La casa de Beasain
Las fachadas principales de los caseríos están orientadas hacia el sur, sureste o suroeste, según la configuración de la ladera del monte en que esté enclavado. Su interior consta de dos partes: una para vivienda de las personas y otra para los animales.
La planta puede ser rectangular o cuadrada, siendo del primer tipo el 75 u 80% de las casas. Entre los caseríos rectangulares, la mayoría tiene la cubierta a dos aguas, bien sea longitudinal o transversal a la fachada más larga; y los menos a cuatro aguas. Entre los de planta cuadrada los hay con cubiertas a dos, tres o cuatro aguas. El tejado está cubierto de tejas, la caída se orienta hacia el norte o noroeste para resguardar la casa de los vientos fríos y de las lluvias. El grado de inclinación alcanza una pendiente entre el 30 y el 35%.
La estructura de la cubierta en los caseríos antiguos es de madera de roble, toscamente labrada, con grandes troncos utilizados para pilares centrales y vigas principales. En algunos su fábrica ha sido algo más esmerada con las cuatro esquinas totalmente labradas, así como entramados de madera algo más trabajados. Son de madera tanto los postes, abeak, vigas, goiageak, contravigas, kontragoiageak, cabrios, kapirioak, como las tablas, latak, sobre las que se apoyan las tejas. Todas estas piezas se ensamblan entre sí por medio de curiosos rebajes y ensamblajes sujetos por clavijas de madera, ziriek, excepto las tablas superiores que se cosen a los cabrios con clavos metálicos. Sobre estas últimas se colocan las tejas curvas de arcilla cocida. En las actuales edificaciones la armadura es de hormigón armado.
Las paredes exteriores son de mampostería, compuesta de piedra arenisca, argorrie, y cantos rodados, y, en ocasiones, pizarra dura e incluso ambas entremezcladas, unidas entre sí con barro y piedras pequeñas. En algunos casos estas paredes no llegan hasta el tejado, quedando entre ambos elementos un hueco, entre uno y dos metros, hasta el alero, cerrado con tablas en la parte que corresponde al desván.
En la mayoría de los caseríos las cuatro paredes exteriores son de piedra hasta la cubierta, siendo contados los que han utilizado materiales como el ladrillo cocido, colocado a cara-vista, o tablas de madera para hacer el cierre a partir de la primera planta. En la fachada principal algunos caseríos han encastrado en la pared vigas y postes a partir de la primera planta, quedando éstos a la vista, con lo que forman un bello conjunto decorativo.
En las cuatro esquinas de la casa se colocan bloques de piedra de sillería, estando mejor labradas las de la fachada principal. Los marcos de las puertas y ventanas son generalmente de piedra labrada o travesaños de madera.
Los tabiques interiores de distribución de los dormitorios y desvanes han evolucionado en las diferentes épocas. En otro tiempo, se utilizaban toscas tablas revocadas y blanqueadas, que todavía se conservan en las divisiones de los desvanes. Para los dormitorios se utilizaban también tabiques fabricados con varas de avellano entrelazadas, esie, y unos pies derechos, colocados a una distancia entre sí de unos 30 ó 40 centímetros, que después se revocan y blanquean. Aún pueden verse estos dos tipos de tabique en algunos caseríos antiguos, pero en la inmensa mayoría se han sustituido los de las habitaciones por tabiques de ladrillo cocido, de cuatro agujeros, revocados y enlucidos de yeso, y pintados o empapelados.
La puerta principal de acceso a la casa se compone, aún hoy en muchos casos, de dos gruesas hojas rectangulares de madera, que cubren un hueco total de unos dos metros de ancho por algo más de alto, de forma que se pueda entrar con el carro de vacas, hoy día con el tractor, hasta dentro del portal, atarie. Una de las hojas suele ser entera, y permanece generalmente cerrada, mientras que la otra denominada aterdikoa está partida horizontalmente por la mitad. El resto de las puertas exteriores de la casa dan acceso directo al establo o al desván, suelen ser de dos hojas, y se cierran solamente desde el interior, por medio de una o dos trancas, trangeak.
