Aviso a las abejas. «Erletxuak, erletxuak»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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A las abejas se les comunicaba principalmente la muerte del dueño o dueña de la casa y en algunas localidades la de cualquier miembro de la familia. La persona encargada de llevar a cabo el aviso solía ser el heredero, la viuda o viudo, un familiar e incluso un vecino o un amigo. En algunos lugares señalan que de hacerlo un extraño, las abejas le acometerían (Morga-B y Haltsu-L)[1].

Este anuncio parece haber obedecido mayoritariamente a dos razones. En unos casos se decía que así se evitaba la muerte del colmenar. En otras localidades se pensaba que de este modo fabricarían más cera con la que alumbrar la sepultura familiar. En este último caso, el anuncio se convertía en una petición para que incrementasen la producción de cera. No faltan tampoco poblaciones en que ambos motivos se fundían en uno. También se ha constatado la costumbre de que el heredero simplemente comunicase a las abejas el fallecimiento del dueño asegurándoles que en adelante sería él el encargado de su cuidado.

Según opinión de W. Giese, el origen de estos ritos estaría en que el hombre primitivo consideraba a las abejas como almas de los difuntos, por eso tenían que anunciarles la llegada de un alma nueva[2].

Anuncio de la muerte a las abejas. Fuente: Lhande, Pierre. Le Pays Basque à vol d’oiseau. Paris, G. Beauchesne édit., 1925. Fot. Gure Herria.

Pervivencia de la colmena

En Aezkoa, Baztan, Valcarlos (N), Haltsu (L), Donibane-Garazi (BN), así como en Bizkaia y Zuberoa recogió Azkue que, en caso de muerte del dueño o dueña, se les decía a las abejas: Nagusia il da (Ha muerto el amo) o Etxeko andrea il da (Ha muerto el ama). De no hacerlo así se creía que morían éstas[3]. J. M. Satrustegi constató igualmente en Valcarlos (N) que debía serles anunciada la muerte del amo. Una informante indicó que, a la muerte de su esposo, quedaron sin abejas por incumplimiento de este requisito[4].

En Sara (L) uno de los familiares del difunto anunciaba el fallecimiento a las abejas golpeando con la mano la colmena mientras decía: Nagusia hit da (Ha muerto el amo); Etxekoandria hil da (Ha muerto la señora de la casa); Etxeko semia hil da (Ha muerto el hijo de la casa), etc. Se creía que, de no proceder así, les causaba pesadumbre el no habérselo anunciado, damutzen ornen zafo ez erratia, y morían[5]. En Heleta (BN) también se les comunicaba la noticia golpeando con la mano las colmenas y diciéndoles quién había fallecido. De no obrar así se creía que morían[6].

Un informante de Azkaine (L) comenta haber oído decir que para efectuar el anuncio a las abejas se daban algunos golpes en las colmenas con un bastón y se decía: Nausia hil zaiku (Se nos ha muerto el amo). Tiene constancia de que esto aún se hacía en cierto caserío hace unos cuarenta años.

En Baigorri (BN) los informantes recuerdan que se les comunicaba el fallecimiento de alguno de la familia. Uno de ellos concreta que, de no obrar así, éstas morían o partían. Según otro informante la muerte era anunciada por el dueño de la casa a los animales y en particular a las abejas. Conoció el caso de un cabeza de familia que se presentó delante de las colmenas, se quitó la boina e hizo el anuncio respetuosamente.

En Liginaga (Z) era costumbre golpear las colmenas que pertenecían al difunto mientras se les decía a las abejas, estas palabras: Iatzar zite, buruzagia (edo buruzagisa) hil zaizie (Despertad, se os ha muerto el dueño -o la dueña-)[7].

Cuando en Galarreta (A) moría un padre de familia, si ésta poseía abejas debía anunciárseles el fallecimiento de su dueño prometiéndoles que en lo sucesivo cuidarían de ellas lo mejor que pudiesen. Decían que de no proceder así moría todo el colmenar[8].

