Diferencia entre revisiones de «Aleros etxe-hegala»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Elgoibar (G) algunos aleros están provistos de guardamelletas como ornamentación. En Zeanuri (B) este mismo elemento se llama ''bandeleta''. En el Valle de Carranza (B) consiste en una simple tabla que recorre el alero de la fachada en casas con ''morisca ''o cola de milano para proteger las cabezas de ''tirantes ''y cabrios de la lluvia y que suele pintarse del mismo color que los balcones. En algunas casas se muestra con el borde inferior aserrado formando sencillas figuras geométricas al igual que ocurre en Zeanuri.
 
En Elgoibar (G) algunos aleros están provistos de guardamelletas como ornamentación. En Zeanuri (B) este mismo elemento se llama ''bandeleta''. En el Valle de Carranza (B) consiste en una simple tabla que recorre el alero de la fachada en casas con ''morisca ''o cola de milano para proteger las cabezas de ''tirantes ''y cabrios de la lluvia y que suele pintarse del mismo color que los balcones. En algunas casas se muestra con el borde inferior aserrado formando sencillas figuras geométricas al igual que ocurre en Zeanuri.
  
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Como ya hemos indicado antes, las casas que cuentan con mejores aleros son las más notables.
 
Como ya hemos indicado antes, las casas que cuentan con mejores aleros son las más notables.
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En San Martín de Unx (N) su decoración es variada: Las casas fuertes, por lo general las de techumbre a cuatro aguas, tienen molduras talladas a la “terraja”, plantilla que se utilizaba para trabajar la madera a tal efecto, pero este tipo de saledizos es casi exclusivo de las mejores casas; el alero más corriente y económico, aunque sólido, es el que se construye colocando sobre un techo de ladrillo macizo otros ladrillos en disposición oblicua que aparecen al exterior en forma dentada. En la parte antigua del pueblo y en las casas más modestas, el alero se reduce a la mínima expresión: o bien se colocan las tejas sobre un lecho de laja de piedra, o directamente sobre el muro, pero en ambos casos sin apenas sobresalir del edificio, con lo que el “goteraje” de las casas es mínimo.
 
En San Martín de Unx (N) su decoración es variada: Las casas fuertes, por lo general las de techumbre a cuatro aguas, tienen molduras talladas a la “terraja”, plantilla que se utilizaba para trabajar la madera a tal efecto, pero este tipo de saledizos es casi exclusivo de las mejores casas; el alero más corriente y económico, aunque sólido, es el que se construye colocando sobre un techo de ladrillo macizo otros ladrillos en disposición oblicua que aparecen al exterior en forma dentada. En la parte antigua del pueblo y en las casas más modestas, el alero se reduce a la mínima expresión: o bien se colocan las tejas sobre un lecho de laja de piedra, o directamente sobre el muro, pero en ambos casos sin apenas sobresalir del edificio, con lo que el “goteraje” de las casas es mínimo.
  
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En Allo (N) constituyen un motivo ornamental en muchas casas. Pueden ser de varios tipos. Los más corrientes son los que cuentan con cubierta de madera que se sustenta sobre modillones también de madera y cuya extensa gama va desde los que son perfectamente lisos, de sección cuadrada, a los que llevan talladas hojas de acanto y otros motivos. Hay otro grupo de aleros bastante frecuente, sin duda por su sencillez y solidez, cuya teja se apoya sobre una base de ladrillo macizo. Estos aleros están formados por tres o cinco hileras de ladrillos, colocados en posición recta los impares y en sentido oblicuo los pares, formando dientes de perro. Menos frecuente es el alero formado por dos hileras de teja sustentadas sobre ladrillo macizo y revocado después con argamasa. Otro alero peculiar es el que se puede ver en una casa, construido en el siglo XVI, con ladrillo tallado. Los edificios cuya fachada es de sillería y la piedra alcanza el nivel del tejado, suelen tener alero de escaso vuelo, apenas reducido a una cornisa también de piedra tallada y moldurada, y sobre la cual se asienta la cubierta del tejado.
 
En Allo (N) constituyen un motivo ornamental en muchas casas. Pueden ser de varios tipos. Los más corrientes son los que cuentan con cubierta de madera que se sustenta sobre modillones también de madera y cuya extensa gama va desde los que son perfectamente lisos, de sección cuadrada, a los que llevan talladas hojas de acanto y otros motivos. Hay otro grupo de aleros bastante frecuente, sin duda por su sencillez y solidez, cuya teja se apoya sobre una base de ladrillo macizo. Estos aleros están formados por tres o cinco hileras de ladrillos, colocados en posición recta los impares y en sentido oblicuo los pares, formando dientes de perro. Menos frecuente es el alero formado por dos hileras de teja sustentadas sobre ladrillo macizo y revocado después con argamasa. Otro alero peculiar es el que se puede ver en una casa, construido en el siglo XVI, con ladrillo tallado. Los edificios cuya fachada es de sillería y la piedra alcanza el nivel del tejado, suelen tener alero de escaso vuelo, apenas reducido a una cornisa también de piedra tallada y moldurada, y sobre la cual se asienta la cubierta del tejado.

