Reparación de aperos

Es común el señalar que la reparación de los aperos en la medida que era posible se hacía en la propia casa, principalmente cuando hacía mal tiempo para trabajar en el campo. Si no, se acudía al herrero o al artesano local. Más recientemente, la nueva maquinaria se lleva a reparar a la casa fabricante donde se ha adquirido o a su representante.

En Pipaón (A) se ha recogido que en el invierno y con la llegada del mal tiempo, los labradores aprovechaban los días que no se podía ir al campo para arreglar pesebres, costados de los carros, hacer escobas, poner mangos a los azadones, bieldos, zarcillos, hachas y recomponían aquellos elementos necesitados de arreglo y compostura. Se cosían sacos para el grano y para patatas. Se preparaban los ustes, rastrillos, aventadoras que se hubieran roto en la última trilla. Las economías domésticas, según señalan los informantes, no daban para adquirir nuevas piezas cada año. Si los aperos eran de hierro se acudía al herrero de Lagrán o al de Peñacerrada.

En Valderejo (A) las tareas de reparar y sustituir las piezas deterioradas de los aperos, tales como arados, carros, zarras, cartolas, cestas de sementar, cestos, rastrillos, palas, horcas, horcones, etc. se llevaban a cabo en casa durante los meses de invierno. También se recurría a los carpinteros. Datos similares se han recogido en Treviño y La Puebla de Arganzón (A) donde los labradores, durante el invierno, se dedicaban a la reparación de los aperos de labranza y ellos mismos confeccionaban los mangos para las diferentes herramientas.

En Abezia (A), según señalan los informantes, algunos agricultores no necesitan recurrir fuera para reparar piezas rotas o en mal estado ya que en las mismas casas hay quien sabe arreglarlas. Si no, recurren a expertos herreros de localidades cercanas más grandes. En Bernedo (A) muchos labradores arreglaban ellos mismos sus herramientas y de lo contrario acudían al carpintero de Obecuri. Otro tanto se ha recogido en Berganzo (A) donde los agricultores reparaban los aperos en las cabañas propias donde tenían sus herramientas y si no acudían a los herreros de Zambrana y de Peñacerrada. En Amorebieta-Etxano (B) los que sabían de carpintería fabricaban y arreglaban sus propios aperos. Si no, se reparaban en la herrería en la que los hubieran adquirido. En Argandoña (A) si se produce deterioro o averías de los aperos, se intenta repararlos en casa, si no se acude a talleres o a los comercios suministradores.

En Valtierra (N) los propios agricultores se encargaban de las reparaciones ordinarias de los instrumentos agrícolas hasta donde podían, lo que se desgastaba con el uso, lo que se rompía, etc. Los artesanos especializados: herrero, guarnicionero, carretero, etc., construían y confeccionaban o adaptaban los aperos y útiles que se les encargaba. Estos oficios han ido desapareciendo a medida que se ha impuesto la mecanización agrícola.

En Aoiz (N) en las propias casas cada familia arreglaba los desperfectos de las cestas con el mimbre recogido en los alrededores del pueblo, hacían los vencejos y reparaban el calzado. Había varios talleres que arreglaban los aperos de labranza, alguna herrería reparaba la maquinaria agrícola y los aperos tanto de hierro como de madera, e intermediaba con las casas que vendían grandes vehículos.

En Bedarona (B) la mayoría de los varones adultos tenía nociones de carpintería y como en el portal de los caseríos había y hay mesa de carpintero e instrumental, ellos mismos hacían los arreglos ordinarios de los aperos agrícolas. Para repararaciones más importantes de utensilios de hierro, o para afilar, aijotu, acudían a los herreros de las localidades próximas de Ispaster o Ereño. Estos también venían de casa en casa a herrar ganado, arreglar azadas, hoces y aperos. Anotaban los trabajos realizados que pasaban a cobrar en el mes de septiembre. Los yugos los fabricaba y arreglaba un vecino de Natxitua. Los cestos se compraban al cestero de Ea. Había vecinos que trabajaban el mimbre.

En Ajangiz y en Ajuria (B los aperos se arreglaban en casa, por ejemplo, las púas y los mangos de los rastrillos, “eskoberen hortzak eta astak”, o los mangos de las horcas. En los caseríos había mesa y herramientas de carpintero. Los instrumentos metálicos del tipo de azadas, hachas, etc. se llevaban a afilar al herrero, errementarije, o al lugar donde se herraba el ganado, perratokie. En Urduliz (B) los aperos se llevaban a arreglar a la herrería del pueblo. En Zamudio (B) los mangos de las azadas y de las herramientas que se manejan con asideros de madera se reparaban en casa.

En Berastegi (G), en invierno, la mayoría de los agricultores se dedicaban a arreglar los aperos, carros, puertas y ventanas de la casa. También se reparaban en una herrería local o en algunas de las que había en la vecina localidad de Tolosa. Un artesano del pueblo fabricaba vainas, segapotoak, para portar la piedra de afilar guadañas; protectores de los dedos del segador, zoketak, también vaciados en madera; rastrillos, eskuareak, y otros complementos. Otro vecino alternaba las tareas agrícolas con la construcción y reparación de cestos. Los yugos los fabricaba un yuguero, uztargille, de Tolosa.

