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Crucifijo, gurutzea
En Abezia, Agurain, Añana, Apellániz, Apodaca, Berganzo, Bernedo, Moreda, Valdegovía, Valle de Zuia (A); Abadiño, AmorebietaEtxano, Bedarona, Bermeo, Busturia, Durango, Gorozika, Kortezubi, Lezama, Orozko, Portugalete, Trapagaran (B); Arrasate, Astigarraga, Ataun, Elgoibar, Elosua, Hondarribia, Oñati, Telleriarte, Zerain (G); Aintzioa y Orondritz, Allo, Améscoa, Aoiz, Artajona, Barañain, Eugi, Goizueta, Izal, Izurdiaga, Luzaide/Valcarlos, Mélida, Mezkiritz, Monreal, Murchante, Obanos, Sangüesa, Valle de Elorz, Valtierra, Viana (N) y Ainhoa (L) se ha recogido la costumbre de colocar en los cabezales de las camas mayoritariamente un crucifijo, que en tiempos pasados era de madera con la imagen de metal. También el cuadro de una imagen de la Virgen, del Sagrado Corazón o de un santo. En Pipaón (A) se señala que estas imágenes casi siempre eran traídas por los hijos frailes o monjas que había en todas las casas.
En Obanos (N) precisan que antiguamente encima de la mesilla se colocaba una cruz pequeña y el rosario. También cuadros de la Virgen y de algún santo. La costumbre de poner grandes crucifijos en la cabecera es más reciente, se introdujo en los años cuarenta.
Se ha consignado igualmente que, en ocasiones, además del crucifijo se ponía un rosario ordinario o de grandes cuentas de madera, a veces talladas (Abezia, Apellániz, Berganzo, Valle de Zuia-A; Beasain, Berastegi, Zerain-G; Allo, Améscoa, Aoiz, Luzaide/Valcarlos, Mélida, Valle de Elorz-N) o escapularios con la imagen de la Virgen del Carmen por una cara y el Sagrado Corazón por la otra (Berganzo-A).
En Moreda (A), Berastegi (G) y Monreal (N) señalan que generalmente los crucifijos que se colocaban en la cabecera de la cama eran los arrancados de las tapas de los ataúdes de los familiares difuntos; en Monreal señalan que esta costumbre se abandonó en los años cincuenta y sesenta. En Apodaca (A) eran las iniciales del nombre que se ponían en el féretro las que se colocaban en la habitación de los padres si correspondían al hijo fallecido, si eran las de los padres se colocaban en la sala de estar. En Obanos (N) el crucifijo grande que adornaba alguna pared de la casa solía proceder del ataúd de algún familiar.
En Murgia (A) dicen que el crucifijo de la cabecera de la cama podía tener un significado especial, como el de haberlo traído un familiar de una peregrinación a Roma.
En Aoiz (N) se ha recogido que la costumbre de poner los crucifijos se puso de moda hacia los años sesenta ya que, a menudo, los vendían con los propios muebles para la habitación. También por esa época se pusieron de moda los grandes rosarios, con cuentas de madera, frutos de ciprés o cerámica, que se colgaban en el dormitorio.
Cuadros o láminas religiosas
En Amorebieta-Etxano (B), en alguna pared de la habitación se ponían símbolos religiosos tales como un cuadro de la Virgen, generalmente la del Carmen, patrona de la localidad. También algún cuadro o imagen de la Virgen de Fátima, de Lourdes, del beato Valentín de Berrio-Otxoa (hoy santo) o de otro santo. En Busturia (B) los motivos de los cuadros de las habitaciones eran la Virgen de los Dolores, san José, el Sagrado Corazón de Jesús, san Antonio o el martirio de Berriotxoa, eran de cartón, se enmarcaban y se les colocaba cristal. En Abadiño (B) solía haber algún cuadro con motivo religioso, como el Sagrado Corazón. En Kortezubi (B), en los muros colocaban cuadros religiosos, generalmente de la Virgen, de san José y de san Antonio. En Viana (N), alguna lámina de san José, san Antonio de Padua o el Corazón de Jesús.
