Apéndice: Curación de la hernia en la noche de San Juan

Un acto ritual de la curación de las hernias ha estado ligado tradicionalmente al día de San Juan. Estas creencias sobre la virtud curativa atribuida tanto al roble como a la noche de San Juan y a los individuos de nombre Juan, pertenece al fondo temático indoeuropeo, que logró alcanzar una gran extensión en el mundo antiguo[1].

Este rito tuvo una gran implantación también en todo el territorio de Vasconia, tal y como podrá comprobarse por los testimonios aportados. Las variaciones, mínimas por otra parte, se refieren a que además del herniado sean dos o tres las personas intervinientes; en que al menos uno o todos ellos lleven el nombre de Juan; el que tengan o no la condición de hermanos sin más o sean seguidos o gemelos; la fórmula empleada es también muy parecida con las lógicas variantes dialectales; en unos lugares se dejaba la prenda del enfermo en el roble y en otras no o cuando se recogió el dato se había desvanecido la costumbre. Lo que es invariable es que el rito tenga lugar justo en la media noche de la festividad de San Juan y la vinculación, como en tantas otras enfermedades, de la suerte que corra el roble hendido con la de la enfermedad.

En Amorebieta (B) recogió Barandiaran en el segundo decenio del siglo XX la curación de la hernia junto a una ermita dedicada a San Juan donde había un bosque de robles jóvenes que, ya sea por su proximidad al lugar sagrado, o más probablemente porque se halla ligado desde época antiquísima con una creencia resto de pasados cultos, adquiere la extraña virtud de curar todo género de hernias durante el toque de las doce de la noche del 23 de junio (víspera de San Juan). Así era creencia en aquellos contornos. Para aplicar tal extraordinaria virtud a la curación de la hernia, hendían con el hacha el tronco de uno de los robles, de modo que lo dividiera en dos partes, las cuales conseguían mantener separadas por medio de una potente cuña. La hendidura era la imagen de la hernia.

Antes de las doce de la noche del 23 desnudaban al hernioso dos hermanos que lo fueran seguidos y del mismo vientre. En el momento de empezar el toque del reloj, tomábale en sus brazos uno de éstos, y lo pasaba por la hendidura del árbol, mientras decía: –Eutsi, anaia (Tómalo, hermano), lo entregaba en los brazos de su hermano. Éste lo recibía, diciendo: –Ekatzu anaia (Dámelo, hermano) e inmediatamente lo devolvía al primero por la parte de afuera (no por la hendidura) y por su lado derecho, diciendo al mismo tiempo: –Eutsi anaia. El otro lo recibía en sus brazos, contestando: –Ekatzu anaia. Se hacía esta operación tres veces durante el toque de las doce. Después colgaban del roble hendido la camisa del enfermo, la cual con el tiempo venía a pudrirse allí. Volvían a juntar las dos partes del árbol separadas por la hendidura y las ataban con cuerdas. Si el roble seguía con vida, tenían por seguro que el enfermo sanaría; en el caso contrario, no tenía remedio la enfermedad[2].

Todavía en los años ochenta, según se registró en nuestra investigación de campo, algunos ancianos vecinos de la ermita de San Juan de Ofrendo (Amorebieta-B) recordaban el rito que en la noche de la víspera de la festividad de San Juan, se practicaba antiguamente en su campa.

En Sara (L) en los años cuarenta recogió también Barandiaran una costumbre similar. El niño que tenía caído el bajo vientre (hernioso) se curaba haciendo que tres hombres que se llamaban Jean Batiste lo pasaran por encima de la copa de un roble durante la noche de la víspera de San Juan entre los dos toques de las doce del reloj. Según otro informante para curar a un herniado, tres personas que se llamaran Juan Bautista debían hacer, en la noche y hora indicadas, la operación consagrada para estos casos. Consistía en lo siguiente: los tres Juanes se reunían junto a un roble encorvado y con ellos el herniado. Aquéllos pasaban a éste en sus manos diciendo: –To, Batista (Tómalo, Batista); –Ekar, Batista (Dámelo, Batista); –To, Batista, (Tómalo, Batista). La operación no debía ser anunciada, debía hacerse con sigilo a fin de evitar que el diablo se enterase e hiciera fracasar la obra. El informante le indicó a Barandiaran que un hijo de Arburua fue objeto de esta operación en el robledal de Berrueta y se curó.

