Cencerradas, tzintzarrotsak, galarrosak

Cuando en una localidad tenía lugar un casamiento que saliera del marco establecido socialmente y, sobre todo, si los que se casaban eran viudos o viejos éstos recibían por parte de los jóvenes muestras de desagrado mediante cencerradas, canciones, diálogos o escenificaciones burlescas.

Estas manifestaciones adquieren diversas formas y se denominan de varias maneras: cacerolada o tarterada (Moreda-A), pimentonada (Salvatierra-A), asonada (San Martín de Unx-N). En euskera aparecen las expresiones del tipo arranak o adarrak jo (Abadiano, Orozko, Zeanuri-B; Elgoibar, Gatzaga-G), turutak jo (Sara-L), joaleak jo[1] (Mezkiriz-N), e incluso toberak jo[2] (Zerain-G; Iholdi-BN; Sara-L). También se utilizan los siguientes términos: tzintzarrotsak, zintzarrotsak, tzitzarroska, txintzarriak, zinzaurak o zinzoaroak (Izpura, Uharte-Hiri-BN; Alkiza-G; Liginaga, Zunharreta-Z), txaribari-soinuak (Arberatze-Zilhekoa, Iholdi, Lekunberri-BN), lapikozaparrada (Markina-B) y zenzerrada o zantzarrada (Ajuria-Muxika, Bermeo, Busturia, Nabarniz-B; Telleriarte-G)[3].

Las cencerradas así como las otras manifestaciones burlescas iban dirigidas a novios entrados en años (Amézaga de Zuya-A; AjuriaMuxika, Nabarniz, Zeanuri-B; Zerain-G; Viana-N) o a viudos que contraían nuevas nupcias (Pipaón-A; Abadiano, Ajuria-Muxika, Berriz, Carranza, Nabarniz, Orozko-B; Zerain-G; Allo, Artajona, Viana-N; Lekunberri-BN; Hazparne-L. En San Martín de Unx (N) señalan que se daba la asonada siempre que se trataba de una "boda ente" (por ejemplo el casamiento de un novio chiquito con una novia grande o de una joven con un viejo).

Cencerrada. Arranotsa. (Azkue. Euskalerriaren Yakintza. 1935). Fuente: Azkue, Resurrección M.ª de. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, Espasa Calpe, 1935.

Azkue dice que en Amezketa, Arrona, Zegama (G); Larraun (BN) y Barkoxe (Z) además de a los viejos y viudos, se les tocaba cuerno, almireces y cencerros a los recién casados que no celebraban boda[4].

La cencerrada tenía lugar antes de la boda. Así se constata en Sermeo, Carranza, Nabarniz, Orozko, Zeanuri (B); Sara (L); Izpura (BN); Valcarlos (N). En otras localidades la reservaban para la noche de bodas si los casados se quedaban en el pueblo, o para su vuelta del viaje de novios (Berganzo, Bernedo, Gamboa-A; Busturia-B; Gatzaga, Zerain-G; Allo, Artajona, Garde, Sangüesa, San Martín de Unx, Viana-N).

Según Veyrin, salvo capitulación de las víctimas, este concierto se repetía desde la primera proclama hasta el día siguiente de la boda[5].

La costumbre de la cencerrada se desvaneció en la década de los años treinta; en algunas localidades perduró hasta los años cuarenta y cincuenta (Zeanuri-B; Lekunberri-BN; Viana-N). El recuerdo de esta antigua costumre se ha registrado prácticamente en todas las localidades encuestadas.

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País Vasco continental

En Sara (L) los viudos se casaban antes de amanecer a fin de no ser vistos y evitar burlas y toques de corneta de cuerno, turuta. A esto último llamaban turutak jo, "tocar cencerrada". Los jóvenes daban estas cencerradas en la proximidad de las casas de los novios durante una o_ más noches anteriores al casamiento. A veces colocaban cerca de sus casas parejas de muñecos que representaban a un hombre y a una mujer. Cuando se sabía el día en que los viudos se iban a casar y por dónde iban a pasar al ir a la iglesia, les ponían trabas en el camino, árboles y ramaje atravesados y otras cosas. Pero los novios lograban a veces evitar esto, obsequiando con vino a los jóvenes de su barrio. Las mismas burlas que a los viudos les hacían también a los viejos que trataban de casarse[6].

