A comiditas. Afarika. A tiendas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Un juego muy conocido entre las niñas era el denominado «A comiditas», «A cocinitas», «A tiendas», en euskera «Afarike» (literalmente «A cenas»), que se describe en el capítulo referente a los juegos de imitación. Como dato curioso señalar que a este juego en Aramaio (A) lo denominaban «Etxekoandraka», esto es, «a señoras de la casa» o como ahora se dice «a amas de casa».

Las niñas de antaño debían suplir la falta de juguetes apropiados para este entretenimiento construyéndolos con elementos de desecho u obtenidos en su entorno natural.

En Durango (B) la niña tendera preparaba sus productos sobre un mostrador, que era una piedra lisa. A ella venía la niña compradora que pedía leche, chuletas, moscatel o helados, y aquélla le servía agua blanqueada con cal que era la leche, o unas hierbas anchas cortadas que hacían de chuletas, o granos coloreados para el moscatel, o una masa de arcilla moldeada dentro de una caja de cerillas que era el helado. Previamente, los artículos habían sido pesados en una balanza hecha con la tapa de un bote de tomate, colocada sobre el borde del mostrador y con una piedra de contrapeso.

En Amézaga de Zuya (A) utilizaban tablas para simular el mostrador y las estanterías. Las tapas de las latas de betún hacían las veces de recipientes de cocina al igual que los nabos, que se vaciaban para ello. Las hierbas cogidas en el campo constituían la comida; un ejemplo típico era la simiente de la especie conocida popularmente como andagalletas, que solía hacer las veces de arroz. Si querían jugar con dinero recortaban círculos de papel y los hacían pasar por monedas.

En Laguardia (A) con latas viejas hacían pesos y con barro pesas denominadas pesicas. Con barro también modelaban los cacharros para jugar.

En Carranza (B), cuando jugaban «A morar», esto es, «A comiditas», para hacer las veces de perejil se empleaba la hierba de San Roberto (Geranium robertianum), las hojas de higuera eran las chuletas, las de lampazo (género Arctium) el bacalao y los helechos que por su forma recuerdan la raspa de un pescado, como el culantrillo menor (Asplenium trichomanes) y el polipodio (Polypodium vulgare), las sardinas y chicharros. Las hojas de avellano, cerezo, fresno y manzano representaban el dinero y cada una tenía un valor diferente.

En definitiva, las posibilidades de juego con elementos tan simples eran infinitas.

En esté tipo de juegos se solía representar la comida mediante plantas o partes de su aparato vegetativo que recordaban por su forma el aspecto del alimento a imitar. En el capítulo en que se trata la naturaleza como espacio lúdico se recogen los nombres de varias de estas plantas y se comenta la función que desempeñaban.

También para este juego los fabricantes de juguetes han aguzado su ingenio de modo que en el comercio del ramo pueden encontrarse actualmente muebles de cocina completamente equipados con electrodomésticos, vajillas y demás imitaciones en sus distintas calidades y precios, amén de auténticos ingenios que funcionan con pilas.