En Zugarramurdi (N), cuando fallecía el señor o la señora de la casa, un familiar anunciaba la defunción a las abejas golpeando todas las colmenas con el borde romo de la hoja de un cuchillo mientras decía estas palabras: Nausia (edo etxekoandria) hil da (El amo, o la señora de la casa, ha muerto). Entonces las abejas se percataban, iniciando un zumbido estruendoso, mintzaten ornen dire, burrunba batian pasten ornen dire. No procediendo así morían o huían de sus colmenas. Una informante de esta localidad relató que en cierta ocasión vio un enjambre que andaba por unos brezales. Preguntó a un joven que pasaba por el lugar que de dónde provenían, a lo que éste le respondió: Saskoneko nausi zaharra eun hetan hila da eta ez diete abisatu izan erleai, eta ateraiak irain die (Estos días ha muerto el amo viejo de Saskone y no han debido de anunciarlo a las abejas y por eso han debido de huir)[9].

Justo Gárate recoge el caso de un matrimonio de tamberos instalados en Tandil (República Argentina) y procedentes de la localidad navarra de Sumbilla. Al fallecer el marido en 1944 un hijo suyo avisó a las abejas, colmena por colmena, primero con unos golpecitos a cada una para que «despertaran» y después, al oír el zumbido, diciendo: «Su patrón ha muerto». Tenían la creencia de que si los parientes del fallecido no avisaban a las abejas antes del entierro morían todas ellas, de ahí que estando la viuda en Tandil en el entierro del patrón, un hijo del fallecido se encargase de avisar a las abejas. La viuda, a su regreso a casa, repitió la misma operación colmena por colmena. Un sobrino del anterior también efectuó con otros tíos la misma operación tras el fallecimiento de sus patrones de Sumbilla, allá por 1921. Según la citada persona, al morir uno de los patrones, avisó a las colmenas que tenía en la misma casa y omitió comunicárselo a otras que estaban en un lugar distante; éstas últimas murieron todas[10].

Producid más cera. Egizue argizaria

S. Múgica recoge en una publicación de 1920 que aún subsistía en algunos pueblos de Navarra la costumbre de ir a las colmenas de la casa cuando moría el amo o la dueña y golpeándolas con la mano por encima dirigirse a las mismas diciendo:

Erletxuak, erletxuak
egizute argizaia
nagusia il da-ta
bear da elizan argia.

Abejitas, abejitas / elaborad la cera / que el amo es muerto / y la iglesia quiere velas[11].

J. Caro Baroja recogió una versión similar en Bera (N): «Erliak, erliak. Gaur il da etxeko nausia» (Abejas, abejas. Hoy ha muerto el amo de la casa)[12]. También de Bera procede el siguiente dato. Una mujer del barrio llamado Suspela anunció a las abejas la muerte de una amiga suya dando unos golpes a una colmena y diciendo: Etxeko andria il da ta egizu argizeri aunitz, zerura bialtzeko (Ha muerto la señora de la casa y haced mucha cera para enviarla al cielo)[13].

En Eugi (N) los únicos animales domésticos que eran avisados de la muerte de un familiar eran las abejas. Un miembro de la familia se dirigía a las colmenas y les notificaba el fallecimiento «para que fabricaran más cera».

En la aldea de Zulueta, en el Valle de Elorz (N), hay constancia de que la costumbre de avisar a las abejas del fallecimiento del amo de la casa estuvo vigente hasta finales del siglo pasado. En cuanto el cabeza de familia moría, uno de sus hijos, generalmente el primogénito, marchaba vestido con la tradicional capa enlutada a comunicar a las abejas el suceso, diciendo mientras daba suavemente con los nudillos en las colmenas: «¡Abejas, abejas! Ha muerto hoy el amo de la casa». Tanto la voz con que se daba el aviso como los golpes en las colmenas se habían de hacer mesuradamente. Según J. Larráyoz, cuando en 1974 se publicaron estos datos, en algunas zonas de la Montaña navarra aún se conservaba la costumbre de recitar esta fórmula:

Erliak, erliak!
Gaur il da
etxeko nausia.

Según algunos de los que aún la practicaban por la Montaña, servía para pedir a las abejas que produjesen más cantidad de cera para la luminaria que se depositaba sobre la sepultura del difunto. Parece ser que sólo se comunicaba la defunción del amo y no se mencionaba la del resto de la familia[14].

En Aurizperri (Valle de Erro-N)[15], cuando antaño moría una persona de una familia que poseyera abejas, era costumbre avisar a éstas del suceso a fin de que aquel año hiciesen más cera para que ardiese en la sepultura del difunto. Para comunicar el aviso un miembro de la familia acudía al colmenar y golpeaba con las manos las colmenas diciendo olako il dela (que fulano ha muerto)[16].

En Ibero (Olza-N), inmediatamente después de amortajar al dueño de la casa, su esposa se acercaba al colmenar y, a medida que iba cubriendo con paños negros cada colmena, le daba tres golpecitos y repetía estas palabras:

Nagusia il da.
Trabaja zazu argizaie
eztie ez...[17]

(Ha muerto el amo. Produce cera, no miel...).

En Goizueta (N) era normal avisar a las abejas tras el fallecimiento del dueño de la casa. Se tomaba alguna prenda del muerto, se colgaba en una estaca clavada junto al colmenar y se les comunicaba la noticia de este modo: Ave María Purísima. Il zaigu (...) emen uzten dizetet arren soineko puska bat; lan egin dezazute argizeria egiteko (Se nos ha muerto (...) aquí os dejo un trozo de su vestido para que trabajéis haciendo cera). Se decía que obrando así las abejas producían doble cantidad de cera, de lo contrario no se podrían celebrar misas en memoria del difunto al no haber suficiente cera para las velas[18].

En el Goierri guipuzcoano se participaba a las abejas la muerte de una persona diciéndoles emengo nagusia edo etxekoandrea il dala, ta aren animarentzako lan egiteko (que ha muerto el dueño o la señora de aquí (de esta casa) y que trabajen en favor de su alma)[19].

Un informante de Napal (Romanzado-N) recuerda que en tiempos pasados existió la costumbre de comunicar a las abejas la noticia de la muerte de un miembro de la familia: «Abejitas: ha muerto el amo (o la dueña, o tal miembro de la familia). Haced mucha cera para su sepultura»[20].

En Donoztiri (BN) las abejas eran consideradas como animales sagrados que tenían lazos particulares con la familia a quien pertenecían. Se creía que guiadas por su reina, erleaindderia o señora de las abejas, tomaban parte en el duelo de sus dueños a consecuencia de la muerte de algún familiar de éstos y, con tal ocasión, producían el doble de miel y sobre todo de cera para alumbrar la sepultura del difunto. Por eso, al ocurrir alguna defunción en la casa había que anunciarla a las abejas golpeando suavemente las colmenas con la mano. Al hablar con ellas, como cuando se les invitaba a entrar en una colmena nueva, se empleaba el tratamiento de aindderia, señora[21].

En Iholdi (BN) se anunciaba a las abejas de la casa la muerte de un familiar diciendo: Iatzar adi, nausi hil duk (Despiértate, el amo ha muerto), mientras se golpeaba la colmena con la mano. Las abejas eran consideradas aquí, como en la localidad anterior, animales sagrados. Se creía igualmente que producían el doble de miel durante un año tras la muerte de alguno de los miembros de la familia si este hecho se les anunciaba a tiempo diciéndoselo de palabra y golpeando suavemente la colmena[22].

En Elorriaga (A), cuando moría un miembro de la familia, se encendían dos velas a las colmenas y pegando tres golpes en cada una se les rogaba que ese año hiciesen más cera que de costumbre para el difunto[23].

En Gamboa (A) queda el recuerdo de un informante de Landa cuyos abuelos paternos, procedentes de las localidades guipuzcoanas de Ataun y Bergara, le llegaron a contar que cuando alguien moría, uno de la casa del fallecido acudía al colmenar y pedía a las abejas que hicieran más cera para fabricar velas para la sepultura. Los descendientes de un caserío de Nanclares de Gamboa recuerdan también que su madre, procedente de la localidad alavesa de Elosu, al morir el dueño de las abejas que había en el caserío y que ellos cuidaban, les avisó del óbito dando unos golpecitos en cada cuezo y diciendo Uzaba hil da (El amo ha muerto).

En Zerain (G), a principios de siglo cuando alguien moría en la casa, el dueño de la misma, etxeko jauna, iba al colmenar y golpeando suavemente una colmena decía: Lan egin, lan egin, etxeko... (il zana aitatu) joan da eta argizaie bear degu (Trabajad, trabajad, que ha muerto (nombre del muerto) de esta casa y necesitamos cera). Si el fallecido era el dueño de la casa, tras repetir las anteriores palabras, se añadía: Nagusi zaarra il da eta orain nerekin bizi bear dezue (Ha muerto el dueño anciano y ahora os toca vivir conmigo); o también: Lana in lana, nagusie il da eta argizaie bear degu (Trabajad, trabajad, ha muerto el dueño y necesitamos cera). En los años noventa ya se ha perdido la costumbre de comunicar la muerte a las abejas aunque permanece vivo el recuerdo de esta práctica entre los de más edad.

