A cato

A este entretenimiento puede jugar un número variable de niños y niñas. Uno de ellos tiene un balón en sus manos y en un momento dado lo lanza al aire a la vez que señala a un compañero de juego. Puede hacerlo llamándole por el nombre o bien diciendo un color, número, etc. En este último caso, antes de comenzar a jugar se asignan los colores y los números entre los participantes.

El jugador que es nombrado debe recoger el balón antes de que caiga al suelo. A partir de aquí el juego muestra algunas divergencias en las distintas localidades en que se ha practicado.

En Amézaga de Zuya (A) el niño que lanza el balón grita un color y el jugador al que le corresponde debe recogerlo a su caída mientras los otros corren alejándose de él. En el momento en que éste tiene el balón en sus manos todos deben detenerse. A continuación puede dar un máximo de tres pasos a fin de acercarse a otro niño, tras lo cual le lanza el balón tratando de golpearle con él. El atacado no puede desplazar los pies, pero puede esquivar la pelota moviendo su cuerpo.

Según unas versiones, si aquél contra el que es arrojado el balón lo coge con las manos, se «salva»; otras en cambio consideran que pierde tanto si lo coge como si es rozado. De ocurrir lo último, se encarga de reiniciar el juego lanzándolo de nuevo al aire. Si el que tira el balón no consigue dar a nadie, se la vuelve a quedar.

En Salcedo (A) el que se la quedaba tiraba el balón a lo alto a la vez que decía: «Cato a... (y añadía el nombre de uno de los participantes)». El nombrado debía recogerlo sin que llegase al suelo. Si lo conseguía repetía la misma operación. Pero si se le caía o botaba antes, los demás tenían que salir corriendo. En cuanto se hacía con el balón gritaba: «Uno, dos y tres» y todos se debían parar. Después el juego proseguía como en Amézaga de Zuya.

En Durango (B) se llama «A cato» y juegan chicos y chicas. El que tira hacia arriba el balón nombra a un jugador diciendo «Para ...». Este debe recogerlo sin que dé ningún bote. Si toca el suelo los otros deben correr hasta que el que ha hecho mala atrape el balón y diga «¡Alto!». Entonces los demás ya no se pueden mover. El que tiene el balón tira a dar a alguno; si no lo logra se le cuenta una mala y a la tercera debe abandonar el juego.

En Portugalete (B), aunque puede ser mixto, normalmente lo ejecutan chicas. Se colocan en círculo y la que arroja la pelota, el cato, nombra a otra jugadora. Esta tiene que recogerla sin que caiga al suelo y a la vez repetir la misma operación de lanzamiento. Así transcurre el juego hasta que se le cae la pelota a alguna o le da un bote. Entonces el resto de las participantes echan a correr para alejarse. Cuando logra recogerla, la lanza contra la jugadora que quiera y si acierta a darle, esta última se apunta un tanto en contra. Si por el contrario falla, recae sobre ella. La que pierde tres veces es eliminada.

En Lezama (B) al tirar la pelota al aire se dice un número. El jugador al que le corresponda ha de cogerla antes de que bote en el suelo. Para entonces todos han salido corriendo a fin de alejarse. Sólo se paran al oír «¡Alto!», señal de que quien tenía que recogerla ya lo ha hecho. Este la tira entonces contra otro, normalmente el que se encuentra más cerca. Si es alcanzado pasa a la categoría de quemado. Si el mismo jugador vuelve a ser dado en otra ocasión pasa a estar grave, después gravísimo y por último muerto, es decir, eliminado.

En Zamudio (B) se le denomina «Alto». Al lanzar el balón se nombra un niño. Este trata de recogerlo sin que dé ningún bote. Si cae al suelo los demás echan a correr hasta que lo coge y dice «¡Alto!». Se desplaza con tres amplios pasos y trata de dar con él al más cercano. Si resulta alcanzado pasará a estar herido, pero si consigue coger el balón o no es dado, el herido será el lanzador y de nuevo tendrá que tirarlo al aire diciendo un nuevo nombre. Las fases por las que puede pasar un mismo jugador son herido, grave y muerto dependiendo de si ha cometido uno, dos o tres fallos. De llegar al último caso, es eliminado del juego.

