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Apendice Zantiratua

421 bytes añadidos, 06:56 25 jun 2019
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Esta práctica presenta alguna constante más como el hecho de que haya sido realizada por mujeres. En las diferentes poblaciones en las que se ha recogido se repite además el uso de una planta que recibe el nombre de ''zanbedarra'' (literalmente hierba de tendón). En realidad se trata de al menos dos especies pertenecientes al género ''Plantago'', que se caracterizan por tener hojas lanceoladas en cuyo envés se aprecian claramente las nervaduras que corren paralelas desde la base al ápice. Quizá tanto su nombre como su aplicación curativa radiquen en esa similitud entre sus nervios y las venas y tendones que recorren las extremidades humanas.
 
[[File:5.127 Zanbedarrak llantenes de hoja alargada y de hoja ancha.jpg|center|600px|Zanbedarrak, llantenes de hoja alargada y de hoja ancha. Fuente: Dioscórides. Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos: edición de 1566. Madrid: Fundación de Ciencias de la Salud, 1999.]]
Según Barriola, si por un ejercicio violento o por cualquier otro motivo se presentaba un dolor muscular, el curandero diagnosticaba una distensión, ''zaintiratua'', o el desgarro de las inserciones del tendón, ''zanetena''. Parecería lógico pensar que tal desgarro podría repararse dando unos puntos que uniesen las partes separadas. Dado que esta operación resultaba imposible de practicar directamente sobre el mismo tendón o músculo, gracias a la magia de similitud, bastaba con que se realizase sobre un tejido cualquiera colocado sobre la lesión. Así, el ''zaintiratua'' se curaba dando puntos con una aguja y una hebra de hilo no anudada, con la que se atravesaba varias veces un lienzo, mejor un calcetín y no sólo para el caso de la pierna o el pie sino incluso para el tortícolis, mientras el curandero decía:
:''Zan apurtu,''
:''Zan bere lekuan sartu.''
 
 
 
