Cuidados

Los cuidados de los árboles consisten en la poda de los mismos, la limpieza de la tierra en la que crecen, su abonado, diferentes tipos de laboreo y, sobre todo en tiempos recientes, los tratamientos fitosanitarios.

En Moreda (A) en líneas generales los pocos frutales de cada variedad que hay en los campos y huertas se podan todos los años. La verdadera poda se les hace en invierno, en verano se les quitan las ramas secas ya que en invierno este hecho pasa inadvertido al carecer de hojas. El criterio de la poda que se sigue con los árboles frutales es sencillo: cortar las ramas viejas y dejar las jóvenes de modo que la recolección de los frutos se pueda realizar cómodamente. Las higueras por regla general no necesitan podarse.

En esta localidad alavesa la poda del almendro se practica igualmente durante el invierno. Algunos la realizan pronto, según se termina la recolección del almendruco en otoño, concretamente en el mes de noviembre antes de que se caiga la hoja con el fin de ver mejor cuáles son las ramas que están secas y cuáles las que se mantienen verdes. El criterio que se sigue a la hora de podar almendros es el mismo que se emplea para cualquier otro tipo de árbol: se entreclaran, se quitan las ramas que medran verticales, se cortan los chupones que “se llevan la fuerza” y se sierran las secas, amarillas y enfermas. Se abre el almendro y no se le deja crecer en altura, se prefiere que medre a lo ancho.

También se les da una mano con el cultivador del tractor, primero de alto en bajo y después se cruza. Tiempo después, cuando la tierra se ha oreado, se les da una mano con el rotavátor. La zona de debajo de los almendros, más próxima al tronco del árbol, se cava a mano ya que el cultivador no llega a remover la tierra hasta ese lugar. Hoy en día algunos matan la hierba empleando herbicidas.

Cavando almendros. Moreda (A), 1984. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

Antaño se abonaban con ciemo cuando en las casas había animales. Hoy se emplean abonos minerales. Se considera que cualquier tipo de abono que se tenga en casa es válido, ya sea para el cereal o para el viñedo. Hasta los años 1960 se esparcía a mano, se llevaba el abono en una capacilla y se echaba a puñados, luego se tapaba con el cultivador del tractor. Hoy en día se recurre a la abonadora del tractor.

Los nogales se tratan de pequeños contra la gardama. Se les echa sulfato de cobre contra el mildeo e insecticidas contra la gardama.  A los almendros les ataca el pulgón verde, también conocido como aboyadero, durante el mes de mayo si llueve y hace frío. Cría en las hojas y hace que se retuerzan. Ocurre cuando el almendruco está pequeño. Se tratan los árboles con sulfato de cobre y con insecticidas que combatan el pulgón verde.

Los nogales no se suelen podar, algunos lo más que hacen es eliminar algunas ramas altas que son difíciles de alcanzar en la recolección, aunque esto tampoco importa mucho porque las nueces acaban cayendo con el viento. También se les cortan las muy bajas que impiden el paso de la maquinaria o que estorban. Los nogales se cavan a mano y a veces, al estar junto a los ríos donde nace mucha maleza y matorrales, se limpian con una hoz.

En Apodaka (A) las podas de los frutales se realizan por la mengua de enero o febrero. Los de pepita en la de noviembre o diciembre.

En Valderejo (A) a los únicos frutales que se les dedicaba algún cuidado era a los que estaban situados en las huertas o herranes, a estos se les practicaban podas y en el caso de los manzanos y los ciruelos  se les aplicaba cal en el tronco para protegerlos de las plagas.

En Argandoña (A) apenas se dedica tiempo a su mantenimiento, lo habitual es reducir los cuidados a la poda de las ramas en invierno, cuando no tienen hoja, y tratar alguna que otra enfermedad como el pulgón, el oidium o el mildeu. Actualmente si un frutal no da frutos se arranca y se planta otro nuevo en su lugar que se adquiere en el mercado.

En Agurain (A) los árboles de las huertas son tratados con plaguicidas sobre todo durante los meses de frío. Algunos agricultores pintan los troncos de los árboles con cal, aunque en la actualidad se les da un aceite especial en invierno y un insecticida, además de sulfato de cobre hasta que empiezan a echar la hoja; más tarde, en primavera, más o menos cuando brota la hoja, se les echa un insecticida para el pulgón o un fungicida.

En Ribera Alta (A) no es habitual encontrar labradores expertos en frutales, a lo sumo realizaban la poda en la menguante de febrero, pero no trataban los árboles en invierno con productos específicos.

En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) antaño apenas se cuidaban los frutales, hoy en día se podan, injertan y se tratan con productos químicos. Cuando los árboles frutales tenían arañuela se ponían hojas de cepeña alrededor del tronco.

