Diferencia entre revisiones de «Alimentacion de la recien parida»

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En Orozko (B) después de dar a luz y para evitar hemorragias se recomendaba a las madres permanecer tumbadas en la cama boca arriba y sin moverse. También eran temidas las infecciones del sobreparto. Otras prescripciones a cumplimentar eran guardar reposo durante un mes y alimentarse bien, considerándose básico el caldo de gallina. El chocolate con bizcochos se tenía por bueno para hacer sangre.
 
En Orozko (B) después de dar a luz y para evitar hemorragias se recomendaba a las madres permanecer tumbadas en la cama boca arriba y sin moverse. También eran temidas las infecciones del sobreparto. Otras prescripciones a cumplimentar eran guardar reposo durante un mes y alimentarse bien, considerándose básico el caldo de gallina. El chocolate con bizcochos se tenía por bueno para hacer sangre.
  
En Abadiano (B) el caldo de gallina y el jerez se tomaba durante quince días acompañados de chocolate y azucarillos con agua en la merienda. La recuperación de la puérpera era lenta precisamente porque sólo tomaba caldo de gallina y alimentos semejantes. En Apodaca (A) y otros lugares de Alava tomaba batido de vino y yema de huevo o de leche con miel y yema de huevo.
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En Abadiano (B) el caldo de gallina y el jerez se tomaba durante quince días acompañados de chocolate y azucarillos con agua en la merienda. La recuperación de la puérpera era lenta precisamente porque sólo tomaba caldo de gallina y alimentos semejantes. En Apodaca (A) y otros lugares de Álava tomaba batido de vino y yema de huevo o de leche con miel y yema de huevo.
  
 
A veces, por el contrario, el periodo de estancia en la cama era más reducido. En Jatsu (BN) se decía que se le debía mantener a caldo, ''salda eta bermisela, ''durante cuatro o cinco días para que no se reprodujera un ataque de fiebre. En Ribera Alta (A) y San Martín de Unx (N) de unos tres días, durante los cuales también tomaba exclusivamente caldo de gallina. En Valdegovía (A) dos o tres días aunque sin realizar las labores domésticas llegaban a estar quince; algunas acortaban este plazo por no disponer de ayuda.
 
A veces, por el contrario, el periodo de estancia en la cama era más reducido. En Jatsu (BN) se decía que se le debía mantener a caldo, ''salda eta bermisela, ''durante cuatro o cinco días para que no se reprodujera un ataque de fiebre. En Ribera Alta (A) y San Martín de Unx (N) de unos tres días, durante los cuales también tomaba exclusivamente caldo de gallina. En Valdegovía (A) dos o tres días aunque sin realizar las labores domésticas llegaban a estar quince; algunas acortaban este plazo por no disponer de ayuda.
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A algunos alimentos se les ha atribuido la cualidad de favorecer la secreción de leche materna.
 
A algunos alimentos se les ha atribuido la cualidad de favorecer la secreción de leche materna.
  
En Amézaga de Zuya (A), AmorebietaEtxano (B), Lekunberri y Obanos (N) se pensaba que la puérpera tenía que beber abundante leche para dar más pecho. En Orozko (B) café con leche. En esta última localidad recomendaban el coñac para que no se enfriasen los pechos. Los lácteos también se consideraban adecuados en Mendiola (A). Aranegui recoge que durante el periodo de lactancia la madre debía tomar suero de leche, ''gazuria, ''en abundancia<ref>Pedro M<sup>a</sup> ARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX ''San Sebastián, 1986, p. 49.</ref>.
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En Amézaga de Zuya (A), AmorebietaEtxano (B), Lekunberri y Obanos (N) se pensaba que la puérpera tenía que beber abundante leche para dar más pecho. En Orozko (B) café con leche. En esta última localidad recomendaban el coñac para que no se enfriasen los pechos. Los lácteos también se consideraban adecuados en Mendiola (A). Aranegui recoge que durante el periodo de lactancia la madre debía tomar suero de leche, ''gazuria, ''en abundancia<ref>Pedro MARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''. San Sebastián, 1986, p. 49.</ref>.
  
 
En Valdegovía (A) se decía que las galletas de manteca, la mantequilla y las nueces aumentaban la secreción de leche. En Aoiz (N) y Donibane-Garazi (BN) consideraban bueno comer lentejas y en Gorozika (B) ''porrusalda ''hecha con bacalao. En Berastegi (G) se estimaba que las habas pequeñas mejoraban la leche materna. En Getaria (G) toman mucho líquido, café con leche y posteriormente cerveza.
 
