Diferencia entre revisiones de «APARECIDOS Y ANIMAS ERRANTES. ARIMA HERRATUAK/en»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La mayoría de los encuestados sí recuerda en cambio estos episodios, pero consideran que se trata de hechos muy alejados en el tiempo. Por regla general son relatados como sucesos acaecidos a una tercera persona, muchas veces en una localidad vecina o próxima, donde «sí creen en estas cosas». En algún caso se niega explícitamente y con gran contundencia la posibilidad de que sucedan hechos de este tipo porque estas creencias atentan contra las enseñanzas de la Iglesia.
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Curiosamente, los relatos de aparecidos, conforme va anulándose la vinculación espiritual hacia ellos, pasan a presentarse en forma de episodios humorísticos ''y ''en más de una ocasión serán motivo de chanza, sobre todo por parte de niños o jóvenes.  
 
Curiosamente, los relatos de aparecidos, conforme va anulándose la vinculación espiritual hacia ellos, pasan a presentarse en forma de episodios humorísticos ''y ''en más de una ocasión serán motivo de chanza, sobre todo por parte de niños o jóvenes.  

Revisión del 09:36 6 feb 2019

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Curiosamente, los relatos de aparecidos, conforme va anulándose la vinculación espiritual hacia ellos, pasan a presentarse en forma de episodios humorísticos y en más de una ocasión serán motivo de chanza, sobre todo por parte de niños o jóvenes.

Se han recogido numerosas referencias a bromas de este tipo. En varias localidades se mencionan casas en que se han producido ruidos, retumbos, roturas de cristales,... y ha resultado que se trataba de fechorías llevadas a cabo por alguna persona interesada (Apodaca-A, Sangüesa-N, Baigorri-BN).

Es también común que grupos de muchachos fabriquen seres fantasmagóricos colocando velas encendidas dentro de remolachas, nabos, calabazas,... vaciados y con agujeros formando ojos, nariz y boca que se sitúan al borde de caminos o lugares de tránsito (Apodaca-A). En el valle de Carranza (B) reciben el nombre de «espantos».

Asimismo se cuentan episodios en que grupos de chicos o jóvenes «se aparecen» a personas crédulas o mendigos, cubriéndose con sábanas o arrastrando cadenas (Gamboa-A, Bermeo-B).

En más de una ocasión, sucesos extraños observados en las inmediaciones de un cementerio dan lugar igualmente a interpretaciones erróneas. Es también muy común que los grupos de jóvenes hagan apuestas de noche en este recinto o en la iglesia (Salvatierra-A, Ataun-G, Viana-N).

Junto con esto no faltan juicios populares que determinan que es inconveniente o reprobable bromear con el tema de la muerte (Carranza-B).

Otro modo de pervivencia, si bien indirecto, de estas creencias se puede atestiguar a través de formas lingüísticas que han quedado fosilizadas en el habla popular. En castellano, por ejemplo, es frecuente utilizar fórmulas como «parecer un ánima en pena», «tener el alma en pena», etc. (Salvatierra-A, Muskiz-B). En euskera, y sobre todo en Vasconia continental, son muy utilizadas expresiones de este tenor: «arima herratua bezalakoa da», es como un ánima en pena (haciendo referencia a un personaje oscuro, nada brillante); «hor daila arima herratua bezala», ahí anda como ánima en pena (haciendo referencia a una persona que se agita violentamente); «lanean ari da arima herratua bezala, ezin ahal», anda trabajando como ánima en pena sin conseguir sus objetivos (comparando su situación con la del ánima que no consigue dejar del todo el mundo de los seres vivos y sufre por ello); «iduri du arima herratua», parece un ánima en pena (Mendibe-BN; Azkaine, Hazparne, Itxasu-L).

Llama la atención lo reducido del número de narraciones populares, en forma de historia corta, leyenda o cuento, recopiladas en nuestro país en las zonas de habla castellana. El hecho de que folkloristas o lingüistas dedicaran más atención en nuestro entorno a la lengua vasca nos ha permitido conservar mayor volumen de relatos sobre aparecidos o seres mitológicos en general, hoy ya desaparecidos.

Debemos entender, por lo tanto, que hoy día tiende a desaparecer la creencia en las apariciones de ánimas. Sí permanece el recuerdo, en cambio, de que nuestros ancestros de una u otra manera «vivían» con los muertos. Tal y como se recoge en testimonios actuales de Vasconia continental: La vieille génération, celle de mamère, vivait avec «grima erratiak»[1].


 
  1. Michel DUVERT. “Données Ethnographiques sur le vécu traditionnel de la Mort en Pays Basque-nord” in Munibe, XLII (1990) p. 485.