En Hazparne (L) el viudo que se volvía a casar era jaleado, pero sólo en caso de que lo consintiera. De lo contrario, nadie le atormentaba. Los jóvenes se divertían y armaban barullo cantando y tocando instrumentos u objetos que hacían las veces de ellos. Colgaban faroles en los árboles que rodeaban la casa.

En Lekunberri (BN) los jóvenes se organizaban para dar "charivari" en los casamientos de viudos y también cuando se daban relaciones adúlteras. En estos casos además del ruido provocado con cencerros, cazuelas y demás objetos cubrían con flores de puerta a puerta el camino entre las casas de los amantes.

En Arberatze-Zilhekoa (BN) cuando los recién casados rehusaban dar una cantidad de dinero a los jóvenes, éstos les hacían charivaris durante ocho o diez días. Una informante vio hacer un charivari en Donapaleu; los jóvenes tenían de 18 a 25 años. Tuvo lugar por la noche delante de la casa con canciones y haciendo ruido con viejas cacerolas. A otro, se lo hicieron el sábado por la mañana antes de su matrimonio; pero él les dio dinero y además les hizo entrar en casa para ofrecerles alguna cosa con lo cual los jóvenes se marcharon.

En Izpura (BN) no era raro que la ceremonia de boda entre viudos fuera precedida de noches ruidosas y de algaradas, galarosak (gauarabosak). Tenían lugar solo si la pareja no les daba dinero para lo cual una delegación de jóvenes acudía a la casa de cualquiera de los interesados para discutir la cantidad que habían de pagar.

En esta misma localidad a la salida de la iglesia se practicaba antaño, gathu eratsia, costumbre desaparecida hace tiempo, tal como señalan los informantes.

En Zunharreta (Z), cuando un viudo o una viuda contraía nuevas nupcias los jóvenes les reclamaban dinero para organizar una fiesta; si el viudo rehusaba le organizaban la cencerrada, tzitzarroska. Este es el relato de un informante:

"En 1916 j'ai participé deux fois à un charivari. A la suite d'une sombre histoire un homme est parti en Amérique, la femme restée au pays fréquentait un homme qui venait la voir de nuit: gros scandale! Quelqu'un a lancé l'idée du charivari; les jeunes n'attendaient que cela.

Le village est dans une vallée étroite et le charivari avait lieu dans le village voisin. Le tintamarre eut lieu de nuit; la montagne d'en face reverbérait tout le chahut! On était quatre du village (19, 15, 16 ans) et un grand de 25 ans. On rejoint les jeunes de l'autre village, en bordure du bois. Il y avait là tout un arsenal de cloches et de clochettes, de brebis, de vaches. Elles étaient attachées entre des arbres avec de la corde à linge. Il y avait aussi beaucoup de vieilles casserolles fixées de la même façon. On avait des cors en bois pour chasser les corbeaux (les chasses du maïs); on avait aussi des sortes de caisses montées avec des cordes cirées, en les frottant avec les mains elles vibraient (vaououou); on disposait aussi de porte-voix artisanaux avec lesquels on hurlait des couplets peu aimables. Il y eut beaucoup de bruit de 10 heures à minuit. Tous les villages écoutaient. Tout le monde rigolait!

Il y avait aussi berdura: traînée de verdure faite de feuilles dans la nuit du samedi au dimanche. La traînée reliait les maisons des deux sujets... En allant à la messe tout le monde voyait berdura.

En principe le veuf payait de bonne grâce, avant toute manifestation. C'est que me disait mon père dans ma jeunesse. Mais il y eut un veuf qui ne voulait rien savoir et qui tira des coups de feu sur le charivari qui c'était trop approché de sa maison. Les jeunes répliquèrent: le dimanche suivant, ils formèrent une bande à la sortie de la messe, montés sur des ânes, mais à l'envers. Ils lui ont fait un cortège jusqu'à chez lui."

