Apéndice: Mojones de jurisdicción, herri arteko mugarriak
Ya se ha señalado que además de los mojones que limitan las fincas particulares o comunales, también existen los que fijan hasta dónde alcanza la jurisdicción de un pueblo respecto a su colindante. Es común el dato de que estos mojones son de mayores dimensiones y que, como testigos, llevan cascos de teja. Barandiaran señala el hecho harto frecuente de hallarse los mojones de términos comunales en dólmenes de la época eneolítica[1]. A continuación ofrecemos algunos testimonios recogidos en las localidades encuestadas.
En los confines de Irun y Oiartzun (G), cerca de Peña de Aia, según consignó Barandiaran en los años 1920, existen dos piedras de arenisca rojiza que asoman sobre el suelo unos 80 cm, teniendo otro tanto de largo como también de ancho, que hacen de mojones. La distancia que las separa es de poco más de un metro, y entre ambas hay una losa de arenisca, tendida en el suelo, que mide un metro aproximadamente. Estas piedras son conocidas con los nombres de Aldarearri (lit. piedra de altar) y Aldarri[2].
En Ataun (G) se ha consignado que los mojones mayores se encontraban en los confines de dos pueblos o provincias. También en Elgoibar (G) señalan que los mojones muy grandes marcan los límites de la jurisdicción de cada pueblo. Existe un testimonio del año 1751 donde se le pide al ayuntamiento de Eibar que ponga dos nuevos mojones de piedra, largos y de forma regular, con sus testigos de cascos de teja[3].
En Bernedo (A) los mojones de jurisdicción de un pueblo con otro tenían, además del hito de piedra, unos testigos enterrados junto al mojón que eran trozos de piedra o, sobre todo, cascotes de teja. En caso de duda cavaban para comprobar con los dichos testigos si era o no auténtico mojón.
En Moreda (A) son de destacar los mojones de términos o entre jurisdicciones con el municipio de Viana, que tienen forma rectangular y 1 m de altura x 0.40 m de anchura de las caras y 0.30 m de grosor. La cara que mira a Moreda lleva inscrita una M y la de Viana una V. En la parte superior llevan grabadas una cruz con la cabecera mirando al norte. También en Orozko (B) los mojones que limitan los terrenos de dos pueblos llevan grabada una cruz.
En Agurain (A) las propiedades de cada uno de los pueblos que conforman el ayuntamiento se señalan por medio de unos mojones rectangulares que sobresalen medio metro por encima de la tierra y que están numerados.
Cerca de las ventas de Astigarraga, (G) y de un círculo de piedras a manera de crómlech, en el término denominado Mokoregi, situado entre Prantsillaga y Manixene, hay un mojón antiguo que asoma un metro aproximadamente sobre el suelo. En una de sus caras muestra una cruz grabada y varias letras sobre ella, las cuales parecen componer la palabra “Oiarzun”[4].
En San Martín de Unx (N) para establecer mugas con los pueblos vecinos, acotados de caza, trayecto de las cañadas, e incluso zonas de facería (como lo fueron las corralizas, aborrales y corseras con Beire), se han utilizado los mojones. En siglos pasados el amojonamiento lo hacían los diputados electos por los ganaderos junto a otros de Beire, pueblo vecino que, en facería con San Martín, participaba de la explotación de los pastos para tratar de evitar conflictos por el usufructo y que los dos pueblos descargaron sobre las hierbas y porque no quedaban nada claros los límites de esparcimiento de cada uno de los ganados. Para ello bastaba poner en el lugar deseado una piedra grande con dos más pequeñas a su lado que sirvieran de testigos; o bien, si el lugar era rocoso, haciendo una cruz en una peña; o simplemente, a través de un mero accidente geográfico que podía servir a los mismos efectos[5]. Los mojones que señalaban el paso de cañadas llevan incisa la inscripción abreviada de CAD (cañada).
En Obanos (N) además de los mojones que delimitan el término municipal, se mencionan otras señales, metálicas, existentes para distintas indicaciones, como coto de caza, camino de Santiago (recientes), antes se indicaba el paso de Cañada real, etc.
En Viana (N) los mojones eran y son diferentes, según fuesen provinciales (ahora autonómicos), locales o de propiedades particulares. Los mojones provinciales, piedras areniscas de cerca de algo más de un metro de altura, que no siempre se han conservado, señalan los límites de Navarra con La Rioja, Logroño capital, y con Álava. Por el sur de la demarcación vianesa el Ebro hace de frontera provincial con La Rioja, con un recorrido muy sinuoso, durante unos ocho kilómetros.
Un único mojón de piedra en la carretera hacia Logroño, en el término del Naval, señalaba hasta no hace mucho los confines de las tres provincias de La Rioja, Álava y Navarra. Tenía esculpidos hacia las tres caras los escudos de los tres territorios. Recientemente se han colocado entre las mugas autonómicas unos mojones de hormigón en forma de pirámide truncada y asimismo este tipo de mojones en las cañadas.
Se pusieron también mojones de piedra arenisca de alrededor de un metro, para separar los términos municipales de las localidades circundantes y Viana, y además de Viana con Aras y Bargota a partir del siglo XIX. Todos estos mojones de piedra llevaban una cruz incisa, y por un lado la V de Viana y por el otro la letra inicial de la otra demarcación, por ejemplo la M de Moreda o la L de Labraza, etc.