En Gorozika (B) cuadros con la imagen de san José, san Juan, la Virgen. En Lezama (B) se ha consignado que las representaciones religiosas más habituales de los cuadros de las habitaciones eran: el Sagrado Corazón, la Virgen del Carmen, san José, san Pancracio y san Cristóbal. En Trapagaran (B) solía presidir la habitación el cuadro de un santo, generalmente la imagen de la Virgen del Carmen como “abogada de las Ánimas”, también podía ser la Purísima, san José o el Niño Jesús con la Virgen. Estos cuadros eran de papel acartonado.
En Ribera Alta (A) imágenes de la Virgen o de san José; la costumbre de colocar crucifijos es posterior. También había costumbre de poner cuadros de san José hechos a cruceta e incluso estampas de la Virgen. En el Valle de Zuia (A) los cuadros más habituales, que muchas veces se heredaban con la casa, eran los de la Virgen, el Corazón de Jesús, o algún santo especial como san Antonio o la Purísima Concepción. En Portugalete (B) eran los de la Virgen del Carmen, la Dolorosa y la Milagrosa. En Bernedo (A) era frecuente algún cuadro o estampa religiosa traída de Nuestra Señora de Ocón, de Codés o de los conjuros de Arbaizar. En Berganzo (A); Arrasate, Beasain, Elosua (G); Luzaide/Valcarlos y Valtierra (N) en las paredes de las habitaciones; en Lezaun (N) en el cuarto de los padres se colgaban cuadros religiosos con imágenes de la Virgen o un santo de su devoción. En San Martín de Unx (N) se colgaban en las paredes cuadros de temática religiosa, hechos de láminas barnizadas. En Ereño (B), Ataun y Hondarribia (G) en el dormitorio había estampas de santos y otros motivos religiosos.
En Agurain (A), en los paños de las paredes del dormitorio principal, que no sea la cabecera, se cuelgan cuadros con motivos religiosos, fotografías de familiares y uno con los datos y fechas del matrimonio, nacimiento de los hijos y el de la bendición papal que algún familiar ha traído de Roma. Las alcobas llevan también algunos cuadros. En Orozko (B) en las habitaciones solía haber una estampa de la Virgen, y un cuadro con la bendición papal a la familia.
En Astigarraga (G) las personas mayores, generalmente las mujeres viudas, solían tener en su habitación imágenes del Sagrado Corazón, en escayola o en láminas, o reproducciones de alguna advocación de la Virgen. En Beasain (G) los motivos de los cuadros eran la Virgen María, el Sagrado Corazón, el Ángel de la Guarda, Cristo crucificado y otros, según las devociones particulares. En Ataun (G) algunas estampas religiosas de la Virgen, san Juan o san José, a las que a partir de los años sesenta se han incorporado fotografías de futbolistas. En Elgoibar (G) el cuadro de la Virgen del Carmen, el Sagrado Corazón y san José. En Zerain (G) imágenes de la Virgen o de algunos santos (san Miguel de Aralar, san José, etc.).
En Aoiz (N) el Sagrado Corazón y cuadros de la Virgen (sobre todo la del Carmen) o santos como santa Catalina o san Antonio. Los informantes de esta localidad navarra hacen notar que hoy día se ha abandonado esta costumbre, pero los que la siguen conservando colocan imagénes menos dramáticas que en tiempos pasados. En Eugi (N) en la cabecera de la cama si no hay crucifijo se pone un cuadro con una imagen religiosa de la Virgen, Sagrado Corazón o la Inmaculada. En Murchante (N) como elementos ornamentales se colocaban dos cuadros sobre la cabecera de la cama, uno con la imagen de la Inmaculada y otro con la de san José. Menos frecuentes eran las estampas del Corazón de Jesús y de las Ánimas del Purgatorio. En Baigorri (BN) imágenes de los santos y un Cristo en majestad.
En Allo (N) en la cabecera de la cama, presidiendo la estancia, si no había un crucifijo podía haber una lámina enmarcada de la Virgen del Carmen, Corazón de Jesús, Sagrada Familia, san Ramón Nonato (invocado en los partos), santa Bárbara (abogada de las tormentas) o alguna reproducción con la imagen del Santo Cristo de las Aguas, muy venerado en esta localidad.
En Améscoa (N) en las casas más modestas los cuartos eran sencillos aposentos blanqueados con cal y únicamente adornados con cuadros de santos. Estos cuadros eran primeramente dibujos en blanco y negro y más tarde en colores, que vendían por las puertas los santeros y que carecían de valor artístico.