(El año 1916 yo participé dos veces en un charivari. A raíz de una historia oscura un hombre marchó a América; su mujer que quedó en el pueblo se relacionaba con un hombre que le visitaba de noche. Estalló el escándalo y alguien lanzó la idea de hacer un charivari; los jóvenes no esperaban otra cosa.

El pueblo está en un valle estrecho y la cencerrada se dió en la localidad vecina. El concierto tuvo lugar de noche y en la montaña de enfrente rebotaba todo el jaleo. Eramos cuatro de 19, 15 y 16 años y uno mayor de 25. Se unieron a nosotros los jóvenes del pueblo vecino en el lindero del bosque. Allí había todo un arsenal de cencerros y esquilas de ovejas y de vacas que fueron atadas entre los árboles con cuerda de tender la ropa. Había también muchas cazuelas viejas que se ataron de la misma manera así como cuernos de madera de los que se utilizan para la caza de cuervos (cazas de maíz). Había además una especie de cajas montadas con cuerdas enceradas, que frotadas con la mano producían vibración; contaban también con altavoces artesanales con los que vociferaban coplas poco amables. Hicieron mucho ruido desde las 10 hasta la medianoche. Se oyó la cencerrada en los barrios del entorno y todo el mundo se divirtió.

Existió también la costumbre de cubrir con hojas y plantas un camino en la noche del sábado al domingo. Este "alfombrado" unía las casas de los sujetos (que eran delatados). Cuando la gente iba a misa veía el "reguero".

Lo usual era que antes de que se produjera cualquier manifestación de éstas, el viudo que iba a casarse pagara de buen grado. Esto me decía mi padre siendo yo joven. Pero hubo un viudo que no quería saber nada y tiroteó a los del charivari que se habían aproximado demasiado a su casa. Los jóvenes replicaron; al domingo siguiente a la salida de misa formaron una tropa montados al revés sobre los burros. Así montados, le acompañaron hasta casa).

Gipuzkoa

En Gatzaga los jóvenes se ocultaban al anochecer detrás de un matorral o un muro, con la mirada puesta en la ventana de la habitación nupcial. Tan pronto como ésta se cerraba o veían que se apagaba la luz, comenzaba una solemne y sonora cencerrada, arranak jotea, lanzaban cohetes, lekaixos, sonaban las toberas y los cencerros. El concierto duraba hasta la madrugada; al amanecer y abrir de nuevo la ventana, posiblemente, recibían el saludo de un horrible espantajo colocado en la misma[7].

En Elgoibar se ha recogido que además del ruido obtenido del choque de sartenes, tapas de cazuelas y otros instrumentos se tocaba el cuerno, adarra jo.

Eltza orra. Zerain (G), 1980. Fuente: Karmele Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.

En Zerain se cantaban toberas, tobarak, a los viudos o entrados en años —en ocasiones también a novios jóvenes— bajo la ventana de los recién casados. Los jóvenes cantaban hasta que el novio les lanzaba desde la ventana una cantidad de dinero. Si lo consideraban suficiente se marchaban; de lo contrario seguían cantando y volvían tres o cuatro noches más, hasta que el novio, aburrido, volvía a abrir la bolsa.

(Gu gazteak giñela (1910), alargunek edo zaartxamar ezkondu ezkero tobarak jotzen zitzaien. Tobarak jotzea gaztek biltzen ziran, eta gaubean ezkondu ziranen baserrira joan eta kuartoko leion azpiin kantatzen zuten, burni soiñuakin lagunduz. Ixiltzeko, senarrak leioa iriki ta dirua bota beartzun, naiko bazan gazteek artu ta joaten ziran. Baiñan naikoa ezpazitzaien iruitzen an egoten ziran, ixildu barik, eta urrengo egunean berriz eta alan lau edo bost egun, senarrak azkenean aspertuta naiko dirue eman eta bialdu arte).

