Cierre de las ventanas. Andavillas, pasadores
En Artajona (N) el sistema de cierre de las ventanas más común y primitivo es el de las andavillas de madera, lengüetas giratorias sobre un clavo pasado por la cabeza, puestas en los travesaños alto y bajo. Los ventanillos se cierran también con andavillas. Posteriormente se utilizaron pasadores metálicos. Las andavillas se conservan en ventanas antiguas aunque van desapareciendo sustituidas por otros sistemas. Las fallebas de hierro, acodilladas por uno o ambos extremos, vienen a ser una derivación de los antiguos pasadores. Se han empleado en época moderna, sobre todo en ventanas y balcones.
En Allo (N) hay dos sistemas de cierre bastante frecuentes. Uno de ellos se emplea en las ventanas de dos hojas, muy habituales en la planta que hace de vivienda o primer piso. Se trata de dos pasadores largos, colocados uno arriba y abajo otro, que cazan una hoja contra la otra y las sujetan al marco. Los ventanillos se cierran con una aldavilla, especie de lengüeta de madera que gira sobre un clavo. El otro sistema es una barra de hierro horizontal y pasante desde un extremo al otro del marco. Alguna ventana cuadrada de granero, que tiene también un ventanillo en el centro, puede ser cerrada con una tabla que se desliza por dos pasadizos horizontales.
En Abadiño (B) las ventanas se cerraban con pestillos de metal, pero los de las tapas eran de madera, txarakil, y solían ser de fabricación casera.
En Zeanuri (B) muchas ventanas tenían su postigo y se sujetaban con un listoncito giratorio de madera, txamela; otras eran de dos piezas y se sujetaban al cerrar con una barra de hierro, trangea.
En Luzaide/Valcarlos (N) hay un procedimiento primitivo de cierre que todavía pervive en varios caseríos. Se trata de una barra de madera, ligeramente más larga que la altura de la ventana, que gira sobre un clavo central en la cara interior del montante. Sirve para el bastidor de cristal o ventana propiamente dicha. Cuando se encuentra en posición vertical los extremos alcanzan la ranura de dos ángulos de hierro fijos en los marcos. Otro sistema de cierre se verifica a media altura por medio de un sencillo gancho que encaja en la anilla que lleva uno de los marcos de la ventana de cristal. El gancho parte de la hoja superior o montante, con lo que quedan bloqueadas las dos. Finalmente existe otro tipo de cierre más complicado que los anteriores. Consiste en una chapa larga de hierro fija por uno de los extremos a la cara interior de la primera contraventana. Al cerrarse ésta, el extremo libre sobresale hacia la segunda hoja. Va provisto de un doble gancho y dos ranuras, que encajan en sendos pasadores con hembrilla para cada gancho, provenientes de la otra contraventana. El cierre se efectúa a media altura.
En Ribera Alta (A) las ventanas se cerraban por medio de dos pestañas de madera colocadas una en la parte superior central y la otra en la inferior. Estas pestañas, que recibían y reciben el nombre de charabetas, estaban atornilladas al marco de la ventana pero podían girar hacia donde interesara. Cuando se cerraba la ventana se hacía girar la pestaña o charabeta para que montara sobre la hoja. Un sistema posterior es la falleba consistente en una manilla central que acciona una varilla de hierro que recorre verticalmente la hoja que monta y cuyos extremos encajan en la parte superior e inferior de la ventana.
En Monreal (N) para cerrar las ventanas se recurría a pestillos.
En Moreda (A) lo que más se emplea para el cierre de las ventanas son los pestillos. A las ventanas se les solía poner un hierro cruzado y llevaban pestillos de madera para cerrar las contraventanas, que son conocidos con el nombre de taravillas y en realidad consisten en unos simples tacos de madera.
En Agurain (A) el cierre de las ventanas ha sido mediante maratillas de madera, pasadores de hierro o fallebas; los ventanillos mediante el mismo procedimiento.
En Aintzioa y Orondritz (N) las contraventanas se cierran por dentro con una especie de tranca que, sujeta a una de las contraventanas, cae sobre la otra al cerrarlas.
En San Martín de Unx (N) una de las maneras de cerrar las contraventanas era mediante una barra que caía desde una jamba de la ventana, encajándose en unos enganches que tenían las mismas contraventanas por dentro, de modo que sólo podían librarse desde el interior. Estas contraventanas tenían una mirilla circular.
En Orozko (B) el cierre de ventanas y contraventanas se hace mediante un zoquetillo de madera, karabilla. Al cierre de las contraventanas, cuando es metálico y con forma de media mariposa, también se le llama karabillia o txorie. Asimismo las ventanas se han cerrado con pasadores metálicos, pasadoreak, cuyas lengüetas al deslizarse encajan en una pieza de hierro que no permite abrirlas.
En Ajangiz y Ajuria (B) para cerrar las contraventanas por dentro se utilizaba un taco de madera llamado txaramela, con un tirafondo en el medio para que pudiera girar, que se colocaba en el medio de la contraventana. En Munitibar (B) este mismo artilugio recibe la denominación de maratila.
En Gautegiz-Arteaga (B) el sistema de cierre de las contraventanas, kontrabentanak, se denomina txirritxola.