Cambios

Antecedentes historicos

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La invasión de las tropas republicanas francesas en 1795 y la de los ejércitos napoleónicos en 1807 facilitó las cosas porque provocó grandes gastos a los ayuntamientos guipuzcoanos y éstos tuvieron que vender parte del patrimonio comunal para hacer frente a las deudas. Por esta vía los grandes propietarios consiguieron hacerse con nuevos bosques y prados e incluso con algunas viejas ermitas que utilizaron para instalar a inquilinos con pocos recursos, a menudo en parajes apartados y solitarios con pocas posibilidades de éxito a largo plazo. Esta oleada expansiva logró buenos resultados porque estuvo acompañada por un nuevo cambio en el tipo de productos cultivados ya que entraron a formar parte de la alimentación las alubias y la patata. Con las nuevas roturaciones se consiguió duplicar el volumen de maíz, mientras que la cantidad de trigo cosechada permaneció estable y otros cereales menores como el centeno y la avena desaparecieron. A diferencia de los elegantes caseríos de piedra o de entramado edificados con la difusión del maíz en los siglos XVII y XVIII, muchas de las nuevas construcciones rurales del siglo XIX eran de reducidas dimensiones y de pobre apariencia, con fecuencia simples bordas de ganados precariamente transformadas en viviendas.
[[File:2.13 Valle de Errezil (G).JPG|center|600px450px|Valle de Errezil (G). Fuente: ''Euskaldunak. Euskal etnia''. III. Donostia: Etor, 1988, p. 767.]]
Durante este proceso el número de labradores independientes de Gipuzkoa quedó reducido a su mínima expresión histórica; a principios del siglo XX ocho de cada diez caseríos se encontraban ocupados por modestos arrendatarios. La industrialización cambió radicalmente las reglas del juego en la estructura de la propiedad y explotación de la tierra en Gipuzkoa. La industria atrajo a los excedentes de la población rural y provocó el abandono de los caseríos menos productivos. Los grandes propietarios se enfrentaron por primera vez a la disyuntiva de tener que elegir entre congelar las rentas de alquiler o ver como sus campos quedaban abandonados y rápidamente perdieron interés por su patrimonio agrícola amasado a través de tantas generaciones. Los inquilinos pudieron comprarles entonces las casas a precios muy asequibles y emprendieron el último cambio: el abandono del trigo, los manzanos y otros cultivos de bajo rendimiento y su sustitución por los prados de siega y plantaciones de coníferas de crecimiento rápido. Durante el siglo XX no se han fundado nuevos caseríos. Sin embargo muchos de los viejos edificios se han renovado y la mayoría se están adaptando a las condiciones de habitabilidad moderna<ref>Alberto SANTANA. ''Baserria''. Donostia: 1993, pp. 73-75.</ref>.
Caro Baroja recoge lo mismo en el caso de las antiguas torres: En el Baztan (N) se dice que cuando el señor de la torre de Ursua vio que otro noble, el de Bergara, había construido la suya en el término del valle, en Arizkun también, le dijo la primera vez que topó con él: “''Urbixko etorri zera''” (Demasiado cerca has venido)<ref>Julio CARO BAROJA. ''Los vascos''. Madrid: 1971, p. 165.</ref>.
[[File:2.14 Urdazubi (Baztan-N) Xareta 2000.JPG|center|600px|Urdazubi (Baztan-N), Xareta, 2000. Fuente: Michel Duvert, Grupos Etniker Euskalerria.|class=nofilter]]
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