Antojos y manta

Un asunto relacionado con el embarazo pero que afecta a la piel es el relativo a los antojos. Existe la creencia de que cuando una mujer embarazada desea con ansiedad un alimento y no puede conseguirlo, su hijo nacerá con una marca en la piel que asemejará el aspecto de lo deseado. Esta señal recibe el nombre de antojo y puede ser de duración efímera y por lo tanto visible sólo durante los primeros días siguientes al nacimiento, o bien permanecer meses, años e incluso toda la vida (Carranza-B). Por ello se dice que nunca se debe ofrecer algo a una embarazada si acto seguido no se le va a dar, pues puede provocar la aparición de un antojo en su hijo.

En muchos lugares ha estado extendida la creencia de que si la mujer no veía cumplido algún deseo durante su embarazo le salía al niño una mancha en la piel, casi siempre roja o morada, que se conoce como antojo (Pipaón, Valdegovía-A; Bedarona, Durango, Nabarniz-B; Zerain-G; San Martín de Unx, Sangüesa-N); le podía sobrevenir algún mal al nacido (San Martín de Unx, Sangüesa); en algunas localidades dicen que las manchas cambian de color (Obanos-N), son de color violeta (Muskiz-B) o producen lunares o pecas en el cuerpo del niño (Amézaga de Zuya, Mendiola, Moreda-A).

Otro asunto distinto es la aparición de manchas en el rostro de la mujer que era señal inequívoca de embarazo. Estas manchas se han conocido con los nombres de manta (Orozko-B), manto (Pipaón-A) y velo (Murchante-N); en euskera se ha recogido la denominación azaleko lingirdurak (Telleriarte-G).