Los cantos se acompañaban del ritmo producido por el sonido de unas varillas de hierro y además tocaban la eltzeorra. Es éste un puchero grande de barro al que le falta la base y le cierran la boca con una piel, generalmente de gato, tensada por medio de un fleje de castaño o avellano. La ,piel está agujereada en el centro y por este orificio se pasa una cuerda bien untada con manteca que produce un gran ruido. Antiguamente este instrumento se utilizaba para espantar alimañas y fieras.

Bizkaia

En Abadiano cuando se casaba algún viudo, los jóvenes tocaban de víspera los cencerros, arranak jo, por todo el pueblo. El día de la boda se reunían ante la casa de la novia y tocaban los cencerros durante el trayecto de la comitiva hasta la iglesia. Para librarse de estas cencerradas se casaban muy temprano o mantenían en silencio el lugar y la hora de la ceremonia.

En otros pueblos del Duranguesado existió la misma costumbre. Por los años veinte, en Berriz, a los que se casaban en segundas nupcias les solían tocar los cencerros[8].

En Bermeo la cencerrada se anticipaba al segundo día de amonestaciones, bigarren deiedien. En Zeanuri una cencerrada, arran jotea, ofrecida a contrayentes viejos en los años veinte se prolongó una semana con fastidio hasta del mismo vecindario. Pero generalmente tenía lugar cuando los novios se trasladaban desde casa a la iglesia. En Nabarniz los jóvenes de la vecindad armaban un gran alboroto con tambor en algunos casos y en otros metían ruido golpeando calderas viejas o tapas de pucheros. En Ajuria Muxika cuando se casaba un solterón, sus amigos acudían la víspera del día de casamiento a su casa y le daban una sesión de tambor. En Orozko se recuerda una cencerrada en el casamiento de una señora jibosa con su criado. En esta misma localidad dicen que además de meter ruido con lo que fuese, les cantaban versos a los novios.

En Urduliz a la salida de la iglesia los jóvenes del pueblo les preparaban una sorpresa que consistía en unir mediante cuerdas botes y latas de conserva que arrastraban por el suelo mientras iban tras ellos. Por la noche iban a casa de los recién casados y les daban golpes en ventanas y puertas.

En Carranza las cencerradas tenían lugar antaño cuando uno de los contrayentes era viudo. Mozos, chiquillos y hasta hombres de pueblos inmediatos se reunían, llevando cencerros, campanillas y petroleras para causar un ruido estrepitoso que simbolizara el desagrado o censura por el matrimonio proyectado. Vicario de la Peña transcribe un recuerdo personal que se remonta a finales del siglo pasado: "En mis juveniles tiempos recuerdo la cencerrada más famosa y duradera que se ha dado por casarse dos viudas, una de Concha y otra de La Revilla; la cencerrada iba desde Concha a Revilla y viceversa hasta que se casaron. La broma duró más de tres meses realizándose los sábados y domingos a la noche, durante varias horas y con el mayor estrépito, sin que fuese bastante a templar las furias de la cencerrada el que les echaran erradas de agua de los balcones de los cencerrados, ni el que uno de éstos les amenazara con su escopeta"[9].

Álava

En Amézaga de Zuya la cencerrada tenía lugar por la mañana, el mismo día de la boda y antes de ésta. Los mozos del pueblo solían ir a caballo o en yegua hasta la casa del novio; se colocaban delante de la ventana y hacían sonar las campanillas, los cencerros o los botes que llevaban. En Artziniega se prolongaba durante el trayecto que realizaba la comitiva nupcial desde la casa hasta la iglesia.

En Apodaca recuerdan un casamiento de viudos que se celebró de noche; alguno del pueblo los vio ir a la iglesia y avisó a los mozos; éstos sacaron todos los rebaños y el ganado del pueblo y lo pusieron delante de la iglesia por donde tenían que pasar los novios. Tuvieron los rebaños paseando por el pueblo hasta el amanecer.

