En el área en que no se ha cultivado el olivo, el uso del aceite, olio, para condimentar cocidos, ha sido hasta hace cuarenta o sesenta años exclusivo de los días de abstinencia y Cuaresma. Sin embargo, las familias que poseían olivos obtenían aceite y lo dedicaban para consumo propio constituyendo uno de los condimentos más importantes.
En las localidades productoras de aceite de oliva se constata un uso abusivo del mismo. Elaborado en los propios trujales locales posee un sabor muy fuerte y característico, en ocasiones con demasiada acidez, lo que confiere un gusto peculiar a las comidas. Por ello, en la actualidad, es poco tolerado y lo mezclan con aceite de soja o de otras semillas para suavizarlo.
En muchas poblaciones, donde tanto el aceite de oliva como el de semillas ya habían sustituido progresivamente a la manteca de cerdo y al sebo desde principios de siglo, en tiempos de dificultades económicas, caso de la postguerra, se volvió a cocinar con manteca y sebo.
Hoy ha sustituido casi por completo a la grasa animal siendo el condimento más generalizado de cocidos y fritos.
Se utiliza tanto el de oliva, orlo ona (Zeanuri-B) como el llamado de semillas, a menudo de soja o girasol, orlo merkea (Zeanuri), siendo mayoritario el uso del primero. En algunos hogares es prioritario el empleo de aceites de semillas, sobre todo por resultar más económicos.
A este cambio ha contribuido en buena medida la consideración de que los aceites vegetales son mejores para la salud. Las indicaciones dietéticas de los médicos han sido la causa de que en muchos caseríos se desestime el aprovechamiento de grasas animales.