En Valdegovía (A) se decía que las galletas de manteca, la mantequilla y las nueces aumentaban la secreción de leche. En Aoiz (N) y Donibane-Garazi (BN) consideraban bueno comer lentejas y en Gorozika (B) ''porrusalda ''hecha con bacalao. En Berastegi (G) se estimaba que las habas pequeñas mejoraban la leche materna. En Getaria (G) toman mucho líquido, café con leche y posteriormente cerveza.
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En Urduliz (B) se decía que debía evitar comer alimentos como lechuga, ensaladas con vinagre o ajo ya que le conferían sabor a la leche.
 
En Urduliz (B) se decía que debía evitar comer alimentos como lechuga, ensaladas con vinagre o ajo ya que le conferían sabor a la leche.
  
Aranegui recoge que si el niño era propenso a los vómitos o se empachaba con facilidad, la madre podía aliviarle el problema teniendo la precaución de tomar manzanilla antes de dar el pecho a su hijo<ref>Pedro M<sup>a</sup> ARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX ''San Sebastián, 1986, p. 49.</ref>.
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Aranegui recoge que si el niño era propenso a los vómitos o se empachaba con facilidad, la madre podía aliviarle el problema teniendo la precaución de tomar manzanilla antes de dar el pecho a su hijo<ref>Pedro MARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''. San Sebastián, 1986, p. 49.</ref>.
  
 
En Carranza (B) si la mujer llegaba del trabajo sofocada esperaba un rato antes de amamantar al niño y si era invierno y venía con frío, tomaba un tazón de café con leche caliente para entrar en calor. De no hacerlo así se pensaba que el bebé se descompondría y sufriría de dolores de tripas.
 
En Carranza (B) si la mujer llegaba del trabajo sofocada esperaba un rato antes de amamantar al niño y si era invierno y venía con frío, tomaba un tazón de café con leche caliente para entrar en calor. De no hacerlo así se pensaba que el bebé se descompondría y sufriría de dolores de tripas.
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Revisión actual del 08:06 22 jul 2019

Dieta y periodo de convalecencia

La recién parida o puérpera únicamente tomaba caldo de gallina elaborado en su mayor parte con las que le regalaban los familiares y vecinos más próximos que acudían a visitarla. No sin cierta sorna, en algunos pueblos se decía que este caldo debía ser consumido por la mujer y la carne por el marido (Mendiola-A; Abadiano, Urduliz-B; Ezkio-G), ándrak káldue ta gizónak oillué (Almike-Bermeo-B).

En algunos lugares estaban establecidos los días que duraba esta dieta. Así en Apellániz (A) el caldo de gallina era el alimento exclusivo durante ocho días, después si no tenía fiebre empezaba por comer un ala de gallina y poco a poco otras partes del ave, así como vino dulce: jerez o vino quinado, para reponer fuerzas lo antes posible. En Moreda (A) durante la primera semana se alimentaba casi exclusivamente de caldo de gallina y de alguna que otra zanquita. Tras una alimentación tan escasa salían muy débiles del parto, según expresión popular de esta localidad "la cama se las comía". En Markina (B) tomaba durante ocho días caldo de gallina al que se le añadía una yema de huevo crudo.

En Portugalete (B) la convalecencia duraba también ocho días durante los cuales la madre no se levantaba. En las veinticuatro horas siguientes al alumbramiento no ingería alimento alguno. A partir de ese momento tomaba caldo de gallina. Incluso en las casas más pobres se compraba para esta ocasión siquiera media gallina. En algún caso, a las dos horas ya tomaba un poco de leche o de caldo. En los días siguientes pasaba a ingerir alimentos sólidos, comenzando por la gallina que se había utilizado para hacer el caldo.

En Izal (N) durante ocho días se le daba caldo de gallina, pescado, melocotón en almíbar, café con leche y bizcochos; también se le preparaba caldo de cordero.

En Berganzo (A) permanecía ocho días en cama manteando y su dieta consistía en gallina y manzanas asadas, estas últimas consideradas muy buenas contra el estreñimiento.