Revisión del 10:48 31 oct 2018

La parte del tejado más expuesta a la mirada de los transeúntes es el alero, lo que ha sido motivo para que sea la más susceptible de mostrar ornamentos.

En una buena parte del territorio las casas cuentan con aleros más o menos amplios. Es una parte imprescindible del tejado, pero al ser numerosos los elementos necesarios para formar este saliente no ha sido muy habitual que muestre tallas prolijas salvo en el caso de los edificios más notables. Por ello lo común es que sean sencillos y sin adornos (Gorozika, Andraka-B; Elosua, Zerain-G; Aintzioa y Orondritz, Valcarlos-N).

En Telleriarte (G) lo único que tenían las casas como ornamentación era precisamente el alero del tejado, que sobresalía de las paredes medio metro. En el Valle de Zuia (A) en los canes de los aleros de la cubierta y en algunas de las puertas de los balcones que poseen friso, es donde se pueden encontrar las mejores labores de carpintería.

En cada población son escasas las casas que presentan aleros adornados. En Apodaca (A) sólo algún canecillo está un poco mejor labrado. En Berastegi (G) unos pocos edificios tienen solivos o kapiriuak tallados a mano en los extremos que asoman en el alero. En Valtierra (N) los aleros solían ser amplios pero sólo unos pocos tenían la madera tallada o decorada. En Lagrán (A) se conservan algunos aleros interesantes con un trabajo de artesanía muy bueno. En Apellániz (A) sobresalen bastante por la abundante lluvia que suele caer en la villa; la mayoría son lisos y únicamente algunos presentan una buena talla en sus canecillos.

En Beasain (G) en los aleros y artesonados no se observa ningún tipo de labrado o dibujo especialmente decorativo, a excepción de las puntas de las vigas del patio interior de un palacio que tiene algunas decoradas con figuras geométricas.

En Aoiz (N) no se decoraban o al menos no se conservan. Únicamente en dos casos se observan incisiones en forma de roleos y otros motivos vegetales.

En Obanos (N) son en general cortos y muy pocos están decorados. En una casa con caballete perpendicular a la fachada enmarcan el frente unos mocárabes de yeso.

En Elgoibar (G) algunos aleros están provistos de guardamelletas como ornamentación. En Zeanuri (B) este mismo elemento se llama bandeleta. En el Valle de Carranza (B) consiste en una simple tabla que recorre el alero de la fachada en casas con morisca o cola de milano para proteger las cabezas de tirantes y cabrios de la lluvia y que suele pintarse del mismo color que los balcones. En algunas casas se muestra con el borde inferior aserrado formando sencillas figuras geométricas al igual que ocurre en Zeanuri.

Ornamentación en los aleros de la Casa de Alduzin. Goizueta (N), 1929. Fuente: Yrizar, Joaquín de. Las casas vascas. San Sebastián: Librería Internacional, 1929, planchas XIX, XLI, XLVII y LXX.

Como ya hemos indicado antes, las casas que cuentan con mejores aleros son las más notables.

En Añana, Bernedo y Ribera Alta (A) los aleros con adornos o tallas en sus maderas aparecen en las casas más distinguidas. Lo mismo se ha constatado en Hondarribia (G) y Monreal (N). En Oñati (G) en las casas palacio que hay en el casco urbano y en Eugi (N) en las casas más ricas, donde se hallaban labrados con motivos geométricos o antropomórficos.

En Lesaka (N) el alero, etxe-egala, varía en su forma según la antigüedad y riqueza de la casa. En la mayoría de los casos es sencillo, sostenido por puntales, y más saliente en la fachada que en las otras tres vertientes. Otras veces es doble, con modillones y zapatas ricamente talladas que le dan aspecto de artesonado[1].

En Portugalete (B) los canes que rematan los aleros no merecen especial mención excepto los de determinadas casas notables. El único edificio que tiene canes de piedra en la fachada es el correspondiente al número 17 de la calle del Medio, que es considerado por algunos como una de las torres que tuvo la Villa.

Se constata la existencia de poblaciones en las que la presencia de aleros tallados ha sido más frecuente. En general se puede afirmar que los aleros adornados son más propios de zonas de villa o de población concentrada donde precisamente son más frecuentes las casas notables.

En Ainhoa (L) los salientes de los cabrios de la fachada están decorados, es una tradición que se perpetúa en las casas nuevas de esta región de Xareta.

