Fregadera, harraska
Anterior a la fregadera, tal y como se ha constatado en el Valle de Zuia (A), esta labor se realizaba en una caldera de cobre o perol que se ponía en el suelo y de rodillas se fregaba la vajilla.
En Améscoa (N) la fregadera iba, invariablemente, cerca de la ventana de la cocina. Era una pila rectangular, no muy profunda, donde se limpiaba con agua caliente la vasija, estregándola con el estropajo. Era de piedra, más tarde se hicieron de cemento pero la más primitiva fue una gamella de madera, llamada azpil. Antaño, en algunas casas, se fregaba en una caldera. Se calentaba el agua en una caldera de cobre, se ponía en el suelo y de rodillas sobre un saco ante la caldera se fregaba la vasija.
En Murchante (N) dicen que antaño la fregadera servía únicamente para dejar el vajillo sucio, si bien en las casas pudientes la utilizaban para fregar. Fue con la llegada del agua corriente cuando se generalizó la costumbre de fregar en ellas. En Urzainki (Valle de Roncal-N) también se recuerda la fregadera de madera, hecha de un tronco de haya hueco, con patas también de mismo material. Encima de la fregadera había un hueco en la pared para dejar las herradas que se subían en la cabeza desde el río. Debajo de la fregadera había un cubo para desagüe cuyo contenido se tiraba por la ventana. En Valtierra (N) la pila de la fregadera desaguaba al corral o al cubo grande debajo de la fregadera que había que vaciar. Se usaba el escurreplatos de madera y había pequeños compartimentos para el jabón, estropajo de esparto y otros útiles de limpieza.
En Artajona (N), adosada a una de las paredes de la cocina estaba la fregadera, sobre pies de ladrillo. Las más antiguas eran piezas rectangulares de piedra con el vaciado interior poco profundo y después de la Guerra Civil se estilaron las de “granito”. Debajo de la fregadera se guardaban pozales, trapos, estropajos y otras cosas. Cerca estaba la tinaja para guardar el agua antes de que se generalizase el agua corriente.
En Apellániz (A) y en Garagartza (G) la fregadera de piedra disponía de txorrote o desaguadero que vertía el agua sucia directamente a la huerta. En Zerain (G) la fregadera, situada a menudo debajo de la ventana, sirve para la limpieza de los cacharros, ahora con agua corriente y antaño con la almacenada en tinas y jarras, pitxarrak. En Oiartzun (G) la fregadera, arraska, podía ser baja o alta según se quisiera utilizar o no para poner la tinaja, kuela, de hacer la colada, goara.
En Abezia (A), junto a la ventana, se encontraba la fregadera de piedra, muy plana y casi redonda con agujero de salida a la cuadra o a la huerta. Para fregar trasladaban el agua recogida de las goteras con baldes, también la sacaban del pozo. Junto a la fregadera había un escurreplatos de madera. En Bernedo, Berganzo, Ribera Alta (A); Allo, Aoiz, Obanos y Valtierra (N) el escurreplatos de madera, escorredero en Artajona (N), solía estar suspendido sobre la fregadera; en Monreal y Murchante (N) que también se utilizaba se denominaba gambella.
En Agurain (A) la fregadera de piedra se sitúa en la cocina entre los esconces en frente de la ventana. Se coloca mediante cierta separación de la cocina, zona que se cubre con azulejo o con placa de mármol, a su derecha debido a la cercanía del depósito de agua que tiene la cocina. Las fregaderas antiguas eran de piedra de losa de color oscuro, alargadas y poco profundas. Luego de granito artificial, hecho con cemento, gravilla y terminado con pulimento mecánico o de mármol blanco de una pieza. Las medidas eran de unos 90 cm de largo por 45 cm de ancho y 15 cm de alto, con desagüe a la red de saneamiento además del grifo de agua. Debajo de la fregadera se deja un hueco para colocar lo necesario para la limpieza y se cierra con una cortina o puertas y en el espacio del otro lado de la cocina, existe otro hueco del mismo estilo para la leña.