El recurso al caldo de gallina como reconstituyente ha estado generalizado (Artziniega, Mendiola, Treviño, Valdegovía-A; Durango, Lezama, Muskiz, Zeberio-B; Aoiz, Izurdiaga-N). También ha sido común que el periodo de estancia en la cama durante el cual prácticamente se alimentaban de caldo fuese en torno a los ocho días (Artziniega, Mendiola, Treviño-A, Durango-B; Elosua-G; Garde, Izurdiaga, Monreal-N). La relación entre este tipo de caldo y la alimentación de la puérpera queda reflejada en el dicho de Muskiz (B): "A niño nacido, gallina muerta".

En Pamplona (N) la parida comenzaba a levantarse al séptimo u octavo día y tardaba más o menos en hacer su vida diaria según el estado de fuerzas en que se hallase y de las necesidades de su casa, sin que por eso cesasen los cuidados pues según se decía "durante la cuarentena tiene la parida la sepultura abierta"[1].

En ocasiones el periodo de tiempo que permanecía en la cama con este régimen era más prolongado. En Amézaga de Zuya (A) estaba encamada tres o cuatro semanas pues se consideraba que el reposo era bueno. Algunas mujeres se tenían que levantar antes ya que por motivos laborales no se podían permitir este periodo de reposo. Durante este tiempo sólo tomaban caldo de gallina porque servía para entonar y para limpiar así como galletas o pastas y vino rancio, del que se decía que era un buen reconstituyente.

En Orozko (B) después de dar a luz y para evitar hemorragias se recomendaba a las madres permanecer tumbadas en la cama boca arriba y sin moverse. También eran temidas las infecciones del sobreparto. Otras prescripciones a cumplimentar eran guardar reposo durante un mes y alimentarse bien, considerándose básico el caldo de gallina. El chocolate con bizcochos se tenía por bueno para hacer sangre.

En Abadiano (B) el caldo de gallina y el jerez se tomaba durante quince días acompañados de chocolate y azucarillos con agua en la merienda. La recuperación de la puérpera era lenta precisamente porque sólo tomaba caldo de gallina y alimentos semejantes. En Apodaca (A) y otros lugares de Álava tomaba batido de vino y yema de huevo o de leche con miel y yema de huevo.

A veces, por el contrario, el periodo de estancia en la cama era más reducido. En Jatsu (BN) se decía que se le debía mantener a caldo, salda eta bermisela, durante cuatro o cinco días para que no se reprodujera un ataque de fiebre. En Ribera Alta (A) y San Martín de Unx (N) de unos tres días, durante los cuales también tomaba exclusivamente caldo de gallina. En Valdegovía (A) dos o tres días aunque sin realizar las labores domésticas llegaban a estar quince; algunas acortaban este plazo por no disponer de ayuda.

En Berastegi (G) se decía que las puérperas tenían que permanecer absolutamente inmóviles durante tres días. Para comer tomaban tan sólo caldo de gallina, ollo salda, sopas de leche, esne-sopak, y en algunos caseríos habas pequeñas, baba beltzak.

En Azpeitia (G) tomaba una taza de caldo de gallina y un sorbo de vino y continuaba con esta dieta durante veinticuatro horas; después se alimentaba con chocolate, sopa, gallina cocida, huevos, manzanas asadas y vino común. A los tres o cuatro días del alumbramiento abandonaba el lecho y se entregaba a sus ocupaciones habituales[2].

En Pipaón (A) la madre permanecía acostada cinco o seis días. Durante los tres primeros sólo tomaba caldo de gallina para limpiar, después comenzaba a comer el ala de la gallina y manzana asada.

En Carranza (B) la puérpera pasaba en la cama un número variable de días dependiendo de la dureza del parto pero en cualquier caso oscilaba entre los tres y los ocho. Durante este tiempo tomaba alimentos líquidos como caldo de gallina, leche y café calientes y también jerez. Se estimaba que el sobreparto era un periodo delicado para la mujer, no sólo por ella misma sino también por la posible influencia sobre el bebé. Se pensaba que la alimentación y el estado de salud de la madre influían directamente sobre el niño a través de la leche.

El número de días que la puérpera permanecía en la cama variaba dependiendo de diversas circunstancias, entre ellas el número de partos anteriores. En Bergara (G) las primerizas llegaban a estar ocho días en la cama alimentándose a base de caldos y gallina cocida mientras que las multíparas se levantaban al tercer o cuarto día[3].