En Romanzado y Urraúl Bajo (N) señalan que los cuadros de “santos” se elegían entre los que había en la tienda, en Lumbier o en Pamplona. Los informantes recuerdan los motivos del Sagrado Corazón de Jesús, Sagrado Corazón de María, las Almas del Purgatorio, san José, san Antonio, santa Rita y san Ramón Nonato, patrón de Lumbier.
En Sangüesa (N) las láminas religiosas más usuales en las casas eran el Corazón de Jesús y el de María, san José, santa Bárbara, san Antonio de Padua, la Virgen del Pilar, san Francisco Javier y la Sagrada Familia. Estas láminas eran comunes a las de otros pueblos pero en Sangüesa se colocaban algunos dibujos o grabados de devociones locales o de la zona como san Babil, la Virgen del Socorro y el Cristo de Aibar. En Valtierra (N) tenían predilección por la Virgen de Nieva como patrona que es de la localidad, la Virgen del Yugo, la del Perpetuo Socorro, la Milagrosa y el Corazón de Jesús.
Respecto de las habitaciones de los niños, en el Valle de Zuia (A) recuerdan que los motivos de los cuadros solían ser el Ángel de la Guarda y el Niño Jesús de Praga. También en Sangüesa (N) láminas con el Ángel de la Guarda, guardando de peligros a los niños. En Aoiz (N) sobre las camitas de los niños se ponían cuadros que representaban al Ángel de la Guarda y luego ángeles de cerámica. En las cunas de los bebés se colocaban y colocan medallones, en muchos casos de la Virgen de Roncesvalles. En Pipaón (A) se traían estampas, lazos y velas de Arbaizar y se ponían en las habitaciones donde hubiera niños para que les protegiera.
En los últimos años se han registrado transiciones y son otros los motivos que decoran las habitaciones de los niños: peluches, muñecos y carteles sobre personajes de dibujos animados que se emiten por televisión.
Fotografías
Además del crucifijo, aguabenditeras y otros cuadros religiosos, en algunas localidades hay constancia de la colocación en las paredes laterales de fotografías enmarcadas. En Ribera Alta (A) la decoración de la habitación consiste en fotografías de los abuelos con marcos ovalados de madera. En Goizueta (N) había fotografías enmarcadas de los abuelos, de boda, etc., y trabajos escolares realizados en punto cruz. En Artajona (N) en los muros de la habitación se disponen, a veces, fotografías. En Bedarona (B) y Berastegi (G) la foto de boda en la habitación de los abuelos o de los padres. En Abadiño (B) en cada dormitorio solía haber algún cuadro de una boda familiar o de un grupo de parientes. En Gorozika (B) el cuadro con la foto de la primera comunión.
En Astigarraga (G) en el tipo de casa más antiguo, los recuerdos de familia no están en los dormitorios. En Busturia (B) es hoy día cuando se cubren las paredes de los cuartos con cuadros de pinturas al óleo y fotografías de familiares. En Zerain (G), pasado un tiempo todavía las imágenes religiosas y familiares eran parecidas pero ya habían desaparecido las aguabenditeras; en los años ochenta habían quitado la mayoría de las imágenes religiosas. A partir de entonces hay cuadros y fotografías de familiares. En Obanos (N) hoy día se decoran los dormitorios con láminas alegres y a los jóvenes les gusta pegar carteles con representación de sus ídolos musicales. En Valtierra (N) antiguamente los objetos decorativos de las habitaciones eran mínimos, no había apenas nada aparte de las imágenes o pinturas religiosas y alguna foto.
A partir de la segunda mitad del siglo XX se ha dado un vuelco en la decoración: los colores y los motivos han cambiado en el papel pintado, los póster de los equipos de fútbol y de los ídolos que admiran, llenan las paredes, póster de surf, de monopatín, cuadros, muñecas, cadenas musicales, televisión, consolas para juegos, etc., han convertido los dormitorios en reductos individuales. No falta la mesa de estudio con el ordenador.
