Ataun (1927)

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En el conjunto del Aralar la Sierra de Ataun presenta una unidad estructural más individualizada; situada al oeste está separada de las demás unidades. Topográficamente es más baja; sus cotas se encuentran por debajo de los 1.000 m.

Los asentamientos pastoriles de esta Sierra se sitúan en terrenos comunales del municipio de Ataun y están fuera de los pastizales regentados por la Unión Enirio-Aralar. Estos asentamientos fueron estudiados en dos momentos; en 1927 por Juan Arin Dorronsoro y en 1955 por Ignacio Aguirre. Ambos estudios, publicados en el Anuario de Eusko Folklore[1], nos permiten observar la evolución que han experimentado las txabolas de esta sierra a lo largo del siglo XX.

Arin Dorronsoro anotaba en 1925 la existencia de grutas naturales, arpeak, que sirvieron de refugio de ovejas. Uno de éstos se situaba en la falda occidental de la Sierra Loibe en el punto conocido como Ustatsoaitze. La cueva denominada Usategikobea fue, según las leyendas del pueblo, mansión de gentiles. Tenía dos departamentos separados por una pared; el primero de ellos de 14 metros de largo por 6 de ancho y 7 de alto era seco y llano con una plazuela en su parte delantera. El segundo era de mayores dimensiones, de piso húmedo y pendiente. El primero servía de refugio de ovejas, artedia. También existía una gruta o arpe en la cumbre de la sierra denominada Gantzaalkobea donde se acogían las ovejas[2].

Según el mismo autor las majadas, saroiak o sarobeak, son aquellos lugares resguardados en los que instintivamente se refugia el ganado que pasta en el monte. Los pastores escogieron estos sitios de abrigo para establecer en ellos la cabaña para su vivienda, txabola, el cobertizo para el rebaño, illorra, el recinto cerrado de piedra, gabesia, cuando no había cobertizo, el corral, kortea y artizkuna, para el ordeño, la huerta, baratza, etc.

De aquí resulta que, hoy en día, sarobea o saroia viene a señalar el conjunto de los establecimientos que el pastor utiliza durante su permanencia en el monte.

Las majadas de los pastores de Ataun se ubicaban principalmente en la vertiente meridional del monte Agauz (870 m). Las txabolas se edificaban a corta distancia unas de otras, en el límite superior de los bosques o en el inferior de los pastizales. Los rebaños subían a éstos a comienzos de mayo y descendían en noviembre.

Por aquellos años (1927) en los terrenos comunales de Ataun existían un total de 16 txabolas, de ellas ocho se situaban en Agauz[3]. Aparte de a éstos subían a terrenos de la Unión Enirio-Aralar otros siete pastores de Ataun.

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Construcción. Las paredes de la choza eran de piedra juntada con argamasa o caolín, txoskea; tenían un grosor de 0,50 m y formaban una planta rectangular de pequeñas dimensiones (4,20 m x 2,80 m); otras eran mayores.

El techo a dos vertientes; su entramado se construía con gruesas vigas, goiagak, de roble o haya, que sostenían a otras más delgadas, kapirioak, atravesadas sobre las primeras. Sobre estos cabrios se clavaba tablilla delgada, latea y sobre ella se colocaba teja de canal o abarquillada.

Las txabolas no tenían ventanas ni chimeneas por lo que el humo que producía el hogar permanecía dentro dando color a los quesos. A este proceso se le llamaba gaztaiak ondu (sazonar los quesos).

Al interior se accedía por una puerta, atakea, baja (1,30 m) y estrecha (0,60 m). Detrás de ella un madero largo y labrado a modo de asiento, ipurtalkia, atravesaba la txabola de lado a lado y dividía ésta en dos departamentos; el de la izquierda según se entraba servía de lecho, kamaiñea y estaba cubierta de brezo, txillarra, o de helecho, garoa; en el de la derecha se ubicaba el hogar junto a la pared. Al fondo de este departamento, frente a la puerta, solía estar el depósito de quesos, gaztandegia, que se colocaban sobre unas tablas, gaztaolak, dispuestas a modo de anaqueles.

Una piedra plana que sobresalía de la pared justamente encima del hogar, a un metro del suelo, desviaba la llama evitando que llegara al techo; se la denominaba suarria. En las paredes había algunos nichos, arrapalak; eran artesas de madera incrustadas a una altura de 60 centímetros del suelo y servían para guardar viandas y utensilios. En las paredes había también otras piedras planas salientes donde se podían colocar diversos objetos; entre sus piedras se incrustaban palos, ziriak, para colgar en ellos las ropas mojadas.

Por lo general la entrada de la txabola miraba a oriente. Contaba Arin Dorronsoro que preguntó sobre la orientación de la entrada a un joven pastorcito quien rápidamente y apuntando con la mano a oriente le contestó: «Atakea eguzkiagana begira, jauna» (Señor, la puerta mirando al sol). Sin embargo, no se guardaba siempre esta regla en las txabolas y menos aún en las edificaciones complementarias como cochiqueras y rediles.

Por aquellos años se introdujeron algunas modificaciones que explican la evolución posterior experimentada en las txabolas. Por lo que a su estructura se refiere se dotó a la entrada de un cobertizo, estalpea, que le guardaba del viento y de la lluvia. Esto se conseguía prolongando las paredes laterales unos 80 cm delante de la pared frontal donde estaba la puerta. Asimismo el alero sobresalía 40 cm de la línea de la fachada.

Cuando estos muros salientes se cerraban por delante con una pared frontal provista de puerta el cobertizo se convertía en un local cerrado y la txabola adquiría un nuevo departamento.

También por entonces se ampliaron las dimensiones del catre, kamaiñea, y se entarimó con tabla el piso de la txabola que hasta entonces era de tierra batida.

Cochiquera. Txerritegia. Además de la txabola en la majada se erigían edificios anexos; entre ellos estaba la cochiquera, txerritegia, de construcción más rústica que la txabola. Sus paredes laterales de piedra sin argamasa se elevaban unos 40 cm sobre el suelo. El techo a dos vertientes se formaba colocando una viga sobre la fachada con entrada y la pared zaguera ciega. Esta viga se cruzaba con otras que descendían hasta el suelo. Sobre ellas se ponía una capa de helecho, garoa, que se renovaba cada dos años. En algunos casos se añadía una segunda capa de tepes, zotala.

En el interior de la cochiquera había una artesa, de madera, askea, para el suero y pequeños pesebres, ganbelak. La cochiquera podía instalarse también en una gruta natural, arpea, cuya delantera se cerraba con una pared con puerta.

Eskorta. Nunca faltaba junto a la txabola el cercado de piedra, eskortea, donde se recogían y ordeñaban las ovejas. El cerco se hacía generalmente con una pared de piedra de 80 cm de altura; otras veces con una empalizada o con un seto que era un entresijo de palos y ramas de avellano. Ordinariamente el cerrado se dividía en dos departamentos comunicados entre sí; uno más estrecho, artikuna, destinado al ordeño y otro más amplio en el que se recogen las ovejas después del ordeño.

Borda. Saletxea. La borda, saletxea, era una construcción destinada a albergar el ganado: mayor que la txabola y menor que el caserío podía tener 10 metros de largo por 7 de ancho. El interior se dividía en cuadra, ikullua, provista de pesebres, ganbelak, y estercolero, simaurtegia, y desván.


 
  1. Juan de ARIN DORRONSORO. «Establecimientos humanos y zonas pastoriles. Pueblo de Ataun» in AEF, VII (1927) pp. 1-26. Ignacio AGUIRRE. «Descripción y área del pastoreo en Aya de Ataun» in AEF, XV (1955) pp. 67-85.
  2. ARIN DORRONSORO, «Establecimientos humanos…», cit., pp. 49-50.
  3. Esto suponía un descenso en el número con respecto a una relación de 1786 en la que figuran 30 pastores de Ataun de ellos 15 en las majadas de Agauz.