Obligaciones para con los antepasados
En otro tiempo, el recuerdo de los familiares difuntos y las obligaciones para con ellos eran sentimientos que estaban muy arraigados en la familia, según se ha consignado con carácter general y se señala en otros apartados de este mismo capítulo.
En Sara (L), tal y como se recogió en los años cuarenta del siglo XX, la casa se consideraba siempre obligada a ciertas atenciones para con los difuntos y, en algunas ocasiones, encargaba que se celebrara una misa cantada en sufragio de cuantos hubieran muerto en la casa. Cuando se iba a celebrar una boda, las familias de los novios hacían cantar una misa en la iglesia parroquial para los difuntos de ambas casas unos días antes del casamiento. Decían que tal misa era obligazionentzat, es decir, en cumplimiento de las obligaciones que ambas familias tenían para con sus antepasados. En Luzaide/Valcarlos (N) se ha registrado la misma costumbre; cuando los novios iban a formalizar el expediente matrimonial encargaban sendas misas por sus antepasados.
Testimonios similares recogidos en otras localidades y costumbres como la de rezar un responso en la sepultura familiar después del casamiento o tomar posesión de la sepultura simbólica en la iglesia o depositar la ofrenda floral de la novia en la tumba familiar han sido tratados en otro volumen de esta obra.
Ha estado muy extendida la costumbre de encargar misas por los difuntos de la familia en la festividad de Todos los Santos, el día de Difuntos (1 y 2 de noviembre respectivamente), o en días próximos a esas fechas. También se ha constatado que en algunas familias se encargaban misas por los difuntos en fechas o aniversarios señalados como el día del nacimiento o fallecimiento del ser querido e incluso a lo largo del año.
Antiguamente también fue común que el día de Todos los Santos se activaran las sepulturas familiares en la iglesia, se depositaran en ellas las cerillas y se rezaran responsos por los familiares de la casa. Se actuaba de forma parecida con los familiares de donde procedía el cónyuge del dueño o dueña de la casa.
A modo de ejemplo se aporta el dato recogido en Zeanuri (B) de que el día de difuntos, arimen egunian, era costumbre, y en parte lo sigue siendo todavía, encargar misas, mezak atera, por los antepasados, gure aurrekoakaitik. Noviembre es el mes de las ánimas, arimen ile, y muchas personas, incluidos hombres, acudían diariamente a la misa matutina en la que se rezaba el rosario por los difuntos.
La tradición de encargar el día de Todos los Santos, Domusantu, o el día de Difuntos misas por los familiares fallecidos se ha consignado en otras muchas localidades como Agurain, Pipaón (A); Amorebieta-Etxano, Andraka (B); Berastegi, Elgoibar, Legazpi (G); Allo, Elorz, Goizueta y Sangüesa (N).
Una de las obligaciones graves de la familia, que se ha venido practicando hasta los años 1960, consistía en tomar la bula de difuntos, ilen buldia artzea. Se adquirían en casa del párroco y los vecinos procuraban hacerse con ellas antes de que finalizara la cuaresma. Con carácter previo a guardarlas se escribían en ellas los nombres de los abuelos, bisabuelos o familiares difuntos de la casa. Tiempo después, la bula de difuntos se tomaba sólo cuando se producía un fallecimiento reciente en la casa.