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:''encuentre cruz.''
En Bermeo (B) indican que las ánimas pueden introducirse en los hogares incluso sin pasar a través de la chimenea. [[File:7.255 Etxeko sua.jpg|center|500px|Etxeko sua. Fuente: AA. VV. Euskaldunak. Tomos III y IV. San Sebastián, Etor, [1988]. Foto X. Otero.]]
En Larrabetzu (B), Barandiarán recogió que las ánimas de los antepasados, al regresar a su antigua casa el día de Nochebuena, dejaban las huellas de las plantas de sus pies en la ceniza del hogar. Por ello esa noche, antes de ir a dormir, se debe apilar la ceniza del fuego bajo y a la mañana siguiente hay que inspeccionarla para comprobar cómo han vuelto a visitar la casa los antepasados<ref>AEF, III (1923) pp. 42-43.</ref>.
En Zeberio (B) se recopila un relato humorístico en que la dueña de la casa es llamada por un difunto a través de la chimenea. Un día le pregunta dónde está, y el ánima le contesta que en el interior de la chimenea, que mire por encima del llar. La mujer se asoma y ve por el agujero la «luna llena», y se lamenta de que antes el difunto tenía dos vivos ojos y ahora sólo uno y oscuro: «''gizontxua, leen begi zoli eta eder bi zeunkazan baia orain bat eta bera iluna baiño ez deutsut ikusten!''».
En Elosua (G) narran el caso de una madre que observa desde el exterior de la casa a través de la ventana a su hijo aparecido, que está en el interior, «''ildako semia bentanan barrutik azaldu jakon''».