Al diabolo. Txabila

Es un juego practicado preferentemente por niñas. Se precisa de una pieza llamada diábolo o diabolo, compuesta por dos conos de unos 8 cms. de altura cada uno, unidos por sus vértices por un anillo cóncavo. A este elemento en algunas localidades se le denomina diablo (Izurdiaga-N) y en euskera txabila (Goizueta-N). Se acompaña de dos palos de 50 cms. aproximadamente, enlazados por una cuerda de alrededor de un metro, sujeta a un extremo de cada palo.

El material empleado en los conos ha sido durante muchos anos la goma (Amézaga de Zuya, Ribera Alta-A; Durango, Galdames-B; Arrasate, Hondarribia-G, Goizueta, Izurdiaga, San Martín de Unx, Viana-N); más recientemente también se han fabricado de plástico. En Gamboa y Moreda (A) el diábolo se asemejaba a un carrete de madera, aunque más estrecho en su centro y en Amézaga de Zuya (A) dicen que tenía forma de pajarita de goma con una pieza metálica en el medio.

En Gamboa (A), Hondarribia (G) y Viana (N), antiguamente se utilizaban diábolos de madera y en Narvaja (A) los fabricaban con carretes de hilo a los que practicaban una hendidura en la parte central del eje.

El juego se basa en mantener el diábolo en equilibrio sobre la cuerda, lo cual se logra moviendo los palos alternativamente hacia arriba y hacia bajo para hacer que gire. Además de este movimiento se imprime a los palos otro de abertura y cierre que hace que el diábolo se traslade en la cuerda de un extremo a otro. De ordinario cada niña juega por su cuenta, aunque es frecuente hacerlo en grupos de dos o tres amigas demostrando sus habilidades sin que medie reto ni competición alguna. Era un juguete que las niñas solían recibir como regalo de Reyes.

Cuando se conseguía que girara a velocidad suficiente, se le impulsaba hacia el cielo, a la vez que se tensaba la cuerda separando los palos, con lo que se obtenía un efecto muelle que multiplicaba el impulso. El diábolo subía a diez o más metros y volvía a descender. La jugadora lo esperaba brazos en alto, con la cuerda tensa algo inclinada, intentando que el centro del carrete coincidiera con ésta y se posara, iniciando rápidamente el movimiento de los palos para mantenerlo girando y así poder seguir jugando. Otras veces, al recogerlo en la cuerda, se volvía a lanzarlo al aire sin dejarlo que rodara por la cuerda.

Una vez dominado el movimiento básico de hacer bailar al diábolo haciéndolo girar sobre sí mismo y manteniéndolo sobre la cuerda, la jugadora empieza a practicar unos ejercicios que requieren mayor habilidad y son más difíciles de ejecutar. Así en Amézaga de Zuya (A) realizaban los siguientes movimientos: dejarlo dormido (tenerlo aparentando estar quieto), pasar palillo, el afilador (hacerle recorrer el palillo), tirarlo al cielo, y una variante de esto último consistente en lanzarlo a lo alto y recogerlo habiéndole hecho dar una vuelta previamente. También en Moreda (A) se han recogido algunas modalidades como hacer girar el diábolo sobre la cuerda en posición muy inclinada o dormirlo.