La leche perdida
Con el paso del tiempo, la leche no sometida a un proceso de conservación se corta o pierde, es decir, se separa en una parte sólida y otra líquida. Este fenómeno se debe a la acción de ciertos microorganismos que la acidifican. En este paso, la grasa y las proteínas van a parar a la parte sólida.
Los motivos principales por los que la leche se puede echar a perder son el excesivo calor ambiental, las tormentas, también el bochorno que las precede o la suciedad. Para evitarlo, han de lavarse bien los recipientes y cocerla cuanto antes, o si no almacenarla en lugar bien fresco, sin tapar, sobre todo cuando todavía está caliente. Esta circunstancia es bien conocida por los pastores y ganaderos que la guardan a remojo en los abrevaderos o en una ventana bien ventilada. En Portugalete (B), en los días de tormenta, para que no se agriase, se introducían monedas de plata en ella. Hay ocasiones en que se pierde con facilidad, cuando la vaca es vieja o se está quedando sin leche.
Con la leche agriada, cuando ha llegado a este estado por efecto de una tormenta o del calor, se hace un postre que en Urzainki (N) llaman requesonada y en Lekunberri (N) mamitu o zoratu. Se prepara con la parte sólida de dicha leche y azúcar. Esta práctica se recoge también en Aramaio (A).
De todos modos, lo más frecuente es que esta leche agriada se deseche o se dé a los animales domésticos (perros y gatos) o estabulados (cerdos).
Los nombres que recibe son variados. En español se conoce como leche perdida, avinagrada, cortada, picada, etc. y en euskera como esne galdua (la forma más corriente), garraztue (Durango-B), garratza (Andraka Lemoniz, Lezama, Amorebieta-B y Zerain-G); piportue (Zerain-G); mindue (Aria-N, Berastegi-G, Aramaio-A), minduta (Zerain, Ezkio, Elosua-Bergara-G); itzulia (I-holdy-Ip); horitze y mingarra (Lekunberri-N). En Sara (Ip), D. Jose Miguel de Barandiarán recoge la distinción que se hacía entre leche agriada, esne mindua, y leche muy descompuesta, esne galdua.