Apéndice 3: Chimenea, materiales de combustión y clima

Según recogió Aguirre en el segundo decenio del siglo XX, al observar los distintos tipos de escape de humos en las diversas zonas, hay que establecer un paralelo con los materiales de combustión empleados en las mismas, los cuales han influido grandemente sobre la adopción de determinadas formas.

Los combustibles más usados fueron troncos, enborrak, leña, egurrak, ramas, abarrak, y carbón vegetal, ikatza, dependiendo de la producción de los bosques, habiendo influido muchas veces la modificación, transformación o desaparición de éstos en la adopción de nuevas formas en los escapes de humos y en las cocinas y hogares, por lo que muchas casas que mantenían su marcada fisonomía de antiguas habían sufrido en aquel aspecto varias modificaciones en épocas diversas. El autor pone el ejemplo de un caserío de Juslapeña (N). Fue descrito en 1926 y a pesar de su antigua traza había sufrido dos transformaciones en su cocina durante los sesenta años anteriores. La primitiva cocina, de fogón central, tenía la campana con su vuelo más bajo que el techo. La primera modificación se efectuó subiendo la campana de modo que su vuelo arrancara de la altura del techo hacia arriba, quedando el fogón central y sus característicos hierros. La segunda modificación consistió en adosar la campana y el fogón a uno de los muros de la cocina, habiendo tenido que correr la chimenea y el escape de humos más al extremo de la parte baja de la techumbre.

Al exterior, sobre el tejado, siempre se presenta el escape de humos de la casa rural emplazado hacia la parte media o más bien baja de una de las vertientes, casi nunca o con muy rara excepción hacia la parte alta o sobre el mismo vértice del tejado.

Cuando se realizó esta investigación el tipo más generalizado en una vasta zona consistía en un macizo, bien rectangular o bien cuadrangular, hecho de argamasa y ladrillo o piedra, por dentro del cual subía el hueco de la chimenea y que para regular el tiro solía presentar a veces por los costados unos pequeños agujeros. El remate de estos escapes de humos consistía en dos tejas dispuestas en ángulo y apoyadas por su parte superior que permitían la salida del humo e impedían la entrada de la lluvia (fig. 1, núm. 1). Otras veces el remate estaba formado por cuatro tejas (núm. 2) y muy corrientemente por cinco y por siete, una horizontal y cuatro verticales, o una horizontal y seis verticales (núm. 3 y 4). Los números 5 y 6 son una repetición prolongada de los números 1 y 3 para cubrir un mayor hueco de chimenea, y el 7 es repetición del 3, con la sola particularidad de que presenta la concavidad de las tejas hacia el exterior. Los tres últimos tipos han podido ser observados en Urruña, San Juan de Luz y Baiona (L), y éstos y los anteriores corresponden a la extensa zona baja y media que emplea como combustible leña no muy gruesa, ramas o carbón vegetal, y donde es casi nulo el uso del carbón de piedra.

La mayor o menor abundancia de combustible, su clase y calidad, los bosques que lo proveen en condiciones más o menos económicas, no han sido las únicas causas que han debido influir en la adopción de determinadas formas de escape de humos, las condiciones climáticas han contribuido, sin duda, a que fueran adoptándose elementos acordes con ellas.

Es muy frecuente hallar un sistema de balancín en algunas zonas de la parte montañosa de Navarra. La fig. 2 muestra el escape de humos de una casa de Erice (N) en la que se puede apreciar la manera de disponer un tapa rectangular de madera de forma que desde el interior de la cocina y por medio de dos cuerdas, quede la abertura orientada a uno u otro lado, o que tirando de las dos cuerdas puedan éstas mantenerla horizontal, según favorezca o contraríe la corriente de aire. Un sistema también de balancín muy parecido podía hallarse en los años veinte en pueblos del Valle de Baztan (N) aunque aquí estaba destinado a contrarrestar las lluvias. En este caso la tapa es un rectángulo de madera que sobresale como un tercio fuera del escape de humos y de ese extremo saliente pende una piedra que, por su peso, obliga a levantarse por el otro extremo y dejar abierta la boca; pero cuando la lluvia arrecia, basta tirar de una cuerda por el interior de la chimenea para cerrarla, o aflojarla al tamaño de abertura que se desea. Otras veces, en vez de cuerda es un palo largo el que se maneja por el interior de la chimenea.

Distintos tipos de chimeneas. 1927. Fuente: José Agirre, Sociedad de Eusko-Folklore (1925-29).

Otro sistema de contrarrestar la lluvia, pero de cubierta fija, es el de la fig. 3, tomado de una casa de Elizondo (Valle de Baztan-N) que presenta sobre el macizo y hueco de escape una plancha delgada de hierro encorvada y sostenida sobre seis patas.

En la región más montañosa, puede apreciarse que el escape de humos no es meramente el remate de un tubo de chimenea más o menos largo sino el final del cono formado por la campana de la gran cocina de fogón central que, a una con el techo, arrancando de las cuatro paredes, termina estrechándose en lo alto del remate. La villa de Leitza (N) presenta ejemplos de un tipo robusto de escape de humos consistente en un cuerpo circular de argamasa y piedra, coronado por cuatro almenas que soportan una cubierta redonda de madera y piedras para sujetarla (fig. 4). Este tipo, aunque más elevado y formando verdadera torrecilla, se encuentra profusamente extendido por los valles del alto Pirineo navarro de Roncal, Aezkoa y Salazar.

Aunque no se trate de zona tan elevada como las anteriores, la fig. 5 presenta un tipo en forma de torrecilla circular circundada de ventanitas en lo alto y recubierta de teja y piedra. Procede de una casa de Ilarregi (Valle de Ultzama-N). Otra casi igual, con ventanitas un poco mayores y no tan en lo alto y con cruz de piedra como remate, existe en una casa de Larráyoz en el Valle de Juslapeña (fig. 6) y otra parecida pero sin la cruz de remate en una casa de Berrioplano en el Valle de Anzoáin (N).

La fig. 7 muestra un tipo recogido de un caserío de Elduain (G). Está construido con ladrillo en planta rectangular y con sus ventanitas en lo alto por las cuatro caras y recuerda los tipos anteriores de torrecilla. Este último tipo, con muy ligera variación, se halla muy repetido en Lekunberri (N), lo que hace pensar que en alguna época ha podido sustituir al otro tipo más arcaico y de mayores proporciones.

En la fig. 8 se puede apreciar un tipo construido en sección cuadrangular, con la parte superior completamente tapada con piedras y madera y en el que el escape de humos debe efectuarse por los agujeros de los costados practicados en las cuatro caras, apareciendo en una de ellas, dos superpuestas. Otro tipo de planta cuadrangular y con orificios en las cuatro caras, pero de proporciones mayores que el anterior, es el de la fig. 9 procedente de Tolosa (G). En las cuatro caras del macizo presenta la particularidad de cuatro grandes orificios respiraderos como para favorecer el tiro, estando protegidos por chapas de hierro como para impedir la entrada de lluvia[1].


 
  1. José AGUIRRE. “Escape de humos y algunos de sus tipos. Casas de labranza” in AEF, VII (1927) pp. 113-125.