Las cañadas principales se señalaban con piedras altas mojoneras, rectangulares, y en ellas iban grabadas mediante incisión las letras Cª.
Se han conservado en el término municipal de Viana algunos topónimos antiguos que hacen referencia a mojones, siempre de piedra, lo que no está claro qué es lo que delimitaban. Piedrahincada podría tratarse de algún menhir. Piedrafita es nombre de término rural, pero también de un pequeño poblado que desapareció en 1219 al anexionarse su población a Viana; fita viene de hito o mojón de piedra. Treviño, que procede de Trefinium, hace referencia a tres fines o límites, quizá delimitaban el espacio tribal entre los vascones, várdulos y be-rones. El nombre antiguo de Aras, barrio de la jurisdicción de Viana hasta el siglo XIX, fue Tres Aras por tres piedras o tres altares.
En algunas localidades ha sido costumbre visitar en fechas establecidas los mojones jurisdiccionales para comprobar que continuaban en su lugar y no habían sido removidos.
Así se ha constatado en Bernedo (A) donde antaño la comprobación de mojones era obligación que periódicamente realizaban los pueblos con sus vecinos. La comitiva que revisaba la mojonera se componía en cada pueblo de ancianos y jóvenes para que perdurara su conocimiento. Hoy los topógrafos de concentración parcelaria han colocado los nuevos mojones de propiedad y conocen su localización aunque se arranquen. Los mojones de jurisdicción los coloca y cuida la Diputación Foral de Álava.
En Moreda (A) la visita de mojones y recolocación de los caídos era una costumbre que las autoridades municipales llevaban a cabo escrupulosamente para evitar que los vecinos de otros pueblos limítrofes los corriesen, restando superficie a la localidad.
En Orozko (B) existió la misma tradición que venía de antiguo pues está documentada al menos desde el siglo XVI. El ayuntamiento del valle hacía una visita anual a los mojones que limitan su jurisdicción, pero ya en los años 1960 no se practicaba esta costumbre.
En Ataun (G), según constató Barandiaran en los años 1920, anualmente, alrededor del día de la Invención de la Santa Cruz (3 de mayo), el ayuntamiento, acompañado de un sacerdote de la parroquia de San Martín, visitaba los mojones del pueblo. El sacerdote conjuraba las tempestades y bendecía el pueblo desde los mojones.
En Améscoa (N) los mojones que señalaban los términos municipales y concejiles eran reconocidos periódicamente por las autoridades (comisiones del valle o de los concejos), quienes a la vez reponían los desaparecidos y renovaban las cruces que se hallaran borradas.
En Viana (N) en tiempos pasados, con frecuencia, se verificaba la visita de los mojones de piedra y de otros accidentes naturales, entre los términos vianeses y los de otras localidades circundantes. Hasta el siglo XIX el término de Viana incluía los de Aras y Bargota, y se visitaban los mojones con las localidades de Aguilar, Azuelo, Armañanzas, Torres y Mendavia en Navarra, Agoncillo en La Rioja, y Moreda y La-braza en Álava. Asistían las autoridades municipales, guardas de campo y un notario para dar fe. Se recorría mojón por mojón numerándolos y haciendo constar si estaban o no en su sitio. Además del número del mojón se anotaban algunas referencias: una viña de fulano de tal, un árbol, una fuente, un riachuelo, una loma, una senda, una choza, etc.
En siglos pasados, a menudo, representantes de los ayuntamientos de Viana y de Logroño examinaban las mugas provinciales; generalmente no se creaba ningún problema, pues ambas jurisdicciones estaban bien delimitadas, a no ser la línea fronteriza del Ebro, cuyo cauce variaba con las riadas y se originaban isletas.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. El mundo en la mente popular vasca. Zarauz: 1960, pp. 155-156.
- ↑ En el Libro de mojones que se conserva en el archivo del ayuntamiento de la localidad del año 1495, habla del mojón de Aldarearriaga; y antes, en el de 1470, menciona “tres piedras llamadas Aldarearria”.
- ↑ Uno de ellos a una vara de distancia de la esquina de la calzada que baja desde Isasi a Olsaga y el otro en línea recta a la orilla del río caudal que baja desde el molino de Arcacha a la presa comúnmente llamada de Ubilla y su molino (Archivo Histórico Protocolos Gipuzkoano de Oñate, Legajo 1-1084, folio 166).
- ↑ A este mojón debe referirse el citado Libro de mojones en estas palabras: “Mojón llamado In.º Sanchez Mocorregui el cual está junto al camino que va al monte de Ermaña en el cual están dos mojones, el uno de los cuales señala... y el otro... y están debajo de un espino”. En el mismo libro se hace mención de un mojón existente cerca de Landarbaso, entre Renteria y Astigarraga, con estas palabras: “otro mojón grande e ancho de manera de sepultura que llaman mojón-piedra de Santa Bárbara”.
- ↑ Los textos de antiguos amojonamientos, que hoy conservan los archivos, son de una gran utilidad para el investigador, ya que a través de ellos no solo puede conocerse la práctica de fijar términos jurisdiccionales, sino la toponimia que servía como referencia de ellos, estudiando la cual puede llegarse a conclusiones lingüísticas de importancia, o a otras de tipo sociológico. F. J. ZUBIAUR “Toponimia de San Martín de Unx según los amojonamientos de la Villa en el siglo XVI” in CEEN, X (1977) pp. 255-271.