En Telleriarte (G), en los caseríos, los propios agricultores en el tiempo libre hacían de carpinteros, sasiarotzak, y se dedicaban a fabricar o reparar la cama del carro, gurtetxea; el armazón de la grada, areetxea; el rastrillo, eskuara; los mangos de las hoces, sega-kirtenak, y otros aperos por el estilo. Hoy día, de estas labores se ocupan los carpinteros. Algo similar ocurría con los cestos, saskiak. En otro tiempo los labradores sabían trabajar con flejes y arreglar la base de los cestos. También se solían comprar a los cesteros de Oñati, en las ferias o en comercios. Los instrumentos metálicos se arreglaban y afilaban donde el herrero. Hoy día cuando se estropean los utensilios, se compran nuevos.

En Hondarribia (G) antaño por lo general los mismos labradores arreglaban los pequeños desperfectos de sus aperos, fabricaban los mangos de hachas y guadañas, e incluso algunos se hacían sus carros. No era extraño que en los caseríos existiera un pequeño taller con herramientas a tal fin.

En Beasain (G) los aperos se reparaban en casa del herrero, o se llamaba a un labrador experimentado de la localidad que se dedicaba a la fabricación de carros y aperos.

En Elgoibar (G) si la reparación del apero era de importancia se llevaba al artesano correspondiente. Así, las hachas, azadas y todo lo relacionado con el hierro se enviaba al herrero, también los instrumentos que hubiera que afilar. Los elementos de madera se llevaban al carpintero o este se desplazaba al caserío a arreglarlo.

En Moreda (A) han sido más frecuentes los aperos y utensilios de hierro que los de madera. Para el arreglo de los primeros había en la localidad varias fraguas o herrerías. Otros arreglos se han efectuado en pueblos comarcanos como Viana (N), Oyón (A) o Logroño. Cada herrería o taller está especializado en determinado tipo de aperos o maquinaria. En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) los aperos se arreglan en herrerías y talleres especializados de los pueblos de la zona.

En Cárcar (N) ya desde los años 1920 existió una herrería en la localidad para la reparación de aperos. Uno de los trabajos más importantes que realizaba consistía en arreglar aperos agrícolas, como aladros y sus rejas, trisurcos, rotavátores, etc. También se fabricaban trisurcos, cultivadores, rastros y carros de ruedas de goma para caballerías.

En Obanos (N) para la reparación de aperos ha habido diferentes herreros que se han sucedido en el tiempo. Hoy día en Artajona (N) hay un taller que arregla y hace maquinaria adaptada a las necesidades del consumidor. También se acudía con aperos y carros para necesidades concretas a Puente la Reina. El actual herrero de Obanos hace arreglos a la vez que diseños de objetos más artísticos, como rejas, escaleras y puertas. En San Martín de Unx (N) la reparación de aperos agrícolas, hasta 1980 al menos, se ha hecho en las herrerías de la propia localidad. En Izurdiaga (N) en los años 1980 había un carpintero para fabricar y reparar los carros y poner mangos a las herramientas agrícolas. También había herrero. En el Valle de Elorz (N) la reparación de aperos e instrumentos se realiza en las vecinas localidades de Torres y Noain donde hay talleres mecánicos.

En Viana (N) siempre han existido buenas herrerías que surtían a los agricultores de los aperos y herramientas agrícolas más necesarios y los aguzaban o reparaban en caso de averías. Los brabanes, gradas, guadañas y otro tipo de maquinaria más complicada se traían de Logroño y durante algún tiempo compraron las segadoras y trilladoras en Vitoria. Asimismo, y para el servicio de tantos animales de labor siempre existieron tres o cuatro guarnicionerías que proporcionaban los arreos y atalajes necesarios.

En Ribera Alta (A) indican que antes de que el campo se mecanizara tanto, en Pobes, La Puebla, etc. había herreros que reparaban los aperos estropeados. Una vez que se comenzaron a adquirir máquinas más complejas eran las propias firmas o marcas las que enviaban a sus técnicos a reparar cuando se producía una avería. Si la máquina se puede trasladar con facilidad se lleva al lugar en el que se encuentre el servicio técnico.

En Bernedo (A) señalan que la producción artesanal ha sido sustituida por la industrial y los artesanos limitan su actividad a reparar averías o a representar marcas industriales.

En Agurain (A) ya no hay herrerías para la reparación de los aperos, hay talleres mecánicos especializados en reparaciones de vertederas, cosechadoras, tractores y maquinaria agrícola en general. Algunos recambios se venden en ferreterías.

En Apodaka (A) dicen que hoy día los labradores disponen de herramientas, máquinas soldadoras, taladros y cortadoras, y si no es una avería importante, fabrican y reparan ellos mismos sus aperos.