Sustitución de la muerte
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También ha tenido cierta extensión la creencia de que un enfermo de gravedad recobraría la salud si acaecía cerca de él otra muerte.
Cuenta una informante del barrio rural de Alboniga en Bermeo (B) que en los años treinta, estando enfermo de consideración un hermano suyo, se les murió una de las vacas. Su madre le comentó entonces que aquel hecho era buena señal ya que al haber sido sustituido por la vaca, no moriría el joven.
En Gatzaga (G) se creía que si se accidentaba o moría un vecino habiendo en la casa algún enfermo, era señal de que el enfermo sanaría[1].
Azkue recogió en Dima y Gorozika (B) la creencia de que cuando alguien está enfermo y muere una gallina de la casa, es cosa de alegrarse pues ésta ha sido la sustituta[2].