En Mendiola los mozos del pueblo tras quitar los cencerros al ganado acudían a la iglesia el día de la boda haciendo con ellos el máximo ruido posible.

En Berganzo la cencerrada con calderos y cencerros tenía lugar en la noche de bodas. Los mozos cogían unas zumbas de vacas e iban a sacudirlas debajo de la ventana del viudo. Estos no tenían más remedio que aguantar la broma. La cencerrada a los viudos era considerada una deshonra y en alguna ocasión, la familia de los recién casados arremetió duramente contra los mozos.

En Salvatierra la cencerrada —y más antiguamente la pimentonada— tenía lugar preferentemente a la hora del banquete. Cuando la cencerrada era previa al casamiento, lo normal solía ser que los mozos del pueblo se apostasen debajo de la ventana del novio.

En Gamboa algunos informantes recuerdan que se ataban cencerros a la ventana de los recién casados y los hacían sonar mientras permanecían escondidos entre los arbustos. Otros informantes dicen que se llegaba en grupo hasta debajo de la ventana y cantaban y metían ruido con diversos artilugios metálicos.

En Valdegovía la mocería organizaba cencerradas con motivo del casamiento de viudos o viejos. Se dirigían a la casa de los recién casados y en la puerta o debajo de la ventana de la que se presumía habitación conyugal, se hacía todo el ruido que se podía con botes, cencerros, gritos y canciones.

En Moreda no se recuerda la cencerrada como tal pero sí algunas bromas como la de ponerles colgado del somier un cencerro en la noche de bodas; también la de echarles sal en la cama, ponerles un cardo o colocar las sábanas en forma de petaca (dobladas con el fin de que no pudieran estirar las piernas).

Navarra

En Viana hasta la década de los cuarenta existió la costumbre de dar la cencerrada cuando se casaban viudos o personas de edad avanzada. Consistía en acudir por la noche a la casa de los recién casados y frente a ella les sacaban los trapos sucios, recordándoles sus cónyuges difuntos y fingiendo lloros. A la vez que gritaban y cantaban hacían sonar cencerros de ovejas, cabras y vasijas metálicas. Su finalidad era que no durmiesen en toda la noche y organizar un espectáculo satírico en donde actores y concurrentes se lo pasaran en grande. A veces se echaban cohetes dirigidos hacia la puerta de la casa.

En Sangüesa en el caso de matrimonio de viudos o de personas mayores, y si se habían quedado los recién casados a dormir en el pueblo, algunos mozos organizaban cencerradas acudiendo a altas horas de la noche a la casa con cencerros de vaca y de oveja, haciéndolos sonar sin parar y profiriendo gritos e incluso canciones picarescas. Con frecuencia estas manifestaciones ruidosas se pasaban del límite tolerable y de la decencia y a causa de ello se originaban conflictos y desaveniencias entre los vecinos, por lo que frecuentemente la autoridad promulgaba su prohibición. En las Ordenanzas Municipales de la Ciudad del año 1880 se señala: "Se prohibe dirigir o tomar parte en cencerradas u otras reuniones tumultuosas en ofensa de alguna persona".

En San Martín de Unx se ha recogido que en la localidad próxima de Beire había costumbre de celebrar estos casamientos de manera jocosa. Los cencerros, o esquilas para el ganado, servían para dar asonadas o lo que posteriormente se llamó cencerradas. Los grupos de mozos se juntaban con motivo de "una boda ente" (por ejemplo, la boda de un novio chiquito con una novia grande, o de una joven con un viejo) y cuando los novios estaban en el momento de la noche en que no deseaban que nadie fuera a importunarles, les ofrecían bajo la ventana, con cencerros en las manos, el concierto más horrísono y maldito que se pueda imaginar. Se salpimentaba la música con canciones picantes y los novios no tenían otro remedio que aguantar, pero a veces "hacían colera" y lanzaban el orinal contra la mocina.

