A la pastora

Era un juego común de niñas. Una hacia de lobo y otra de pastora, teniendo tras de ella a las ovejas cogidas unas a otras de la cintura con las manos. La pastora se colocaba delante del lobo, tratando de impedir que éste las atrapara. Entretanto establecían el siguiente diálogo cantado:

— Yo soy el lobo, lobo, lobo,
a tus ovejas me he de comer.
— Yo soy la pastora, ora, ora,
y a mis ovejas no has de comer.