En Elgoibar (G) se llama «Fruta fruta» ya que los participantes eligen nombres de frutas. Tras realizar un sorteo se elige al encargado de lanzar el balón. El niño al que le corresponde recogerlo debe hacerlo sin que caiga al suelo y seguido decir un nuevo nombre de fruta para que acuda otro compañero. Normalmente se juega con picardías tal como señalar al participante que esté más lejos. Si el balón toca el suelo una vez, el que tiene que hacerse con él, una vez lo atrapa grita «¡Stop!», momento en el que todos deben quedarse quietos. Da tres pasos en dirección al niño más cercano y le lanza el balón. Si le golpea, se le adjudica la primera letra de la palabra «burro». Si no atina la letra recae sobre él y además se ve obligado a jugar de nuevo y nombrar una fruta. Quien completa la palabra mencionada tiene que pagar una prenda que acuerdan los restantes niños. Suele consistir en que los chicos tengan que decir a sus compañeras de juego (ya que es mixto) frases atrevidas, y viceversa.

En Galdames (B) este juego se llama «Cato». El niño que tira la pelota al aire nombra a otro: «Para...», y éste tiene que cogerla antes de que dé un bote o al menos sin que dé más de uno. Quien no la logra recoger de la manera convenida queda eliminado. El último es el ganador y en la siguiente ronda tiene el privilegio de poder fallar en tres ocasiones. Cuando un jugador lanza el balón al aire con intención de volverlo a recoger, no menciona su propio nombre sino que dice «Para cato».

En Carranza (B) se jugaba de forma similar a la de Galdames, si bien algunos lo conocían por el nombre de «A la mar, a la mar». Se trataba de un juego mixto. Uno de los participantes, que tenía la pelota en sus manos, iniciaba el juego diciendo: «A la mar, a la mar». Los demás contestaban: «¿Encima de quién va?». Y el primer niño respondía: «Encima de... (y decía el nombre de uno de los jugadores a la vez que lanzaba el balón al aire)». El nombrado debía recoger la pelota sin que diese ningún bote. Después repetía el juego nombrando a otro. Si no conseguía cogerla, perdía y se retiraba.

En Apellániz (A) este juego se llama «Tachulero» o «Al cachulero». Uno de los jugadores lanza al aire una pelota y los demás deben procurar atraparla en su descenso, arrojándola entonces contra el compañero que tengan más cerca. Otro jugador la recoge nuevamente y la tira contra el más próximo y así prosigue el juego. El único mérito consiste en apoderarse del balón o en esquivar el pelotazo del amigo.

En esta misma localidad también practican el juego de «Cato». El niño que hace de cato tira la pelota a lo alto diciendo «Para fulano». Este tiene que recogerla y entre los otros se alejan corriendo. Al hacerse con ella grita «¡Alto?», y todos tienen que pararse; entonces da tres zancadas y le lanza el balón al que mejor le parece, siguiendo luego el juego igual que el anterior. En Narvaja (A) juegan de idéntica forma.

La versión practicada en Mendiola (A) también se parece a la anterior, sólo que el niño que tiene que recoger la pelota no grita «Alto» sino «Cato», que además es el nombre con el que se designa el juego. Si cuando lanza el balón tiene la fortuna de tocar al contrincante, éste queda eliminado; si por el contrario falla, es él quien debe abandonar el juego. En Elosua (G) se conoce un juego similar denominado «Numeritos» que, como su nombre indica, es de los que al lanzar el balón al aire se debe gritar un número.

En Moreda (A) decían jugar «A cato». Los participantes tenían un número que les identificaba y se colocaban formando un círculo. Uno de los niños ponía el balón en juego lanzándolo al aire mientras gritaba el número de quien debía recogerlo antes de que cayera al suelo. Si éste lo conseguía, volvía a arrojarlo a lo alto a la vez que mencionaba otro número. Si por el contrario, la pelota tocaba tierra, perdía. Entonces el primer niño en llegar y coger el balón lo disparaba contra cualquiera de los compañeros que huían. El que resultaba alcanzado tres veces quedaba eliminado del juego. El último ganaba la partida y conseguía ser cato, lo que le daba derecho a disfrutar de cuatro tantos en la siguiente competición y a poner de nuevo la pelota en juego.

En Moreda (A) además de «A cato» practican otro juego similar que denominan «Bote-bote» y que es como los descritos en primer lugar. El primero ya desapareció, sin embargo éste aún perdura, tomando parte en él tanto chicas como chicos. El participante que se la queda lanza la pelota hacia lo alto a la vez que pronuncia el nombre de otro jugador. El mentado debe cogerla sin que toque el suelo. Si lo consigue vuelve a arrojarla al aire nombrando a otro. Sin embargo, si no logra atraparla tiene que tratar de recogerla rápidamente y decir «Stop». Al oir esto, los demás, que habían emprendido veloz carrera, deben detenerse.

