Relaciones con la familia
Es común el dato de que las relaciones de los esposos con sus respectivas familias han sido y son generalmente buenas.
En algunas localidades se ha consignado que es más frecuente que la mujer consiga atraer al marido hacia su familia que el hombre. A este propósito recuerdan dichos, que todavía se utilizan, relacionados con el casamiento de un hijo o una hija, tales como el recogido en Abezia (A): Si tienes una hija, un hijo te traerá; y si un hijo, lo perderás.
En Allo (N) las relaciones entre las familias eran cordiales, procurando cada uno de los cónyuges ganarse el afecto de su respectiva familia política. Con frecuencia el marido joven seguía trabajando en la hacienda de su padre como cuando estaba soltero. Al iniciar las relaciones de noviazgo los padres tomaban en consideración la situación de la otra parte; entre las familias acomodadas se daba especial importancia a su posición económica y a la clase social, sobre todo en el matrimonio del heredero. Facilitaba las cosas el que ambos pretendientes fueran de la localidad, si no había que informarse.
Un caso singular ocurría cuando, más en tiempos pasados que hoy día, el heredero o la heredera de la hacienda familiar contraía matrimonio y los nuevos cónyuges tenían que compartir casa y labores con el matrimonio mayor con el que convivía.
En el Valle de Roncal (N) las relaciones de los consortes con sus respectivas familias de origen eran fluidas. El cónyuge adventicio tenía en la casa de los suegros igual rango que el originario de allí.