El P. Donostia registró a comienzos del siglo XX en el Alto Zuberoa, Larrau y Santa Grazi el rito que se practicaba de la curación de la hernia de los niños el día de San Juan. Al alborear, dos hombres de nombre Juan cogían al niño enfermo y le llevaban al bosque. Uno de ellos sostenía al niño al tiempo que el otro que portaba un hacha elegía un roble joven y lo partía de alto en bajo. Seguidamente cada uno de los dos hombres se colocaba a sendos lados del árbol y hacían pasar al niño por la hendidura repitiendo tres veces: –To Juhane (Ten a Juan). –Ekarrak Juhane (Dame a Juan). A continuación quitaban la camisa al niño juntando las dos partes del árbol. Si para el año siguiente éste no se había secado, el niño se curaría[3].

Azkue, en las primeras décadas del siglo XX, dejó registrado que en muchas localidades y comarcas de Vasconia tales como Urbina (A); Amorebieta, Otxandiano (B); Aezkoa, Larraun, Roncal, Ultzama (N); Donazaharre (BN) y Barkoxe (Z) existía una vieja costumbre supersticiosa. Consistía en llevar al niño atacado de hernia junto a un roble la víspera de San Juan, cerca de la medianoche. Lo subían por medio de una escalera y donde arrancaban los brazos del árbol, se colocaban allí, frente a frente, dos Juanes (según la costumbre constatada en Larraun) o tres Juanes (en el valle de Ultzama). Uno de los Juanes tenía al niño en sus manos muy poco antes de sonar el reloj a medianoche. En cuanto oían la primera campanada decía: –Juanek uzten zaitu (Juan os deja); el segundo Juan recibía al niño en sus manos y decía: –Juanek artzen zaitu (Juan os recibe). Este segundo Juan, un instante después entregaba el niño al compañero mediante la fórmula primera: –Juanek uzten zaitu, y el otro, al recibirlo, decía: –Juanek artzen zaitu, y así casi con toda la rapidez posible pasaba el niño de uno a otro Juan, pronunciando cada vez una y otra fórmula, y al sonar la duodécima campanada se callaban ambos. Tres eran las veces que hacían este acto de dar y recibir al infantil herniático[4].

Etena osatzen Doniane gauan. Rito con niño herniado la noche de San Juan. (Según R. M.ª de Azkue). Fuente: Azkue, R. M.ª de. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: Espasa Calpe, 1947.

En Ultzama (N) el rito de esta ceremonia era más sencillo. Se necesitaban para ello tres Juanes. El primero tenía al niño en sus manos y lo entregaba al segundo diciendo: –To, Juan; el segundo al tercero, con las palabras: –Arzak, Juan; el tercero al primero pronunciando: –Tori, Juan. Repetían lo mismo mientras sonaban las doce campanadas del reloj. En Barkoxe (Z), en tiempos pasados, pronunciaban la fórmula nueve veces: –To, Johane (Toma, Juan) y –Ekarrak, Johane (Tráelo, Juan) y además había que realizar la acción fuera del pueblo[5].

En Otxandiano (B) el ritual era algo más complicado puesto que habían de ejecutarlo dos hermanos gemelos de nombre Juan y Pedro respectivamente. Al tocar las doce, por cada golpe pasaban una vez al niño del uno al otro lado del roblecillo de brazos separados sin valerse de fórmula especial. El roble de brazos separados lo ataban después de la ceremonia y si lograban que no se secara, era señal de que el niño herniado sanaría. En Aezkoa (N) dejaban en la abertura del roble, después de la ceremonia de la medianoche, la camisa del niño enfermo.

El P. Donostia registró esta costumbre en otras localidades navarras, sin apenas variantes. Así en Lesaka (N), el día de San Juan a las doce de la noche para curar a un niño herniado, le llevaban a una arboleda, hacían una cortadura en un árbol o planta y pasaban por la abertura al chico, entre tres hermanos (o tres Juanes), diciendo: 1º. –Yo Juan; 2º. –Ekarrak, Juan; 3º –Artzak, Juan. Si el árbol sanaba, también lo haría el chico[6]. En Amaiur (N) la víspera de San Juan por la noche, se iba a la ermita de San Juan de Yanci, partían por medio un tronco de un árbol joven y pasaban el niño enfermo por el medio. Juntaban después las dos partes del árbol y si éste curaba también lo hacía el enfermo[7]. En Elgorriaga (N) pasando a un niño enfermo tres veces por el agujero de un árbol de haya se obtenía la curación completa[8]. Sin concretar localidad recogió también este autor que para curar la hernia de los chicos, la víspera de San Juan se rajaba la corteza de un roble joven y cuando daban las doce campanadas de la noche se juntaban tres hermanos seguidos de los cuales uno había de llamarse Juan. Al tiempo que daban las campanadas pasaban al chico tres veces de lado a lado diciendo: –To Juan; –To Joxe; –To Franzisko. Se había de hacer esto mientras dieran las campanadas, si no no valía. Después cerraban el árbol tapándolo con boñiga, etc. como se hacen los injertos. Se apretaba bien con esparto y trapos. Si cerraba el árbol curaba el muchacho[9].