Descripciones similares a la de Agurain se han consignado en las encuestas de Apodaca, Berganzo (A); Amorebieta-Etxano, Portugalete (B); Orexa (G) y Aoiz (N). En Garazi (Saint Michel) (BN) la fregadera se encontraba en una dependencia junto a la cocina, también en Obanos y Valle de Roncal (N), en muchas casas, se encontraba en la recocina. En Elgoibar (G) la fregadera a veces estaba separada de la cocina por una puerta y un par de escalones ya que no tenían cuarto de baño y ése era el lugar de aseo. Junto a la fregadera había un lugar para dejar las cosas que se habían limpiado.
En Orozko (B) se ha consignado que la fregadera, arrie, era una piedra arenisca, arearrie, cincelada en una sola pieza con un reborde de poca altura y un pitorro con una hendidura central que asomaba por una de las paredes laterales de la casa. Se colocaba un poco inclinada para que el agua fluyera hacia la calle con facilidad. Luego fueron sustituidas por otras que se compraban en el comercio y eran de un material con apariencia de piedras pequeñas unidas que llamaban de granito o de piedra porque así se diferenciaban de las de mármol que se consideraban mejores y se introdujeron más tarde. Hoy día se sustituyen por las de acero inoxidable.
En euskera para la voz fregadera se han recogido las denominaciones arrie (Amorebieta-Etxano, Bermeo, Ereño, Gorozika, Lezama, Orozko, Zeanuri-B); txolarrie (Orozko-B); arraska (Andoain, la zona rural de Deba-Mutriku, Oñati, Telleriarte-G); arraska o xaguadera (Valle de Roncal-N); arraskia o pregaderia (Ezkio-Itsaso-G); pearteia, pegartegia, (Irisarri-BN); xorrota (Bera, Lesaka-N); xurruta (Luzaide/Valcarlos-N); xurrutarria (Ainhoa-L) y augea (Liginaga-Z). En Portugalete (B) junto a la fregadera se encontraba el escurridor de platos al que llaman apurador que a veces estaba colocado sobre un mueble bajo con encimera de zinc y otras con enrejillado de madera.
En Allo (N) las fregaderas más antiguas eran de piedra y después se generalizaron las de “granito”. Se elevaban del suelo asentadas sobre dos muretes de ladrillo, lucidos con yeso. El espacio que quedaba entre éstos, la fregadera y el suelo, se cerraba con una cortinilla de tela y dentro se colocaba el cubo o pozal en donde se recogían las aguas sucias para arrojarlas al descubierto o a la calle. Hasta mediados del decenio de los sesenta no se dispuso de agua corriente en las casas ni de red colectora de aguas residuales. Las fregaderas de “granito” eran de dos pocillos, uno de los cuales se usaba para enjabonar la ropa para lo que contaba con una rampa inclinada con estrías horizontales, y la otra mitad servía para aclarar y fregar la vajilla. Encima de la fregadera se colocaba el escurridor, colgado de la pared con sendas escarpias. Era de madera, formado con tablillas horizontales que permitían el paso del agua y del aire y en ellas se ponían los platos, fuentes, tazones y vasos. Muchas fregaderas tenían prolongación con una losa de granito que, a modo de repisa, servía para dejar utensilios y partir carne con hueso u otras cosas con las que hubiera que emplear cierta fuerza. En algunas casas llamaban a esta losa, la meseta y en otras, más pomposamente, el mármol.
En Mélida (N) se ofrece un dato común a muchas localidades pues señalan que antaño se empleaba muy poca agua para fregar la vajilla, prácticamente con una pequeña jarra de agua bastaba para lavar los utensilios de las comidas. A partir de que las casas tuvieran agua corriente se comenzó a usar el agua con más prodigalidad.
En la localidad navarra de Aoiz se han consignado los cambios operados en la fregadera. Cuando no se disponía de agua corriente, se fregaba la vasija en barreños o baldes con agua traída del exterior en tinajas. Con la llegada del agua corriente, en el primer decenio del siglo XX, se colocaron las fregaderas. Existían cocinas sin fregaderas, en cuyo caso se colocaban en el pasillo debajo de una lumbrera. Las primeras fueron de un mineral marrón formado por pequeñas piedras en forma de conglomerado. Eran rectangulares y en algunas casas aún se conservan. Luego se impusieron las de granito gris con uno o dos pozos o con un pozo y la otra zona con ondulaciones para lavar la ropa. En los años setenta se introducen las de loza blanca y en los noventa las de acero inoxidable que cuentan con formas más variadas. En las décadas de los sesenta y setenta se introdujeron los lavavajillas.