El celibato religioso
Una de las opciones de vida, juntamente con el matrimonio, ha sido el "entrar en religión", haciéndose fraile o monja o acceder al estamento clerical mediante las órdenes sagradas. Tanto el estado de vida de los religiosos y las religiosas como el de los sacerdotes implican el celibato. Pero, en la consideración popular, a los que optan por esos modos de vivir no se les incluye en la categoría de los solteros.
La entrada en religión se expresa mediante un solemne rito de paso denominado "profesión religiosa" que indica una opción en la vida. A este paso le precede un periodo de preparación que dura varios meses —postulantado— y otro de formación —noviciado— antes de su consagración religiosa. Las jóvenes que entraban en el convento tenían que aportar una dote estipulada en ropa y en dinero. También podían profesar sin aportar dote alguna; pero en este caso se dedicarían a las labores manuales en la vida del convento y tendrían la categoría de "Hermanas".
El paralelismo entre noviciado y noviazgo, la dote en ambos casos, entre profesión religiosa y casamiento, lleva a decir a la gente que los religiosos y religiosas están "casados con Dios" y en consecuencia se les exige una conducta de acuerdo con su condición religiosa y con los votos de pobreza, castidad y obediencia que emiten en el acto de su profesión.
En Durango (B) hasta la década de los años setenta un número apreciable de chicas jóvenes entre los 18 y 25 años entraban en religión o, como se decía popularmente, "se iban monjas". Había quienes entraban en conventos de clausura (Clarisas —Franciscanas—, Agustinas, Carmelitas Descalzas); en congregaciones dedicadas a la enseñanza (Carmelitas de la Caridad); destinadas a misiones en países lejanos (Mercedarias Misioneras, Franciscanas de María); al cuidado de enfermos y ancianos (Hijas de la Caridad).
En el rito de la "toma de hábito" para ingresar en un convento (Clarisas o Agustinas) la joven aspirante llevaba vestido blanco largo e iba coronada con diadema de flores, con un ramo de flores en la mano al igual que una novia. Después de la ceremonia se celebraba un banquete en el que se reunía la familia y las amigas de la nueva religiosa sin la presencia de ésta cuando se trataba de una orden de clausura.