Algo diferente es el dato recogido por Azkue en Donibane-Garazi (BN), donde decían que se debían plantar en tierra tres pequeñas ramas provistas de hojas. Si una de éstas duraba unos días sin secarse, el niño se sanaría. Si las tres se secaban pronto, el niño tampoco se curaría[10].

En Mezkiriz (N) registró Satrustegui que rasgaban el tronco de árbol joven y pasaban al niño por la abertura. La operación corría, en este caso, a cargo de dos hombres de nombre Juan. –To Juan; –Ekarrak Juan se decían mutuamente mientras se pasaban la criatura el uno al otro. Ataban luego la hendidura y la eficacia del rito radicaba en que la planta no se tenía que secar[11].

En Bera (N) dice Caro Baroja que para curar las hernias a los chicos se usaba de aquel estrambótico procedimiento que tanto aparece en el folklore médico europeo de pasar al paciente bajo la rama desgajada de un árbol especial el día de San Juan a la par que se recitaban determinadas oraciones[12].

En tiempos más recientes nuestra encuesta ha recogido en Zeanuri (B) este rito de la curación de hernia tal como se practicaba a mediados del siglo XX en la localidad. A las doce de la noche de San Juan se partía por el medio, astillatu, un roble joven, aretx gaztea, dejando una abertura como para que pudiera pasar por ella el niño herniado. En el rito intervenían tres personas que se llamaban Juan. Uno de ellos tomaba al niño y lo presentaba al otro Juan diciendo: –Aiko Juan! (He aquí Juan). Éste lo pasaba por la hendidura del roble y se lo daba al tercer Juan diciendo: –Artu Juan! (Tenlo Juan). Éste lo recibía diciendo: –Ekarri Juan! (Dámelo Juan). De nuevo el niño tornaba a los brazos del primer Juan quien decía: –Osatu San Juan! (Cúralo San Juan). Se procedía así por tres veces. Luego se ceñía el roble hendido; si prendía de nuevo (barriro artzen baeban) el niño quedaría curado[13].

En Abecia (A), una informante recuerda que en la localidad, en el término de Gozeturri, había un árbol hueco. Dos vecinos del pueblo, llamados Pedro y Juan, se colocaban uno a cada lado del árbol. El hombre que tenía la hernia se introducía en la oquedad. Uno de los intervinientes decía entonces: –Tómalo Pedro, a lo que el otro contestaba: –Tómalo Juan, al tiempo que cada uno de ellos agarraba y atraía hacia sí al enfermo. El proceso se repetía nueve veces. En el caso que relata la informante dice que fue muy eficaz.

En Amézaga de Zuya (A) al enfermo de hernia lo introducen en la hoquedad de un árbol. En los extremos del mismo se colocan dos personas y, agarrándole cada uno por un brazo, lo atraen hacia sí al tiempo que dicen: –Tómalo Fulano; –Tómalo Mengano.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. Mitología Vasca. Madrid: 1960, p. 40.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. “Paletnografía vasca” in Euskalerriaren Alde, X. San Sebastián: [s.n.], 1920, pp. 441-442 y José Miguel de BARANDIARAN. Mitología Vasca. Madrid: 1960, p. 40. También el P. Donostia, por la misma época, recogió una descripción similar de este rito de la ermita de Ofrendo del informante Amancio Urriolabeitia de Etxano. APD. Cuad. 12, ficha 1.033.
  3. APD. Cuad. 11, ficha 1.030.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, pp. 298-301.
  5. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 238.
  6. APD. Cuad. 1, ficha 38.
  7. APD. Cuad. 1, ficha 18.
  8. APD. Cuad. 1, ficha 107.
  9. APD. Cuad. 11, ficha 999.
  10. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 301.
  11. José Mª SATRUSTEGUI. “Pediatría y medicina popular vasca” in Gaceta Médica de Bilbao, LXXV (1978) p. 969.
  12. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid: 1944, p. 166.
  13. En el caso referido por los informantes Txomin Ozerinjauregi y Victoria Goikuria (Febrero 1996) intervinieron Juan “Makurre”, Juan Sagarrekogoikoa y Juan Iturtzakoa, los tres vecinos de Zeanuri. El niño herniado, Santi, era nacido en 1945 en Ipiñazar. Según los informantes aretxak artu eban baiña Santi ez zan osatu (El roble prendió pero Santi no se curó). Otro de los casos descritos con ritual similar es un poco anterior; el niño herniado, Isidro Astondoa, era nacido en Iturtza en 1932.