La capa. Kapa handia

La tradición de que los hombres llevaran capa en el cortejo fúnebre estuvo generalizada hasta finales del siglo pasado, comenzando a decaer en las primeras décadas del actual. Su uso se ha constatado en Apodaca, Aramaio, Bernedo, Galarreta, Gamboa, Laguardia, Moreda, Narvaja (A); Berriz, Busturia, Kortezubi, Lezama, Murelaga[1], Orozko, Zeanuri (B); Aia, Amezketa, Andoain, Beasain, Bidania, Elosua, Garagarza-Arrasate, Gatzaga[2], Getaria, Irun, Zegama, Zerain (G); Améscoa, Arano, Ezkurra (N); Armendaritze, Donapaleu, Heleta, Iholdi, Izpura, Lekunberri (BN); Azkaine, Hazparne, Itsasu, Sara (L); Zunharreta (Z).

A continuación se describe el uso de la capa en algunas localidades tal y como fue recogido o lo recuerdan los informantes de más edad.

En Oiartzun (G), en los años veinte, la indumentaria de los que presidían el duelo de los hombres, mindunak, dependía de la clase de entierro. Así, en los de primera eran tres hombres los que encabezaban la comitiva masculina y sobre el traje negro corriente llevaban un manteo de sacerdote y un sombrero tricornio, iru adarreko zapela. En los entierros de segunda clase, con segizioa los mindunak varones eran también tres y en los de tercera clase, un único hombre vestía manteo y sombrero tricornio. Ya por esos años estas dos últimas prendas estaban cayendo eh desuso. Unicamente las poseían contadas familias que las prestaban a los que se las pedían y a cambio les hacían un regalo consistente en huevos o cosa parecida.

En Irun (G)[3], el duelo masculino, gizon-miñddunak, lo componían los parientes más próximos del difunto. Tres familiares de este grupo iban en el cortejo fúnebre vestidos con traje negro y sobre él la capa, kapajantzia, como la de los curas que la pedían prestada a la parroquia. Por dicho alquiler pagaban por cada una de ellas dos reales.

En Azkaine (L) el duelo masculino vestía capa, pero los informantes recuerdan que sólo la llevaban los hombres por la muerte de un familiar muy próximo (padre, madre, hijo o hija). Dejaron de usarla a partir de la Segunda Guerra Mundial (1945).

En Hazparne (L), los hombres del duelo, mindunak, vestían camisa almidonada y plisada cuyo cuello se cerraba con un botón de oro y el traje negro de la boda. Por encima se cubrían con la capa de los hombres denominada gizonen kapa o simplemente kapa, de color negro. Los primos y otros familiares, incluso los que vivían muy lejos, llegaban bien vestidos para tomar parte en el cortejo y se cubrían con la capa. Eran las vecinas quienes les ayudaban a ponérselas. Los hombres marchaban en el cortejo con la cabeza cubierta por la boina. En Heleta (BN), los integrantes del duelo masculino también portaban kapa y por debajo vestían el traje de boda. En Lekunberri (BN) la tradición recogida es igual y la gran capa, kapa, larga y negra, fue sustituida por la taulierra antes de la guerra de 1914-18.

En Itsasu (L), los hombres muy próximos a la persona fallecida, como el viudo y los hermanos, llevaban capas que se prestaban unas casas a otras. Hacia 1920 desaparecieron de golpe, siendo sustituidas por la capa pequeña, kapa ttipia. Simultáneamente hizo su aparición el brazalete negro de duelo.

En Sara (L), antiguamente, el llevar la gran capa sobre el traje negro fue obligatorio para todos los hombres que asistían al cortejo y a las exequias. Después la utilizaron sólo los parientes y, en los años veinte, la obligatoriedad se redujo a los familiares cercanos y al colono que hacía de portador de duelo, deuil-portant, en el entierro del patrón. A las familias que carecían de capa les prestaba la parroquia las capas de ceremonia de los portadores del palio en las procesiones. Algo semejante ocurrió con el sombrero de copa que antaño, lo llevaban todos los hombres, luego únicamente el portacruz y en los años veinte ya había caído en desuso[4].

En Zerain (G), los hombres completaban su indumentaria con la capa, generalmente negra, y la boina. El duelo masculino accedía al vestíbulo de la casa de la plaza llamada Plazako seizioko etxea para cambiarse de calzado y ponerse las capas que allí se guardaban. Dejaron de utilizarse a partir de la guerra civil de 1936. Hoy día, aún se conserva un arcón del tipo de los que servían para guardar las capas al que se conoce como kapakutxa.

En Améscoa (N), todos los «invitados» a los funerales, que generalmente abarcaba los parientes hasta el tercer grado, iban de riguroso luto, cubiertos con capa. Los que no tenían, la pedían prestada para la ocasión[5].

