Como ejemplo típico de dispersión siempre se ha tomado al llamado caserío vasco.
El caserío tiene una marcada vocación de aislamiento y nunca comparte sus muros laterales con otras viviendas vecinas, ni se somete a alineaciones en calle, ni configura plazas o espacios ordenados de uso colectivo. Sin embargo la dispersión absoluta no es la norma de poblamiento. Sólo en algunos supuestos minoritarios aparece solitario en los campos rodeado por sus tierras en coto redondo. En contrapartida es más frecuente encontrarlo asociado en aldeas denominadas auzo, barrio o cofradía, formando núcleos agrupados de cinco a diez viviendas que comparten la propiedad de una pequeña ermita y que además están ligadas por un conjunto de normas consuetudinarias que imponen obligaciones de cooperación y asistencia recíproca[1].
Apartados:
Antecedentes remotos
Antecedentes históricos
Ejemplos de poblamiento disperso
Creación de nuevos caseríos
- ↑ Alberto SANTANA. “Los caseríos vizcaínos” in Narria. Núm. 61-62 (1993) pp. 3-4.