Asoada. Castaing de Roquefort. (Landes) 1847. Fuente: Dessin de L’Ilustration. 7 agosto 1847, in Le Goff, Jacques, Schmitt, Jean-Claude. Le Charivari. Paris, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1981.

En Obanos la cencerrada consistía en cantar lo que se les ocurría a los jóvenes, meter ruido alrededor de la casa y subirse a los tejados próximos "haciendo el gato". Un informante recordaba que "se les hacía cencerrada si se quedaban en el pueblo; los mozos se subían por los tejados. No se les dejaba dormir y si el novio protestaba seguían varias noches dándoles la lata; e incluso llegó a intervenir la Guardia Civil. Si el novio era listo, la primera noche sacaba a los mozos pastas y vino y éstos se iban tranquilos y no volvían a molestar".

En Artajona la cencerrada la daban los niños el día que regresaban los novios del viaje. Acudían a casa de éstos equipados de cencerros, perolas, palos para golpearlas, cuberteras y tapaderas que usaban como platillos. Una vez que se aseguraban de que los recién casados se encontraban en el domicilio, comenzaban la cencerrada. La única manera de conseguir que dejaran de tocar era que la esposa saliera al balcón y les echara caramelos. En más de una ocasión los recién casados mostraban su desagrado no dándoles ningún obsequio.

En Valcarlos[10] cuando los mozos de la villa se enteraban de algún lío amoroso y clandestino que se salía de lo normal, verbigracia el de un viejo con una joven, un mozo con una quintañona, o un viudo que pretendía cambiar de estado, organizaban galarrosa[11] para burlarse del galán y, en su caso de la enamorada. Galarrosa no era una cencerrada con esquilones y estruendo de cacharrería. Consistía en un diálogo que mantenían, de noche y a distancia, dos cuadrillas de mozos[12]. Una de las cuadrillas se apostaba en las inmediaciones de la casa del festejado y la otra en el extremo de la calle. O una de ellas se subía a un monte próximo, mientras la otra permanecía en el pueblo.

El diálogo podía ser el siguiente:

Badakizue berria? (¿Ya sabéis la noticia? decía el primer grupo).

Zer berri? (¿Qué noticia? respondía el segundo grupo).

Berri handi eta gutxik dakitena! (¡Una gran noticia que pocos conocen!).

Zer da, ba? (¿Qué es?).

Halako zaharrek badila nahasmen! (Que tal viejo tiene un "lío").

Norekin? (¿Con quién?).

Halakoren alabarekin. (Con la hija de fulanito).

En el caso de que el contrayente fuera viudo:

Zer berri ? ( ¿Qué noticias hay?).

Alargun bat dela ezkontzen. (Que se casa un viudo).

Norekin? (¿Con quién?).

Oilandaño batekin. (Con una jovencita).

Nor duk hora? ( ¿Quién es ella?).

Denok dakizuen... (... que todos conocéis).

Una costumbre semejante se practicaba en Castejón (N), según la encuesta del Ateneo[13], a principios de siglo. Se denominaba El periquillo y consistía en ponerse dos, tres o más pandillas repartidas por las afueras del pueblo. Una de ellas tocaba un cuerno y hacía una señal, contestando otra pandilla tocando otro cuerno y haciendo otra señal.

Los primeros con voces estentóreas, preguntaban: ¿Quién se casa? Y contestaban los segundos: Fulano con fulana.

Qué le regala? preguntaban los primeros.

A lo que los segundos respondían:

Un mandil para taparse el perejil! o

Una vasilla para, a palos, contarle las costillas, o

Un bonico rabote para llevarla al garrote[14].

La misma encuesta del Ateneo aporta la descripción de escenificaciones burlescas que tenían lugar en el caso de boda de viudos. Llevaban un par de mulas tirando de un trillo, en el que habían colocado un caldero grande con lumbre y en él, por incienso, arrojaban chiles, guindillas picantes y excremento seco de buey —vaco—; después iban bajo palio los novios, luego un guiñapo a modo de estandarte y, por último, otro trillo donde tres o cuatro personas simulando ser de la familia de la anterior mujer hacían grandes demostraciones de sentimiento porque el acto al que acudían no era el entierro del viudo.