En Astigarraga (G) en los aleros del tejado, tanto en caseríos como en casas, la madera de las contravigas o frontalak, y sus tornapuntas, llevan talladas figuras geométricas como puntas de diamante y otras marcas decorativas, que tienden a desaparecer cuando el tejado se renueva.

En cuanto a las formas que aparecen talladas en los canes de madera, en los párrafos anteriores ya se han descrito algunas.

En Valdegovía (A) los aleros de madera tallada o canes tienen fundamentalmente motivos vegetales, geométricos o antropomorfos.

En Sangüesa (N) algunas casas de la localidad destacan por sus hermosos aleros. Fueron construidos durante el periodo barroco y utilizan diversos recursos ornamentales propios de esos siglos, de tipo geométrico, vegetal y figurativo de animales y personas. Los canes son muy moldurados y sobresalidos. Destacan los aleros de algunas casas de tipo palaciego. El de una de ellas tiene canes de follaje, plafones con tarjas y óvalos, friso con ovas y adornos colgantes. Otra sobresale por sus canes vegetales y pinjantes colgantes; y el de la casa consistorial por su robustez y las formas curvilíneas. Asimismo es muy interesante el alero de la casa de los Íñiguez de Medrano. El alero del Palacio de Vallesantoro es uno de los más espectaculares de Navarra y consta de trece canes que representan animales fantásticos atrapando cabezas humanas, flora y frutas exóticas y fondos con indios atlantes y figuras grotescas de incierto significado.

Los adornos de los aleros no siempre han consistido en tallas en la madera, en la zona más meridional del territorio algunos aleros ni siquiera están construidos con este material; en ellos desempeña un papel importante el ladrillo.

En Mélida (N) carecían de decoración, si bien se podían poner una o varias hileras de ladrillos formando zig-zag. Únicamente algunos caserones del casco antiguo los tienen de madera, aunque sin decorar.

En Murchante (N) los aleros son poco sofisticados, muestran como único motivo geométrico dientes de sierra de ladrillo. Los más desarrollados poseen motivos geométricos realizados con ladrillos de distintos tonos rojos.

En San Martín de Unx (N) su decoración es variada: Las casas fuertes, por lo general las de techumbre a cuatro aguas, tienen molduras talladas a la “terraja”, plantilla que se utilizaba para trabajar la madera a tal efecto, pero este tipo de saledizos es casi exclusivo de las mejores casas; el alero más corriente y económico, aunque sólido, es el que se construye colocando sobre un techo de ladrillo macizo otros ladrillos en disposición oblicua que aparecen al exterior en forma dentada. En la parte antigua del pueblo y en las casas más modestas, el alero se reduce a la mínima expresión: o bien se colocan las tejas sobre un lecho de laja de piedra, o directamente sobre el muro, pero en ambos casos sin apenas sobresalir del edificio, con lo que el “goteraje” de las casas es mínimo.

Motivos ornamentales en aleros. Allo (N). Fuente: José Ramón Macua, Grupos Etniker Euskalerria.

En Allo (N) constituyen un motivo ornamental en muchas casas. Pueden ser de varios tipos. Los más corrientes son los que cuentan con cubierta de madera que se sustenta sobre modillones también de madera y cuya extensa gama va desde los que son perfectamente lisos, de sección cuadrada, a los que llevan talladas hojas de acanto y otros motivos. Hay otro grupo de aleros bastante frecuente, sin duda por su sencillez y solidez, cuya teja se apoya sobre una base de ladrillo macizo. Estos aleros están formados por tres o cinco hileras de ladrillos, colocados en posición recta los impares y en sentido oblicuo los pares, formando dientes de perro. Menos frecuente es el alero formado por dos hileras de teja sustentadas sobre ladrillo macizo y revocado después con argamasa. Otro alero peculiar es el que se puede ver en una casa, construido en el siglo XVI, con ladrillo tallado. Los edificios cuya fachada es de sillería y la piedra alcanza el nivel del tejado, suelen tener alero de escaso vuelo, apenas reducido a una cornisa también de piedra tallada y moldurada, y sobre la cual se asienta la cubierta del tejado.

En Moreda (A) las casas que desde el punto de vista artístico están mejor trabajadas poseen aleros de piedra o canes de madera. En el resto de las casas el alero lo forma la propia bóveda del tejado que sobresale. Hoy los antiguos aleros de tarima son reemplazados por los de hormigón. No obstante si la casa es de piedra se siguen poniendo de madera labrada.


 
  1. Julio CARO BAROJA, “Algunas notas sobre la casa en la villa de Lesaka…”. Etnografía histórica de Navarra. Tomo II. Pamplona: 1972, p. 85.