 
Seguidamente se aplica el hiladillo sobre la zona afectada y se pasa una aguja como si se fueran a unir sus extremos mientras se reza un Avemaría. Se repite todo el proceso tres veces y durante tres días consecutivos.
Otra de las informantes señala que el daño no puede curarse sólo con palabras y que su padre hacía el ''zantiritua ''masajeando la zona afectada. Ponía a remojar llantén, ''zanbedarra'', en un poco de aceite templado. Con él frotaba repetidamente el tendón siguiendo la dirección del mismo y apretando fuertemente con el dedo pulgar. El paciente ha de soportar el dolor. Seguidamente vendaba la zona con un trapo dejando en su interior el llantén. Esta operación se repetía tres días; el efecto era notable.
En Durango (B) se practicaba el ''zantiretua ''cuando se sufría una torcedura o esguince en la muñeca o en el tobillo. En la localidad había al menos dos mujeres expertas en hacer esta operación. Con el dedo pulgar untado en aceite practicaban un masaje sobre la zona dolorida mientras se decía por tres veces:
:''Zantiretu, '':''zana urratu '':''zana bere lekuen sartu.''
Después se envolvía el tobillo o la muñeca con un paño negro, generalmente un trozo de media o de jersey, y se hacía un simulacro de coser la prenda con aguja e hilo.
En Bedarona (B) cuando alguien se torcía el pie se decía que se tenía un ''zaintiratua''. Acudía a la curandera de Ispaster (B); también a una mujer de Ibarrangelu (B) que conocía esta práctica. Mientras hacían cruces con el dedo pulgar decían:
:''Zain tiratu '':''zain urratu '':''zana bere lekuan sartu.''
El dolor desaparecía en unos días.
En esta misma población se llevaba a cabo otra práctica diferente también de naturaleza creencial: se iba debajo de un nogal y con una azada se arrancaban las hierbas trazando una cruz; luego se daban tres vueltas al nogal y en cada una se hacía el signo de la cruz. Se frotaba la zona lesionada con aceite tibio de tal modo que el masaje se efectuase a contrapelo.
<div align="center"><nowiki>* * * El ''zantiritua ''ha derivado en ciertos casos en una práctica médica empírica. En Arteaga (B) en caso de torcedura de tobillo o de un esguince se acude a donde una mujer de la vecindad que lleva a cabo lo que ella denomina ''anka trokatuena ''o ''zantiretua. ''Confirma que aprendió a su vez de otra mujer a curar los esguinces. Primeramente le da al paciente un toque del empeine hacia arriba y de inmediato diagnostica si se trata de ''trokatua ''o no. En el primer caso lo considera de su incumbencia</nowiki></div>&nbsp; en el segundo manda al paciente donde el médico para que le haga una radiografía y le atienda. Para curar ''anka trokatua ''o ''zantiretua ''prepara una mezcla de aceite y vinagre y valiéndose de la yema del pulgar realiza frotamientos desde el centro del dolor hacia arriba, durante un cuarto de hora, lo que causa un dolor intenso al paciente. Luego le pone un vendaje no muy fuerte que debe llevar durante ocho días. Generalmente basta con una o dos sesiones; los casos más rebeldes requieren tres. Cuando la dolencia es más abajo del empeine como consecuencia de una caída o por secuelas de haber tenido el miembro escayolado utiliza el remedio de introducir el pie alternativamente en una palangana de agua fría con hielo y en otra de agua caliente. También aplica masajes a las torceduras de muñeca y a los casos de tortícolis, en este último caso las friegas las da con alcohol. Recoge Barriola que según un curandero pasaitarra, la causa del ''zaintiratua ''era una retención de sangre por lo que el remedio más adecuado era el que la obligase a circular y nada mejor para ello que un buen masaje. Su eficacia aumentaba colocando luego el miembro afectado sobre un puchero para recibir el vaho de unas hojas de muérdago, ''miru-belarra'', previamente cocidas. La operación concluía vendando bien la zona y acostando al lesionado muy arropado para que sudase23. A pesar de sus componentes mágicos la práctica del ''zantiretua ''descrita arriba sigue teniendo vigencia en las poblaciones rurales de Bizkaia.
El ''zantiritua'' ha derivado en ciertos casos en una práctica médica empírica. En Arteaga (B) en caso de torcedura de tobillo o de un esguince se acude a donde una mujer de la vecindad que lleva a cabo lo que ella denomina ''anka trokatuena'' o ''zantiretua''. Confirma que aprendió a su vez de otra mujer a curar los esguinces. Primeramente le da al paciente un toque del empeine hacia arriba y de inmediato diagnostica si se trata de ''trokatua'' o no. En el primer caso lo considera de su incumbencia; en el segundo manda al paciente donde el médico para que le haga una radiografía y le atienda. Para curar ''anka trokatua'' o ''zantiretua'' prepara una mezcla de aceite y vinagre y valiéndose de la yema del pulgar realiza frotamientos desde el centro del dolor hacia arriba, durante un cuarto de hora, lo que causa un dolor intenso al paciente. Luego le pone un vendaje no muy fuerte que debe llevar durante ocho días. Generalmente basta con una o dos sesiones; los casos más rebeldes requieren tres. Cuando la dolencia es más abajo del empeine como consecuencia de una caída o por secuelas de haber tenido el miembro escayolado utiliza el remedio de introducir el pie alternativamente en una palangana de agua fría con hielo y en otra de agua caliente. También aplica masajes a las torceduras de muñeca y a los casos de tortícolis, en este último caso las friegas las da con alcohol.
23 Recoge Barriola que según un curandero pasaitarra, la causa del ''zaintiratua'' era una retención de sangre por lo que el remedio más adecuado era el que la obligase a circular y nada mejor para ello que un buen masaje. Su eficacia aumentaba colocando luego el miembro afectado sobre un puchero para recibir el vaho de unas hojas de muérdago, ''miru-belarra'', previamente cocidas. La operación concluía vendando bien la zona y acostando al lesionado muy arropado para que sudase<ref>Ignacio Mª BARRIOLA, ''La medicina popular en el País Vasco'', opSan Sebastián: 1952, p. cit86., p</ref>.
86A pesar de sus componentes mágicos la práctica del ''zantiretua'' descrita arriba sigue teniendo vigencia en las poblaciones rurales de Bizkaia.
También se ha recogido una práctica creencial en Liginaga (Z) para curar una torcedura o luxación, ''ziñhauzia'', del pie. Se colocaba éste extendido y una viuda seria debía pasar tres veces por encima de él apoyando cada vez uno de sus talones sobre el miembro enfermo y haciéndole girar al mismo tiempo.
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