A los pañuelitos coloráus

Se trata de un juego que no se practica en la actualidad, pero que fue muy popular en la década de los años veinte y que se continuó jugando hasta los setenta. Su ejecución resultaba sencilla y consistía en lo siguiente: Había una madre sobre la que se flexionaba el que la paraba; los demás niños colocaban la mano sobre la espalda de éste y la madre cantaba:

A los pañuelitos coloráus
que son de voláos
que vayan y vengan
que no se detengan
y que vayan a besar...

Decía un sitio y todos los niños salían corriendo a besar el lugar. El que la paraba debía pillar a uno antes de que llegase a besarlo.

Se practicaba en Garde (N), Moreda y Narvaja (A). En esta última localidad cuando tras realizar lo mandado, los jugadores regresaban al lugar donde se encontraba la madroya o madre, ésta les mostraba un dedo diciendo: «Dedito bueno del cirujano». El jugador que cogía el dedo quedaba libre. En caso de que la madroya escondiera el dedo, los corredores tenían que marcharse y volver cuando lo sacara de nuevo.

En Sangüesa (N) se conoce con el nombre de «Pedro Matú» un juego similar al anterior. A la chica que se arrodillaba delante de la madre se le llamaba gavilán; la coplilla que se cantaba también era diferente:

Pedro Matú se cagó en el almud
tres arrobas y más,
pegad, pegad, sin reir,
pegad, pegad, sin hablar,
que vayáis a besar «la pared»
que va, que va el gavilán.

Asimismo era distinto el modo de conseguir quedarse libres ya que tras besar lo mandado, sólo podían tocar a la madre si ésta decía: «Sí pido tabla, sí». Si decía: «No pido tabla, no» debían seguir corriendo. Este juego desapareció hacia los años cuarenta.

José de Gurruchaga y Purroy[1] describe un juego recogido en Romanzado y Urraul Bajo (N) que consiste en lo siguiente: Un chico se sienta y otro apoya la cabeza en sus rodillas. Todos los demás pegan en la espalda del segundo, al tiempo que dicen: «Aceitera, vinagrera, escorial, cuatro granicos de maíz, ocho». En este momento, el que está sentado dice: «Pegar y callar». Siguen los demás: «Gaticos mirando al cielo, gaticos mirando a la tierra. Sin reir». El sentado grita: «Sin hablar». Los demás: «Al son de las esquilicas, que bailen las raticas; al son de los esquilones, que bailen los ratones. Que si va, que si va; que alguno pillará». Todos corren. El que recibe los golpes trata de pillar a alguno, para cederle el puesto.


 
  1. José de GURRUCHAGA Y PURROY. «Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraul Bajo» in CEEN, V (1970) p. 206.