Tanto las ventanas como las puertas son de forma rectangular en sentido vertical, siendo las de los establos, desvanes y cobertizos las que conservan su antigua configuración. En otro tiempo estaban compuestas por dos o tres tablas que, unidas por dos travesaños, formaban un panel rectangular, unido al marco de la ventana por dos grandes bisagras de hierro forjado. En el centro del panel disponían de un pequeño hueco rectangular con arco superior, que podía cerrarse con una tapa corredera, por el que permitía pasar algo de luz sin que entrara excesivo frío en invierno. Hoy día las correspondientes a la cocina y habitaciones han sido sustituidas por otras más modernas con cristales traslúcidos, encargadas a artesanos carpinteros.
Tanto los caseríos unifamiliares como los bifamiliares disponen de parecida distribución interior, adecuada a la ocupación agropecuaria de sus moradores. La mayoría dispone de dos o tres entradas, una o dos en la planta baja de acceso a la vivienda y a la cuadra, y otra en rampa para acceder con el carro de hierba o el tractor hasta el desván. En la planta baja están el portal, atarie, amplio para que pueda entrar un carro con la yunta de vacas o el tractor, el establo, ikuilue, la cocina y un dormitorio, que suele ser el de los abuelos. La cocina es la pieza principal de la casa y generalmente suele estar en uno de los dos ángulos de la fachada principal, con una ventana abierta a la misma. En la planta alta se encuentran la sala-comedor, salea, que cuando la casa tiene balcón suele pertenecer a esta pieza; otros dos o tres dormitorios, koartoak, el aseo y el desván, ganbara.
El desván suele estar diferenciado en tres secciones que se conocen con los nombres de ganbara, mandioa y sapaie, no siempre separadas con divisiones formales de tabiques, pero sí con tablas o con varas de avellano entrelazadas, esie. Es muy corriente que el acceso común a esta primera planta, desde el exterior, sea por una gran puerta a la que se accede con las vacas y el carro, o el tractor, por una rampa de relleno de tierra. En caseríos construidos en terreno pendiente se aprovecha ésta para dar las entradas a diferente altura.
Si el portal es amplio suelen guardarse en él los aperos de labranza e incluso el carro o el tractor. También con acceso desde el portal, y a veces en un rincón del mismo, suelen estar la cochiquera, txerritegie, y las jaulas de los conejos, konejutegie. En algunos caseríos en los que no se han hecho modificaciones, en una de las paredes del portal existen varias ventanas correderas, de madera, por las que se echa la comida a los pesebres del ganado, ganbela leioak.
La casa cuenta con edificaciones complementarias en su entorno. Es muy común que exista una tejavana adosada o un pequeño edificio a pocos metros del caserío, que suele tener diferentes destinos como leñera, guarda aperos, pajar, etc., y se llama etxeordea. Algunos tienen el horno de cocer el pan en una pequeña chabola distanciada escasos metros del caserío. Hasta los años sesenta los caseríos disponían de otra chabola destinada a gallinero.
El caserío cuyos planos de fachadas y de distribución de plantas se incorpora en esta descripción es Loinatzazpikoa, perteneciente al área que abarca propiamente el pueblo, sito en el barrio de Loinatz.
En las reparaciones, modificaciones y nuevas construcciones que se han realizado últimamente, se han empleado tanto las técnicas como los materiales modernos de la época. Hoy se utiliza el hormigón armado en los postes y vigas, en sustitución de los grandes troncos de roble. En los solados se emplean viguetillas y bloques de hormigón en lugar de las viguetillas y anchas tarimas de madera. Las paredes exteriores son de doble tabique con cámara de aislamiento, revocadas y blanqueadas con cal, y la cubierta de teja en las más, si bien se emplea la pizarra en algunas, al gusto del arquitecto o promotor. Los tabiques de distribución son de ladrillo de arcilla cocida raseados de cemento y lucidos de yeso, en lugar de los antiguos que se fabricaban con varas entrelazadas o tablas de madera. Las ventanas que se abren en las fachadas son de mayor medida que las de antes, dejando pasar mucha más luz desde el exterior. En cuanto a la higiene hoy todos los caseríos disponen de cuarto de baño completo con agua corriente fría y caliente. Las distribuciones de los ajuares de las cocinas y dormitorios en los caseríos, hoy día son similares a las de los pisos del centro urbano, habiendo desaparecido los fuegos bajos y muebles antiguos. En los caseríos mantienen la cocina económica a falta de calefacción para el invierno.