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La afinidad espiritual tuvo en tiempos pasados su reflejo en el entierro de niño. Ya hemos señalado anteriormente cómo por los años veinte se constató en Meñaka '''(B) '''que la ofrendera, ''aurreogije, ''del niño muerto era su madrina y una costumbre parecida se practicaba en Arrasate (G).
En Ziortza (B), si el muerto era un niño menor de un año, lo amortajaba su madrina de pila, ''amabesotakoa. ''Luego lo colocaba sobre una almohada a la cual lo sujetaba con un ceñidor encarnado que lo cruzaba sobre el pecho. El padrino de pila, ''aittebesotakoa, ''se encargaba de conducirlo a la iglesia y al cementerio y de sufragar los gastos del funeral<ref>AEF, III (1923) p. 24.</ref>.
En Murelaga (B), si el difunto era un niño era costumbre el elegir otros niños como anderos. La muerte del padrino afectaba de manera importante al ahijado y viceversa. Si el ahijado moría de tierna edad, la madrina compraba el traje para vestir el cadáver y el padrino el ataúd<ref>William A. DOUGLASS. ''Muerte en Murélaga. ''Barcelona, 1973, pp. 182 y 214.</ref>.
En Ezkurra (N), era el padrino del niño muerto quien llevaba el ataúd con el cadáver y la madrina llevaba la tapa<ref>José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio etnográfico del pueblo de Ezkurra. Notas iniciales” in AEF, XXXV (1988-1989) p. 60.</ref>. En Liginaga<ref>José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: en Liginaga (Laguinge)” in ''Ikuska'', III (1949) p. 34.</ref> y en Astüe (Z), si el difunto era un niño o una niña era conducido por su padrino y madrina. En Berriz (B) era el padrino de pila quien llevaba la tapa del ataúd y marchaba junto al duelo durante el desfile del cortejo<ref>AEF, III (1923) p. 45.</ref>.
En Sara<ref>A. ARÇUBY. “Usages mortuaires á Sare” in ''Bulletin du Musée Bosque'', IV, 3-4 (1927) p. 22.</ref>(L), en otros tiempos, el féretro del niño era llevado por su padrino de pila, bajo el brazo, tapándole con la capa.
En el territorio de Zuberoa, antiguamente, fue común que la caja del cadáver de niño fuera llevada por el padrino bajo el brazo y así lo recuerdan todavía los informantes de Santa-Grazi (Z).
En Busturia (B), antiguamente, cuando moría un recién nacido, ''aingerua, ''lo llevaba un hombre sobre una almohada, aunque para darle tierra se le introducía en una caja<ref>En Azkoitia (G) en tiempos pasados la caja del niño difunto era portada en brazos por un pariente y si era algo mayor por dos; esta costumbre fue sustituyéndose por la de que fueran otras personas las que hicieran de anderos. Vide Antonio Mª de ZAVALA y AGUIRRE. “Los funerales en Azcoitia (siglo XVIII)” in RIEV, XIV (1923) pp. 586-587.</ref>. En Allo (N) el pequeño ataúd del niño era llevado en las manos por su padre. También en Orozko (B) y Andoain (G), antiguamente se conoció la costumbre de que en la conducción del cadáver de un niño el féretro se llevara en las manos<ref>AEF, III (1923) pp. 8 y 104.</ref>.