caso de rabia. Esta práctica estuvo muy extendida en tiempos pasados: en las cuentas del año 1783 de la Anteiglesia de Izurza, se dice: “Yt. quince reales que se dieron por orden del Ayuntamiento y vecinos de esta Anteiglesia a la mujer de Icabalceta vecina de ella por el viage que hizo al Monasterio a tomar Vendiciones por el mal de rabia”[2]. En el documento no se menciona el término de Barria pero se trata de este lugar, al que llamaban comúnmente Monasterio.

Santa Quiteria

En el barrio Samundi de Barakaldo (B) se halla la ermita de Santa Quiteria a la que se solicitaba protección contra este mal.

En Roncal (N) contra la rabia se rezaba a Santa Quiteria. En Sangüesa (N) se ha recogido el siguiente dicho:

Santa Quiteria pasó por aquí,
Perro rabioso apartaos de mí.

En las Améscoas (N) recurrían a la risma de Santa Quiteria, que inmunizaba a los perros contra la rabia.

En Murchante (N) van a la ermita de Santa Quiteria en Tudela. El 22 de mayo se celebraba la fiesta y repartían a todos los romeros un cordón blanco y rojo trenzado.

San Roque

A Viana (N), a principios del siglo XX, llegaba un señor repartiendo papelillos y estampas de San Roque. Llevaba un brasero y unos hierros. Al perro que tenía la rabia le aplicaba el hierro rusiente entre los ojos. A esta operación le llamaban “hacer la resma”. López de Guereñu recogió en Contrasta (A) la voz risma, con la que se designaba la señal con fuego que se hacía a los perros en la cabeza para protegerlos de la rabia. El hierro con el que se practicaba la misma había sido previamente bendecido en el Santuario de San Gregorio, en Navarra[3]. En Apodaca (A) cuando se sospechaba que un perro tenía rabia le aplicaban la resma que consistía en un hierro rusiente en forma de cruz ajustado al extremo de una vara.

En Obanos (N) recuerdan que el abogado contra la rabia era San Roque; también en Antoñana (A)[4].

Otros santos protectores

En el antiguo monasterio y actual parroquia de Azuelo (N) se veneran las reliquias de San Jorge; por ellas pasaban agua con la que bendecían a la gente en tiempo de epidemias rábicas, marcando con la risma o hierro del santo, puesto al rojo, a los afectados por mordeduras (Viana-N).

En Apellániz (A), contra la rabia, presentaban a los niños a Santo Toribio, cuya imagen se encontraba en la ermita desaparecida de la Vera Cruz.

Iglesia de Jondonepetri (Señor San Pedro), Zunharreta (Z). Fuente: Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Vol. XLV. San Sebastián: Auñamendi, 1997.

Cuentan en Moreda (A) que las reliquias de las Santas Nunilo y Alodia, patronas de la villa de Moreda, curaban a los fieles que se encomendaban a ellas cuando un perro o cualquier animal rabioso les mordía. En esta misma localidad ante una herida causada por una mordedura se decía que debía lamerla el perro de San Roque.

En Liginaga (Z) para que los perros no pudiesen morder en caso de que rabiaran era costumbre llevarlos a la iglesia de Jondonepetri (Señor San Pedro) de Zunharreta, donde el campanero los marcaba en la cabeza con el badajo de la campana (zeñu-mihi) tras calentarlo al fuego hasta ponerlo al rojo.


 
  1. Ángel GOICOETXEA. Las enfermedades cutáneas en la medicina popular vasca. Bilbao: 1982, p. 49.
  2. AMI. “Acta. Sesión 10 de Enero de 1784”. Vide Gurutzi ARREGI et alii. Anteiglesia de Izurza: tradición y patrimonio. Izurza: 1990, p. 127.
  3. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. Voces alavesas. Bilbao: 1958, p. 314.
  4. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 267.