En Apellániz (A) consideraban que los árboles frutales no debían podarse, simplemente se limpiaban poco antes de la primavera de algunas ramas inútiles. Para incrementar la cosecha se debían abonar, también en primavera, con basura de la cuadra, removiendo la tierra a su alrededor. Cuando la cosecha de fruta era muy abundante, cosa que ocurría pocas veces, para evitar el desgarro de las ramas por el mucho peso, se les colocaban horcones, palos con el extremo superior en forma de V en donde encajaban las ramas.

En Viana (N) antes cavaban los pasillos entre las filas de los frutales, ahora ya no, dejan crecer la hierba ya que de esta manera la tierra conserva mejor la humedad y cuando cae la fruta del árbol se golpea mucho menos que sobre la dura tierra. Muchos de los frutales hay que podarlos a partir de últimos de febrero.

Antes no se trataban los frutales, pues tenían muy pocas enfermedades, alguno solamente les echaba una mezcla de lejía y de agua. Ahora dicen que “cogen todas las enfermedades”, sobre todo la abolladura, en que se retuercen las hojas y dentro se cría el pulgón. Otras veces les ataca el gusano o gardama, que pone los huevos en la flor y luego el fruto queda asapado por el interior. Ahora si no se tratan varias veces los árboles con veneno, por lo menos antes y después de salir la hoja, no se garantiza el buen fruto. Estos productos los adquieren en el comercio, el más apropiado para cada tipo de árbol. Un enemigo de los frutos difícil de combatir son los pájaros, sobre todo algunas especies como los tordos. Es preciso poner redes en algunos árboles, como en los cerezos, o bien cintas y plásticos con latas metálicas o cristales para que hagan ruido y reluzcan.

En Izurdiaga (N) ha habido gran variedad de árboles frutales y se les cuidaba aplicándoles cal mezclada con agua en el tronco para que no les atacasen los parásitos que perforan la madera.

En San Martín de Unx (N) el almendro se poda en diciembre. Se deben combatir asimismo las plagas que atacan los frutales, ya que son muy sensibles. Por ejemplo, el manzano es presa de la arañuela. Se desinfectan regularmente con el mismo antiséptico que se da a las viñas.

En Cárcar (N) los árboles frutales se podaban durante el mes de enero y febrero, primero los de hueso y luego los de pepita. En abril se procedía a echar insecticidas para las orugas y el pulgón. Los almendros se abonaban en enero y febrero.

En Valtierra (N) los mayores problemas eran las plagas de insectos, orugas, pulgones, etc., que se solían atajar con azufre hasta la aparición de los insecticidas y sulfatos. Otro enemigo importante eran los pájaros, a los que trataban de alejar con espantapájaros, trampas, cepos de goma y a veces a escopeta.

En Obanos (N) en las zonas de regadío los árboles frutales se riegan por el sistema del “gota a gota”, no por inmersión como en las huertas.

En el Valle de Carranza (B) en cuanto a la poda de los manzanos los informantes cuentan que en tiempos pasados no se llevaba a cabo, al menos como es conocida hoy en día en los árboles que se comercializan.

Aunque no se puede decir que ejecutasen una poda de formación, lo cierto es que primaban una determinada forma en los manzanos encaminada a compaginar el cultivo de estos frutales con el aprovechamiento del pasto que crecía bajo ellos, bien mediante siega o pastoreo.

Se procuraba tener árboles con un único tronco limpio de ramas hasta el metro y medio de altura aproximadamente. De aquí partían hacia arriba tres o cuatro ramas gruesas o quimales. De ellas nacían las secundarias en las que se formaba la fruta. Crecían hacia el exterior ya que la única labor de poda, que definen como entresacarlos, consistía en eliminar las ramas que salían hacia el centro. También se cortaban las ramas bajas y las que como consecuencia de haber estado cargadas de manzanas quedaban domadas hacia el suelo.

Poda de manzanos. Mendata (B), 2015. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

De este modo se permitía el tránsito cómodo entre manzanos, se podía segar la hierba sin obstáculos, se podían meter ovejas para que pastasen la hierba y el sol llegaba hasta el suelo permitiendo el crecimiento del pasto. Como indica gráficamente un informante, “se intentaba que el sol entrase por debajo y las manzanas creciesen arriba”.

En tiempos pasados se preferían los árboles de formato grande ya que rendían una producción mayor de manzanas y requerían unos trabajos mínimos de mantenimiento, además ofrecían un mayor aguante a la acción del ganado que pastaba entre ellos y eran más resistentes a la acción de plagas y parásitos.