Aguabenditera, ur bedeinkatu-ontzia
En un lado de la cabecera de la cama, sobre la mesilla o junto a la puerta solía encontrarse también, según se ha constatado en la práctica totalidad de las localidades mencionadas respecto a la costumbre de colocar el crucifijo, el aguabenditera, ur bedeinkatu-ontzia en Abadiño, Bedarona, Busturia, Durango, Gorozika, Orozko, Zeanuri (B); Elosua (G); ur berinketuntxiye en Bermeo (B); ur bedeinkerue en Lezama (B). El agua que se ponía era la bendecida en la parroquia el sábado de Gloria. En otro tiempo, se llevaba de casa una botella y se recogía el agua de la pila bautismal.
Los materiales de que estaba hecha eran alpaca, aluminio, hierro forjado, porcelana, madera, cristal o una combinación de ellos; en Murchante (N) las más corrientes eran las de loza blanca y azul. En Lezaun (N) en el cuarto de los padres, crucifijo con pequeña aguabenditera metálica, a veces, también en otros cuartos y, en algún caso en que el aguabenditera era de piedra y antigua, se colocaba en el pasillo. En Obanos (N) dicen que solía haber cruz y aguabenditeras también en el pasillo de casa. En Améscoa (N), en muchas casas colgaba una aguabenditera en la escalera o en el pasillo, por ser paso obligado al acostarse para toda la familia.
En Agurain (A), en el dormitorio principal se colocaba el aguabenditera con o sin cruz. Era de cerámica esmaltada o de tablilla de madera forrada de terciopelo donde se superponía el crucifijo y el pequeño recipiente para el agua bendita, a veces de cristal, soportado con decorativo aplique de plata o similar. También se tenía un alfiletero artístico de seda orlado con ribetes adornados que hacían las monjas franciscanas de la localidad. En los dormitorios ordinarios igualmente, debajo del crucifijo o de un cuadro religioso, a la altura conveniente, se coloca el aguabenditera.
En Eugi (N) mencionan que las imágenes más usuales reproducidas en el aguabenditera eran las del Sagrado Corazón y la Cruz; en Beasain (G) la Cruz; en Oñati (G) era de porcelana con imagen de la Virgen; en Monreal (N) la Virgen María, Jesús, Cristo Crucificado o escenas religiosas y las recuerdan como de gran colorido y, muchas de ellas, de gran belleza. En la pequeña pila, que en Murchante (N) llaman concha, del aguabenditera se echaba el agua bendecida el Sábado Santo y se usaba para santiguarse al levantarse y, sobre todo, al acostarse; costumbre que en Murchante recuerdan que se perdió en los años cuarenta. También en Aintzioa y Orondritz y en San Martín de Unx (N) han consignado que se persignaban con el agua bendita de la aguabenditera al acostarse y al levantarse. En San Martín de Unx recuerdan que en la pila se echaba agua bendita de la iglesia o más recientemente agua traída del santuario de Lourdes. En Bermeo (B) se ha recogido que si en el dormitorio no había aguabenditera, que era lo usual, se colocaba sobre la mesilla un vaso con el agua bendita. Luego se introdujo la costumbre de colocar un crucifijo o un cuadro de motivo religioso. De cualquier forma, las casas solían estar llenas de estampas e imágenes de santos. En las casas antiguamente había pocos objetos decorativos mientras que hoy día abundan las figuras, jarrones, cuadros y objetos antiguos.En Bedarona, Busturia, Gorozika, Lezama, Orozko (B); Arrasate y Elgoibar (G) ha sido costumbre poner en las habitaciones junto al aguabenditera, en la cabecera de la cama, un trozo del ramo de laurel, ereinotza, bendecido el día de Ramos, Erramu-eguna. En algunas localidades como Abezia y el Valle de Zuia (A) también se han echado unas hojas de este laurel dentro de la propia aguabenditera de la habitación del enfermo. Incluso se asperjaba con el ramo y agua bendita al enfermo que iba a recibir el Viático o al cadáver durante el velatorio[1]. En Murchante (N) se ha recogido que la costumbre de asperjar al moribundo se dejó de practicar en la década de los cuarenta, anteriormente se le asperjaba para ahuyentar a los malos espíritus o al demonio y se recita-
ba la fórmula: Agua bendita / Dios consagrada / Sálvame el cuerpo / límpiame el alma.
- ↑ Sobre esta costumbre puede consultarse: ETNIKER EUSKALERRIA. Ritos funerarios en Vasconia. Bilbao: 1995, p. 113.