En esta misma localidad en otra ocasión, abría la marcha el trillo tirado por mulas con el caldero que despedía un humo y olor infernales; luego un carro con dos asientos en el que hicieron subir a los novios y así los condujeron a la iglesia y después a su casa. Detrás del carro iba un hombre vestido de mujer, montado en un borrico haciendo que hilaba y dirigiendo frases cariñosas a la novia, recomendándole los dos hijos que el novio tenía, y diciéndole a la puerta de la iglesia que no se casase, porque iba a ser una verdadera madrastra[15].

En algunas localidades de Laburdi, Zuberoa y Baja Navarra antiguamente en pleno día, en el recorrido de la alcaldía a la iglesia, los novios soportaban formas de conducta ultrajante. Acompañaba a los esposos a la iglesia un cortejo de honor con música y versificador a la cabeza, unos monaguillos gordos les ahumaban con el humo producido por pimientos verdes que iban asando en pucheros de barro con los que les incensaban[16].

* * *
 

La costumbre de dar la cencerrada a los viudos fue recogida a principios de siglo en la encuesta del Ateneo[17]. En Monteagudo (N) las cencerradas consistían en producir ruidos grandísimos con diferentes objetos, quemar botas viejas y cantar coplas referentes a actos realizados por los novios durante sus relaciones. En Pamplona (N) se reducían a silbar; en Tafalla (N) la gente seguía a los novios hasta su casa tocando almireces, sartenes y cencerros. En la Burunda (N) en las bodas de viejos y viudos se daba la cencerrada la víspera de la ceremonia por la noche con latas de petróleo, cencerros, almireces, etc. cuando se trataba de algún infeliz que era incapaz de manejar una estaca.

En Llodio (A) en las noches que precedían a la boda había tremendas cencerradas en las que intervenían hasta los casados. En Castejón (N) comenzaban a dar la cencerrada antes de la primera amonestación y terminaban la noche de bodas. En Tolosa (G) alguna rara vez, si se casaban viejos, viudos o de edad desproporcionada se les daba la cencerrada que consistía en gritar, silbar y hacer ruido con calderos u otros objetos análogos. En la encuesta de Estella (N) se hacía constar que ya por entonces las cencerradas eran más moderadas que antiguamente.


 
  1. Perpetua SARAGUETA. “Mezkirizko etxe-barnea” in AEF, XXXI (1982-1983) p. 46.
  2. Según Azkue, el vocablo tobera, originariamente significa la tolva de un molino, y por extensión la serenata que con golpes dados sobre tolva se da a los recién casados. Cfr. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 462.
  3. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 278.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 278.
  5. Philippe VEYRIN. Les basques de Labourd, de Soule et de Basse Navarre. Leur histoire et leurs traditions. Bayonne, [1943], p. 268.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara (VI)” in AEF, XXIII (1969-1970) pp. 97-98.
  7. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, pp. 163-164.
  8. León de BENGOA. “Costumbres de Berriz” in AEF, I (1921) p. 111.
  9. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao, 1975, p. 323.
  10. José Mª IRIBARREN. Historias y Costumbres. Pamplona, 1956, p. 221.
  11. A las serenatas chariváricas, que son las formas más simples del charivari, que apenas aporta elementos dramáticos, se denomina galarrotsa en Laburdi y Baja Navarra, y tzintzarrotsa en Zuberoa.
  12. José Mª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, pp. 93-94.
  13. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDk.
  14. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDk.
  15. José María Iribarren en su obra Retablo de curiosidades. Pamplona, 1954, pp. 190-191, relata con detalle una cencerrada, asonada, en Miranda de Arga (N) hacia mitades del siglo pasado.
  16. Philippe VEYRIN. Les basques de Labourd, de Soule et de Basse Navarre. Leur histoire et leurs traditions. Bayonne, [1943], p. 268.
  17. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDk.