Teñido casero de prendas para el luto
El mismo día en que se producía un fallecimiento era costumbre en tiempos pasados teñir de negro en la propia casa vestidos, medias, chaquetas y demás prendas de algodón y se encargaban de ello las mujeres.
Recuerdan en Valdegovía (A) que antaño, al ser más difícil comprar ropa, el tener que vestirse de luto podía significar pasar parte del día y la noche tiñendo ropa para que cuando llegara el momento del funeral todos los familiares pudieran vestirse de negro.
En Moreda (A) seguían este procedimiento: En un balde con agua hirviendo se diluían varias pastillas negras de tinte que habían sido compradas en alguna de las tiendas del pueblo. Se echaban al balde envueltas en un trapo y se les hacía girar con un palo. Se introducían las prendas, que debían quedar nadando en el agua, y se ponían a hervir. Al cabo de un rato se dejaban enfriar con el tinte y a la hora de aclararlas se les echaba vinagre para obtener un mayor brillo y sal para que el tinte no se corriera. Finalmente las prendas y vestidos eran tendidos en matorrales y espinos por la noche para que se secaran y alisaran a la vez. Los trajes y abrigos buenos no se teñían en casa, se llevaban a tintorerías de la ciudad cercana de Logroño.
En Obanos (N) se hacía esta labor en grandes calderos. Recuerdan que el tinte casero manchaba bastante la ropa interior y la piel.
En Portugalete (B) se teñía en casa la ropa más corriente; los abrigos y los trajes se llevaban a la tintorería y las gabardinas no se teñían.
En Amézaga de Zuya (A) realizaban esta tarea con la ayuda de las vecinas y teñían incluso los delantales. En Muskiz (B) las tareas de teñir la ropa y coser brazaletes en las mangas de chaquetas, abrigos o gabardinas y de sustituir los botones por otros negros se hacían en compañía de vecinas y familiares del difunto.