También influía el estatus social de la familia. En Falces (N) durante los dos o tres primeros días tomaban caldos suculentos, leche y vino hasta los ocho o diez días, en que se levantaban de la cama, alimentos sólidos, generalmente aves. Después permanecían diez o quince días sin salir de casa. Esto ocurría en las clases pudientes, en las más pobres a veces al tercer o cuarto día ya estaban trabajando en las faenas diarias[4].

La posición social condicionaba asimismo el tipo de alimentos que recibía la recién parida. En Caparroso (N) los dos primeros días tomaban caldo de carnero y las que podían gallina; al tercero comían un poco de carne cocida. Para beber, agua de cebada con un poco de canela. Desde el cuarto día hacían las comidas ordinarias. Este régimen lo seguían las que podían permitírselo pues unas pocas no podían tomar caldo ni el primer día[5].

En Laguardia (A) las mujeres de familias pobres al día siguiente del parto comían indistintamente sopas y cordero asado, con abundante agua con azucarillos y chocolate que les regalaban los amigos. Al poco tiempo reanudaban las labores. Las de familias acomodadas tomaban caldo de gallina[6].

Alimentos beneficiosos y perjudiciales

A algunos alimentos se les ha atribuido la cualidad de favorecer la secreción de leche materna.

En Amézaga de Zuya (A), AmorebietaEtxano (B), Lekunberri y Obanos (N) se pensaba que la puérpera tenía que beber abundante leche para dar más pecho. En Orozko (B) café con leche. En esta última localidad recomendaban el coñac para que no se enfriasen los pechos. Los lácteos también se consideraban adecuados en Mendiola (A). Aranegui recoge que durante el periodo de lactancia la madre debía tomar suero de leche, gazuria, en abundancia[7].

En Valdegovía (A) se decía que las galletas de manteca, la mantequilla y las nueces aumentaban la secreción de leche. En Aoiz (N) y Donibane-Garazi (BN) consideraban bueno comer lentejas y en Gorozika (B) porrusalda hecha con bacalao. En Berastegi (G) se estimaba que las habas pequeñas mejoraban la leche materna. En Getaria (G) toman mucho líquido, café con leche y posteriormente cerveza.

Esta última, la cerveza, se ha relacionado a menudo con la mayor producción de leche (Carranza-B; Aoiz-N).

En Carranza (B) se pensaba que "según comía la madre se criaba el chiquillo", es decir, que cuantos más alimentos y de mayor calidad tomase mejor crecería su hijo. Esta relación se ponía claramente de manifiesto en el acto de comer algo antes de darle de mamar.

Por el contrario había alimentos que se desaconsejaban por considerarlos perjudiciales.

En Elosua (G) se pensaba que si la madre comía alubias y garbanzos le producirían gases al niño. En Berastegi (G) no se le daba a comer verdura por la misma razón. En Abadiano (B) también se le aconsejaba tener cuidado con los alimentos que originasen aires y que cuando viniese sofocada del trabajo bebiese agua fresca antes de dar el pecho.

En Muskiz (B) la madre tenía que evitar ingerir alimentos ácidos porque le conferían mal sabor a la leche y antes de dar de mamar debía tomar algo caliente para que su leche estuviese a mejor temperatura. En Izpura (BN) no comía alimentos demasiado salados, gauza sobera gazia, ni tocino, xingarra.

En Donibane-Garazi (BN) se consideraba malo comer berza y picantes y en Valdegovía (A) lechuga, en este último caso porque producía descomposición al niño.

En Urduliz (B) se decía que debía evitar comer alimentos como lechuga, ensaladas con vinagre o ajo ya que le conferían sabor a la leche.

Aranegui recoge que si el niño era propenso a los vómitos o se empachaba con facilidad, la madre podía aliviarle el problema teniendo la precaución de tomar manzanilla antes de dar el pecho a su hijo[8].

En Carranza (B) si la mujer llegaba del trabajo sofocada esperaba un rato antes de amamantar al niño y si era invierno y venía con frío, tomaba un tazón de café con leche caliente para entrar en calor. De no hacerlo así se pensaba que el bebé se descompondría y sufriría de dolores de tripas.


 
  1. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 594.
  2. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 592.
  3. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 592.
  4. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 593.
  5. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 594.
  6. EAM, 1901 (ed. 1990) I, 2, p. 592.
  7. Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 49.
  8. Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 49.