Los informantes de más edad partidarios de estos voluminosos manzanos consideran que las técnicas de poda que han conocido en tiempos recientes suponen un modo de castigo excesivo a los árboles, además de pensar que requieren una dedicación excesiva.

Los cuidados de los avellanos se reducían a cortar durante el periodo invernal los chupones que nacen en torno a la mata y los que crecen en algunas ramas adultas para de ese modo evitar que en la campaña siguiente le resten alimento a la formación de las avellanas.

En Gautegiz Arteaga (B) los manzanos se podan durante los meses de diciembre, enero y febrero. Hay que quitarles los chupones porque les restan savia (“zepak kendu egin behar jakoz, txupoiak dira eta”), también las ramas secas (“adar igerrak be bai”). De igual modo se procede con los perales. El cerezo, kerizie, se podaba después de recogidos los frutos. El naranjo en marzo y el limonero en agosto, con la particularidad de que da fruto a lo largo de todo el año. La higuera cuanto más se poda, da más frutos.

Para podar los chupones se sirven de la podadora, las ramas grandes las cortan con el serrote, también se ayudan de las tijeras de podar.

Hoy día hay que tratar toda la fruta porque si no se pudre rápidamente. Aún así hay personas que no recurren a pesticidas aún a riesgo de tener que comer la fruta rápidamente o regalarla, ya que así la consideran más sana.

En Amorebieta-Etxano (B) se limpia algo la base del árbol para evitar que crezcan la hierba y las zarzas. Los manzanos y los perales se podan hacia febrero. Según una informante se podan los frutales cuyo fruto no tiene hueso, pero los que lo tienen, como el melocotón y la ciruela, no; tampoco el nogal y el avellano. Otro informante detalla que el manzano tiene púas machos y hembras, arrak eta emiak. Las púas macho son más suaves al tacto y tienen una forma propia distinta de las púas hembra. Se conocen perfectamente cuando el árbol está sin hojas en invierno y son las que hay que podar. El manzano y el peral hay que podarlos bastante, al igual que el cerezo, el ciruelo no mucho y el melocotón algo más que el ciruelo. Al avellano solo se le quitan las nuevas guías que crecen de su raíz. Se considera que cuanto menos se toca la higuera y el nogal es mejor.

Frutales encalados. Bolibar (B), 2016. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Bedarona (B) los árboles frutales se podaban y se podan en la luna menguante de febrero para que no pierdan mucha savia. Para la poda tanto antes como hoy en día se utilizan tijeras de podar.

En Hondarribia (G) antiguamente se cuidaba el suelo situado bajo los frutales. Para un casero era un orgullo tener los mejores manzanales. Se quitaban las malas hierbas y se añadía el humus de hojas del río Bidasoa que era el mejor abono posible; también se añadía simaurra, estiércol. Se abonaba dos veces al año.

Se podaban algunas ramas cuando caían hacia abajo para que no estorbaran al trabajar bajo los árboles y no estuvieran al alcance del ganado que solía pastar debajo. Incluso se solía sembrar maíz y alubia debajo de los manzanos; recuerdan recoger alubias enredadas a las ramas de los árboles.

En Elgoibar (G) antes a los manzanos se les trataba bien, para ello era necesario labrar la tierra para luego abonarla. Esto se hacía sobre todo con el manzano considerado bueno, aquel cuya manzana iba destinada al consumo y crecía en un terreno escogido. Además se le entresacaban un poco las ramas. Sin embargo el destinado a la producción de sidra solía plantarse en terrenos más pobres. Antaño las plagas eran de menor consideración puesto que había gran cantidad de manzanas y aunque algunas acabasen con gusano eran muchas las que se mantenían sanas debido a su abundancia. El manzano que daba raineta no se podaba, ya que entonces no daba fruto y solo se quedaba para madera.

En Beasain (G) el entretenimiento anual que requiere un árbol frutal es la poda. Cuando los manzanos eran jóvenes se podaban anualmente en la creciente de los meses de invierno, al poco de las Navidades, antes de que empezara a moverse la savia en el árbol, “arbolaren izardie moitzen hasi baino lehen”. Para podar siempre se han conocido las tijeras de podar. El ciruelo también se podaba en creciente y el castaño, el nogal y el cerezo en menguante.

En Zerain (G) para que los frutales proporcionasen mejores frutos en invierno se les podaban, bakandu, parte de las ramas, luego se escardaba la tierra y se le añadía estiércol. En primavera se blanqueaba el tronco con cal.

En Donoztiri (BN), a fin de que aumentase el rendimiento de los árboles frutales, era costumbre abonarlos por primavera con basura, lur ustela, o con estiércol, ongarria.