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El trabajo conocido en Carranza como “hacer a ''prao''”, es decir, la conversión del monte bajo en prados, entendido monte bajo como el terreno inculto ubicado en la periferia de los barrios, más allá de las tierras de cultivo y de las ''campas ''para hierba, fue un proceso continuo a lo largo de todo el siglo XX íntimamente ligado a la expansión de la ganadería de vacuno de leche. Sin embargo experimentó un notable incremento en la segunda mitad del siglo pasado debido a la conjunción de varias causas que a finales de los años setenta llevaron incluso al cerramiento y roturación de amplias zonas de comunales altos. Todo esto supuso una transformación notable del entorno con la generalización de las praderas, que durante mucho tiempo permanecieron separadas unas de otras por setos vivos, lo que generó un paisaje en mosaico.
[[File:8.165 Belardiak Oñatiko haranean (G) 1975.jpg|center|600px400px|Belardiak Oñatiko haranean (G), 1975. Fuente: La Salleko Euskal Idazleen Elkartea. Euskal Herria, I, colección de diapositivas. Bilbao: 1985, p. 245.]]
En lo que podríamos llamar etapas iniciales, la ganadería se hallaba estrechamente unida a la agricultura y en cierto modo al monte bajo, ya que este aportaba helecho, hoja seca y roza con la que se acondicionaban las camas del ganado. De la mezcla de estos elementos y el estiércol se obtenía la ''basura ''o abono con el que fertilizar ''piezas ''y prados, parte de cuyos productos revertían en la alimentación del ganado.