A aros. A la corroncha. Txirringolan

Es un juego común y muy extendido consistente en hacer rodar un aro que la mayor parte de las veces es metálico, aunque en algunos casos sea de madera. Se acompaña de una varilla de alambre, la guía, que presenta en su extremo un gancho o garfio en forma de «U» que sirve para dirigirlo con el que se impulsa el aro para que vaya girando. En Amézaga de Zuya (A) recibe el nombre de la alambre, en Pipaón (A) y Lezaun (N) de manilla. En esta última localidad la manilla se hacía con el asa de los calderos, doblando uno de los extremos que hacía de empuñadura y si no daba la longitud se le metía una mazorca de maíz, cozcorro.

Cuando no se disponía de manilla se dirigía con el dedo índice, golpeándolo con la mano para hacerlo rodar. Es un juego que ha ido decayendo, habiendo prácticamente desaparecido en la actualidad. Era considerado juego de chicos aunque ocasionalmente jugaran las chicas.

Los nombres en euskera que se han recogido para designar el aro son: en Aramaio (A) y Abadiano (B) txirringola; en Gorozika y Lezama (B) txirrinka; en Zeanuri (B) txirrintola; y en Oleta (A) kartola. En Altzai (Ip) al juego se le conoce como «Kürküilakan». En Hondarribia (G), llamaban a los aros metálicos firriak. En Goizueta (N) kerrinka o uztai. En castellano la denominación común es aro y en Garde (N) le llaman redoncho. En Allo, Eugi, Lezaun, Murchante y San Martín de Améscoa al juego se le conoce como «A la corroncha», en Izal (N) «Al corroncho» y en Allo y San Martín de Unx «Al redonchillo». En estas localidades navarras se usan también las formas verbales corronchar, redonchear y redonchillar. En Bidegoian (G) al juego le denominan «Piripin».

Zeanuriko (B) umetxoak, bat txirrintolarekin. 1913. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Fondo Felipe Manterola.

En algunos lugares los niños obtenían los aros del fleje, remate de la parte inferior de los baldes (Amézaga de Zuya, Mendiola, Narvaja, Pipaón, Valdegovía-A; Amorebieta Etxano, Durango, Galdames-B; Eugi, Lekunberri-N) o de los cellos de las barricas de vino (Apodaca, Laguardia, Moreda, Narvaja, Salvatierra-A; Galdames-B; Berastegi, Hondarribia-G; Artajona, Oba nos y Sangüesa-N; Altzai-Ip) o incluso se utilizaban las llantas de las ruedas de bicicleta o de los cochecitos de niños (Narvaja-A, Berastegi, Hondarribia-G). A veces también los hacían los herreros y no era raro que los aros se transmitieran de padres a hijos.

También se construían aros de madera (Pipaón-A, Amorebieta-Etxano, Durango, Galdames-B) siendo frecuentes los cercos de castaño de los cestos viejos. En Elosua (G) utilizaban los bordes de los canastos usados y ocasionalmente les encargaban a los cesteros. En Salinas de Añana (A), antiguamente, con madera de olmo se hacían unos aros que se cerraban con alambre y posteriormente pasaron a hacerse con los culos de los baldes.

En Muskiz (B), aparte del aro de metal o de madera se empleaban también otros, hechos con cajas circulares de madera vacías que habían contenido jalea. A la caja se le practicaba un agujero en el centro y se introducía una varilla de alambre doblada de manera que un extremo de ésta hiciera de eje de la rueda para que puediera rodar. En Zeanuri (B) este juguete recibía el nombre de parrantola.

Foto de estudio de niña con aro a principios del siglo XX. Pamplona (N). Fuente: Archivo particular Roldán y Mena.

Una de las formas de jugar al aro consistía en hacerlo rodar el mayor tiempo posible sin que se cayera (Amézaga de Zuya, Aramaio, Mendiola, Pipaón, Valdegovía A) y otra hacer carreras con los aros (Landa, Laguardia, Ullíbarri-Gamboa-A). Para esta modalidad a menudo se preparaban circuitos que contaran con cuestas y se ponían obstáculos que dificultaran la carrera. En San Martín de Unx (N) era tal el ruido que producían los niños jugando al redonchillo que provocaban que el ganado se espantara.

Tal como se ha señalado el juego del aro ha estado muy generalizado y además de en las localidades citadas se ha constatado su práctica en Artziniega, Izarra (A); Lezama (B) y Aoiz (N).