Amuletos. Kutunak
Los medios de protección eran en su mayoría de naturaleza religiosa si bien también se recuerda la existencia de otros que no tenían este origen y que posiblemente eran anteriores en el tiempo.
El recurso más extendido era el de los amuletos o kutunak, consistentes en pequeñas bolsitas en cuyo interior se guardaban diversos materiales. Se colocaban prendidas de la ropa de los niños y se les atribuía la virtud de protegerles del mal de ojo.
En Oiartzun (G) se creía que esta bolsita no debía ser abierta ya que de lo contrario el niño se quedaría mudo o no aprendería a hablar[1].
En Kortezubi, Forua y otros pueblos de Bizkaia el kutun contra el begizko se componía de pan bendito, estiércol de gallina y carbón. Todo ello iba encerrado en un saquito de tela con forma de corazón, circunstancia que al parecer se relacionaba con la creencia que había en muchas partes de que el mal de ojo partía el corazón de la criatura[2]. En Zeberio (E) también se ha constatado que el amuleto, kutune, que se le cococaba al niño en el cuello tenía forma de corazón.
En Nabarniz (B) se fabricaba un primer amuleto, kutune, con el fragmento de cordón umbilical que se desprendía una vez seco. Se envolvía en un trozo de tela dándole forma de almohadilla y se le colocaba al niño durante un mes aproximadamente; después se quemaba.
En Elosua (G) se le cortaba un trocito del cordón y se metía en una bolsita de tres picos hecha con tela de lino. Por la cinta de este amuleto, kuttuna, se pasaba un imperdible que se enganchaba en la faja del niño. Cada vez que se cambiaba al niño se cambiaba el amuleto y se le hacía la señal de la cruz. Una vez al año se llevaba una polla a las "monjas-viejas" de Bergara, Bergarako monjazaarretara, que eran quienes daban kuttunak con los evangelios. En otros casos los traían de las monjas de Zarauz y también de las de Azkoitia.
En Bidegoian (G) se metía el trocito de cordón umbilical en una bolsita de tela de tres picos que estaba muy trabajada, incluyendo bordados, y se le colgaba al niño del cuello para ahuyentar los malos espíritus y el mal de ojo. En Elgoibar (G) también se metía en una pequeña bolsita que se le colgaba a la criatura.
En Beasain (G) hasta los años cuarenta al vestir al recién nacido se le ponía entre la ropa el amuleto o kuttuna para preservarle de males. Solía ser una pequeña bolsita hecha con tela de lino, de unos tres centímetros de lado, en cuyo interior se había puesto un trocito de cordón umbilical y otro de carbón vegetal envueltos en un pedacito de tela también de lino. La bolsita solía estar algo decorada en su exterior y se sujetaba a la ropa interior del bebé mediante un imperdible o un lacito.
En Zerain (G) algunas confeccionaban este amuleto, kutune, con el trozo del cordón umbilical que se dejaba al niño por lo que había que esperar a que se le cayese. Una informante lo confeccionaba con un fragmento del cordón y un pedacito de carbón vegetal envuelto en un trozo de tela de lino de 3 ó 4 cm., cosido a mano por los cuatro lados y un pequeño ojetero en el centro para poder sujetarlo.
En Ataun (G) se empleaba como amuleto contra el begizko de los recién nacidos el cordon umbilical envuelto en una tela[3].
En Zegama (G) se componía de laurel, ajenjo, oliva, romero, ruda, carbón, ceniza y apio; al de los recién nacidos se añadía además un fragmento del cordón umbilical. Cuentan en esta localidad que al acercarse el diablo a un niño que llevaba un amuleto de este género, dijo estas palabras: "Ruda ta apio / oni ezin naikio" (Ruda y apio / a éste no se lo puedo)[4].
El uso de la castaña de Indias como amuleto contra el mal de ojo fue poco frecuente y se conoció en Villafranca (G); también el empleo de una manecilla de plata que se llevaba pendiente de la muñeca[5].
En San Román de Campezo (A) ataban a la muñeca del niño trozos de lana traídos de "los conjuros de la iglesia de Arbeiza", localidad navarra situada cerca de Estella. Se obraba así para evitar la acción de las brujas sobre los niños y las consecuencias de los "malos quereres".
En Telleriarte (G) también se conocían unos amuletos que hacían las monjas de Oñati y que contenían en su interior hierbas bendecidas en día de San Juan.
Otras prácticas observadas con idéntico fin precautorio consistían en colocar la camiseta al niño al revés (Bermeo-B) o ponerle los calcetines también al revés (Murelaga-B)[6].
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. Diccionario ilustrado de mitología vasca. OO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972, p. 135.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. "Paletnografía vasca (Concepciones mágicas en Vasconia)" in OO.CC. Tomo V. Bilbao, 1974, p. 292.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. "Paletnografía vasca (Concepciones mágicas en Vasconia)" in OO.CC. Tomo V. Bilbao, 1974, pp. 290-291.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. "Paletnografía vasca (Concepciones mágicas en Vasconia)" in OO.CC. Tomo V. Bilbao, 1974, p. 291.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. "Paletnografía vasca (Concepciones mágicas en Vasconia)" in OO.CC. Tomo V. Bilbao, 1974, p. 292.
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 122.