En Ezkurra[6] (N), tanto en el cortejo como en las exequias fúnebres, no sólo los hombres parientes del muerto también los inquilinos o los dueños de la casa del difunto vestían capa.

En Gamboa (A), en el barrio Landa, hasta los años veinte, los hombres usaron capa negra sin capucha, con ribetes encarnados. Cada uno tenía su capa para los funerales.

En Andoain (G), en los años veinte, vestían el traje ordinario de los días de fiesta. Más antiguamente llevaron capa y sombrero de copa alta. Según los informantes, eran pocos los que tenían estas prendas y se las prestaban unos a otros[7]. En Aramaio (A), hasta la guerra civil de 1936 en que dejó de usarse, también eran personas contadas quienes vestían capa, indumentaria que completaban con sombrero de copa y bastón.

En Narvaja (A), hasta los años treinta, podía verse a algunos con capa marrón o negra con esclavina. Su tenencia denotaba privilegiada situación económica. En Moreda (A) se ha constatado la utilización de la capa negra y llevarla también era signo de rango social elevado.

En las localidades descritas a continuación, ya a principios de este siglo, el uso de las capas no sólo se limitaba a los del duelo sino que había quedado circunscrito a la persona que presidía el duelo familiar.

En Beasain (G), a principios de siglo, era el varón de más edad de la casa quien presidía el cortejo fúnebre, ataviado también con capa y sombrero de copa. En el siglo pasado, el cortejo de los hombres lo encabezaba el alcalde que iba vestido con igual indumentaria.

En Arano (N), el hombre más allegado del difunto que presidía el cortejo fúnebre, probua, vestía con capa y sombrero de copa. Ya en los años veinte llevaba traje de fiesta de color negro[8].

En Aia (G), los hombres acudían vestidos con grandes capas. Con el paso del tiempo, sólo el representante de la casa mortuoria era quien debía acudir con la capa larga, llamada proukua[9].

En la villa de Bilbao (B), en los entierros de postín, los miembros de la presidencia del duelo así como los portadores de las «hachas de respeto» llevaban sombrero de copa y chaqué e incluso algunos de los que seguían a la presidencia llevaban también sombrero de copa. Los niños de «La Misericordia» que encabezaban el duelo en doble fila vestían un uniforme negro de arriba abajo, con guerrera abotonada hasta el cuello y una gorrita negra, parecida a la de los marinos de la Armada francesa, rematada con un pompón también negro en el centro[10].

A modo de resumen de la pérdida de vigencia de la capa en los entierros, podemos decir, según los datos recogidos, que por los años veinte apenas se servían de ella en Gamboa (A), Orozko (B), Bidania, Oiartzun (G) e Itsasu (L). Para esta fecha había dejado de usarse ya en Galarreta (A), Berriz (E) y Andoain (G). Los informantes de Meñaka, Orozko (B), Aduna y Andoain (G) precisan además que, en la segunda década de este siglo, las personas integrantes del duelo llevaban traje de fiesta ordinario. En los años treinta y sobre todo a raíz de la guerra del 36 desapareció la capa en Aramaio, Narvaja (A), Elosua, Zerain y Garagarza-Arrasate (G). Los cofrades acompañaron al cadáver durante la conducción llevando capa en Laguardia y Apodaca (A), manteniéndose la costumbre en esta última localidad hasta los años cuarenta. En Iparralde se había perdido ya la tradición de utilizar la gran capa, que sería sustituida por otra más pequeña, hacia los años 1914-18 con motivo de la guerra europea.


 
  1. En Murelaga (B) hasta la guerra civil de 1936 los casados que representaban a sus grupos domésticos llevaban largas capas negras que les cubrían de pies a cabeza. La adquisición de esta capa era uno de los primeros acontecimientos de la vida de todo recién casado. Esta capa revelaba que el representante en el luto-bankue sería en su día el etxeko jaun. Vide William A. DOUGLASS. Muerte en Murélaga. Barcelona, 1973, p. 73 y nota 26 de la misma página.
  2. Pedro Mª ARANEGUI Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 415.
  3. Nicolás ALZOLA. “Personen bizitzari buruz ale batzuk Irun'en” in AEF, XXI (1965-1966) pp. 9-10.
  4. A. ARÇUBY. “Usages mortuaires a Sare” in Bulletin du Musée Basque, IV, 3-4 (1927) pp. 21-22.
  5. Luciano LAPUENTE. “Estudio Etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 146.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio etnográfico del pueblo de Ezkurra. Notas iniciales” in AEF, XXXV (1988-1989) p. 60.
  7. AEF, III (1923) p. 100.
  8. AEF, III (1923) p. 127.
  9. Luis MURUGARREN. Universidad de Aya. San Sebastián, 1974, p. 84.
  10. José Miguel de AZAOLA. “Entierros. Memoria de mi Bilbao” in Bilbao. Nº 63 (1993) p. 37.