A bellacos

Revisión del 08:00 22 jul 2019 de Admin (discusión | contribuciones)
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Con este nombre se denomina de forma preferente a un juego practicado sobre todo en Bizkaia, Álava y menos en Navarra que presenta diferentes variantes, como vamos a ver. Con carácter general a cada participante se le asigna un número, excepto al que dirige el juego que se llama abuela (Salcedo-A), amo del gato (Mendiola-A), ama del gato (Bilbao-B) o padre cura (Allo-N). Dispuestos en corro, inicia el ama el juego recitando la cantinela correspondiente según la localidad. Una fórmula dice:

En el convento de Santa Clara
había un gato ni muy gordo ni muy flaco
que lo comió el X bellaco.

El aludido responde: «Mientes bellaco», a lo que el ama pregunta: «¿Quién se lo comió?». El interpelado da el número de otro bellaco, repitiéndose cada vez más deprisa las preguntas y acusaciones hasta coger a alguno descuidado que al no sentirse aludido queda eliminado. Los bellacos en activo no deberán citar números eliminados pues en caso de hacerlo quedan también excluidos.

La fórmula anterior se registra en Bilbao y Carranza (B), donde se denomina a este juego «Miente Viriato». Una variante conocida en esta última localidad con el nombre de «Miente billaco» se inicia con el estribillo: «En la peña de Despeñaperros mataron a un gato ni muy gordo ni muy flaco...».

En una versión recogida por los años veinte el amo del gato pregunta: «En un convento había un gato ni muy gordo ni muy flaco. Dicen que lo mató el primer bellaco». El aludido contesta: «Miente, bellaco». El otro pregunta: «¿Pues quién lo mató?». Entonces aquél acusa a otro y así prosigue el juego[1].

En Mendiola (A) la fórmula se inicia así: «En un convento de frailes había un gato y dicen que lo mató fray cuarenta el bellaco». Este dirá «mientes bellaco» continuando el juego igual que en los anteriores casos.

Parecida disposición de participantes y sistema de acusación-negación presenta el juego de la abuela (Salcedo-A). El diálogo entre ésta y uno de los jugadores, por ejemplo el número cinco, es el siguiente:

— ¿La abuela al morir cinco vasos de vino dejó?
— ¿Cómo que cinco?
— ¿Cuántos pues?

Y así continuaba hasta eliminar a los distraídos.

Una versión diferente, propia de niñas, es la recogida en Allo (N) donde las participantes se ponen nombres de frutas a excepción de quien inicia el juego que se llama padre cura. El diálogo es: «Estaba padre cura sentado en un sillón y fue a parar a casa de manzana». La aludida responde: «Miente usted». «¿Pues dónde estabas tú?» le pregunta padre cura. «En casa de plátano» le responde. El diálogo se establecerá entonces entre manzana y plátano. A la dificultad que entraña memorizar todas las frutas elegidas se añade la del tratamiento que hay que mantener, de usted con padre cura y de tú entre frutas.

En Pipaón (A), los participantes mantienen su nombre, iniciando el juego con la siguiente estrofa: «Una mañana muy tempranito me levanté y encima de Carlos me senté». El aludido dice: «Miente usted», fórmula que da nombre al juego, y acto seguido añade otro nombre. El nuevo acusado responde simplemente «miente», ya que el tratamiento de usted se reserva también para el ama.

En Mendiola (A), desde la década de los ochenta, se juega a una modalidad conocida como «Los limones» en la que tanto la numeración como la disposición de los jugadores es similar al juego anterior. Aquí la fórmula que se repite para llamar a cada participante es «X limones medio limón». Quien inicia el juego dice por ejemplo: «Cinco limones medio limón llamando a dos limones medio limón». El aludido debe responder citando su número y llamando a otro. Cuando se hace con rapidez es posible coger a alguno desprevenido, quedando eliminado.


 
  1. Rosa HIERRO. “Del mundo infantil. Los juegos de los niños” in Euskalerriaren Alde, XIV (1924) pp. 11-12.