Entonces da tres saltos con la finalidad de acercarse lo más posible a aquél que se encuentre en mejor posición para golpearle. Le lanza el balón y si le acierta, le deja herido. Si falla, el herido es él. Así prosigue el juego, siendo la secuencia acumulada de fallos: herido, herido grave, muerto y quemado o cenizas. El jugador que acumula todos queda eliminado. El último de los participantes, que es el único que no completa la sucesión, gana el juego. Como premio recibe el primi, que le da derecho en el siguiente juego a cometer un error más que los demás sin ser eliminado. Se dice que tiene una vida más.

En Monreal (N) se conoce como «A sangre» y es un juego mixto. Los participantes se disponen en corro y cada uno elige el nombre de un país. Uno de los chicos inicia el juego diciendo: «Yo declaro la guerra a "Francia"» (o el país que quiera), lanza el balón al aire y echan a correr todos. El niño señalado recoge el balón y grita «Sangre», lo que obliga a los otros a pararse. Da tres pasos y tira el balón a dar a uno de ellos. Si le acierta resulta herido leve. Entonces este último pasa a lanzar el balón. Si un jugador es golpeado dos veces se dice que está herido grave y si recibe un golpe más que está muerto. En este caso resulta eliminado.

El juego que se describe a continuación guarda muchas semejanzas con los de «A cato» de este apartado y sobre todo con este último de Monreal (N). La diferencia principal con ellos es que en éste se dibuja una figura geométrica en el suelo, en concreto un círculo que se divide en tantas porciones como jugadores participen, a las que además se asignan nombres, a menudo de países, coincidentes con los que portan sus propietarios.

En Moreda (A) se llama «Declaro la guerra a...». Con una tiza pintan un círculo en el suelo y lo dividen en tantas partes como jugadoras participen. A cada trozo le dan el nombre de un país, generalmente europeo y a ser posible de los más grandes y conocidos.

En Amézaga de Zuya (A) se conoce como «El círculo». Cada porción del mismo se convierte en un territorio con un nombre. Un jugador lanza el balón y simultáneamente grita el nombre de uno de los territorios. El niño al que le corresponde debe correr a recogerla. A continuación, una vez que los demás se han detenido, lo lanza contra alguno de sus compañeros. Si consigue darle, le quita un pedazo de su porción en el círculo equivalente a lo que mide su zapato. Si por el contrario no consigue atinar a nadie, se lo quitan a él. Pierde el jugador que antes se quede sin territorio y gana el que más tenga.

En Portugalete (B) se llama «A los países» y se parece más al descrito para Monreal que a los dos anteriores ya que la figura que se traza en el suelo, que ni siquiera es un círculo, sirve como mero marcador de fallos. Se considera juego de chicas y el número de participantes es variable. Se marca en el suelo un cuadro dividido en casillas para anotar los errores. Cada línea de casillas corresponde a un país determinado que previamente ha elegido una jugadora. También se traza un pequeño círculo en el que se coloca la pelota.

Todas las participantes se colocan en corro en torno a la pelota, tocándola con el dedo índice. En un momento determinado, la niña que hace de madre nombra uno de los países. Mientras las restantes jugadoras echan a correr, la nominada tiene que coger el balón y gritar «¡Alto!» para que las otras se detengan; acto seguido intenta dar con la pelota a una de ellas. La que va a recibir el impacto puede tratar de esquivarlo moviendo su cuerpo pero no los pies.

En Allo (N) jugaban a una variante que llamaban «La gulgulutera», bastante diferente en su fase inicial de las descritas hasta ahora. Se hacía un hoyo en el suelo y los jugadores, situados a una distancia de ocho o diez metros, tiraban una pelota intentando meterla dentro. Cuando alguien lo conseguía iba rápidamente a recogerla; entre tanto los demás salían huyendo. Una vez la tenía en su poder la arrojaba con fuerza contra alguno de los compañeros, normalmente contra quien estuviese más próximo. Así se ponía en movimiento la pelota, ya que al ser cogida por cualquiera de los chicos, la volvía a lanzar contra un compañero. Antes de tirarla solía decirse: «A la gulgulutera, / mi abuela tiene caguera».

En ocasiones se jugaba con dos balones a un tiempo y si coincidía que tenían que disparar dos jugadores uno contra otro, preguntaban a la vez: «¿Guerra o paz?». Si ambos coincidían en la respuesta «paz» se perdonaban la tirada y si en «guerra» salían a pegarse.

Comentan los informantes que éste era un juego de una brutalidad extraordinaria, sobre todo cuando los que tomaban parte eran jugadores ya mayorcitos. Lo practicaban exclusivamente chicos, que a menudo regresaban a sus casas con algún ojo amoratado o cardenales en las piernas.