En Beasain (G) no se recuerda que se cubrieran las colmenas pero se tiene oído que antaño sí, e incluso que se les comunicaba el fallecimiento de viva voz invitándoles a trabajar de firme para que produjesen más cera.

Pedir cera y evitar la muerte de las abejas

En algunas localidades se halla entremezclada la creencia de que se debe dar anuncio a las abejas para evitar su muerte y la petición de que hagan más cera.

En el valle de Arce (N), cuando acontecía la muerte de un miembro de la familia, era obligado avisar del suceso a las abejas de la casa. Para ello se golpeaba la colmena y se decía: «Ha muerto 'fulano', haced cera para los muertos y miel para los vivos». Era creencia que, si no se les avisaba, las abejas morían. Otros lo interpretaban como un aviso para provocar una mayor producción de cera a la vista de los oficios religiosos propios de los funerales[24].

En Maya (Baztan-N), cuando moría uno de la familia y en la casa había abejas, se tomaban dos piedras, una en cada mano, se daban dos golpes con las mismas y se les decía: Erliak, zuen jabeetarik bat il da: egin zazue obra on bat (Abejas, ha muerto uno de vuestros amos: haced una obra buena [cera]). Pensaban que si no se les avisaba morían, como cuentan que una vez ocurrió[25].

En Ziga (Baztan-N) se anunciaba también la muerte a las abejas pues de no hacerlo decían que morían. La noticia la daba alguno de la familia de la siguiente forma: primeramente propinaba unos golpecitos con el puño cerrado en cada una de las colmenas y después decía: Erliak! Etxeko nausie il da... Argizeri intzazue, berei argitzeko! (Abejas, vuestro amo ha fallecido. Elaborad cera para alumbrarle)[26].

En Irurita (Baztan-N), cuando moría uno de la familia, se iba a una colmena y se le daban tres golpes diciendo: Bat gan duk. Intzak iñelak argiterarendako (Se ha ido uno [de la casa]. Haz todo lo posible para iluminarle). Si no, se morían todas las colmenas[27].

En Ataun (G), para anunciar la muerte de una persona a las abejas de la familia, iba uno al colmenar, golpeaba con la mano la tapa de la colmena y rezaba un Padrenuestro. Después repetía la operación en las demás colmenas. Haciéndolo así las abejas producían doble cantidad de cera aquel año para que ardiese en sufragio del difunto; no haciéndolo, morían todas dentro del año. Así decían que ocurrió en Urrutsua, por haber descuidado esta práctica cuando murió una mujer de aquel caserío[28].

A continuación recogemos el caso particular de Aria (N). En esta población la persona encargada de comunicar el fallecimiento a las abejas era cualquier mujer que tuviera algún parentesco con el difunto. Las fórmulas que se empleaban para tal ocasión eran diversas.

  • Andreak etxean hila bada, egin zazie eztia ta argizaria (Señoras, puesto que hay un muerto en la casa, haced miel y cera).
  • Etxeko animak fan dira ta egin zazie argizari harendako (Se han ido las almas de casa, haced cera para ellas).
  • Hil duk familiko bat eta behar duk argizaria egin urte guzirako (Se ha muerto un familiar y tienes que hacer cera. Haz suficiente para todo el ario).
  • Aita hil zaigu eta harek lagundu beharrian, lagunduko dugu guk (Se nos ha muerto el padre, en su lugar ayudaremos nosotros).

Según dicen, estas frases debían ser pronunciadas con una entonación suave y cariñosa. Algunos informantes cuentan que esta costumbre se debía a la creencia de que, si no se les informaba, se irían del colmenar; incluso añaden: Bertzenaz desgrazia etortzen da (Si no se les avisa viene una desgracia).

La muerte del dueño. Nagusia hil da

De algunas localidades solamente se tiene constancia de la costumbre de comunicar a las abejas la muerte del dueño, sin precisar cuál era la finalidad de tal acto.

En Gorozika (B), cuando en una casa moría alguien, aunque no fuese ni el amo ni el ama, solían decir a un vecino o a un amigo: Erleen bearra egizu (Cumple el deber de las abejas). Este, yendo a las abejas y quitando la cubierta de una colmena, decía en voz baja: Urlia il da (Fulano ha muerto). El colmenar solía estar descubierto durante una novena entera y el mismo comisionado iba después a cubrirlo. Algunos ponían junto al mismo algún signo de luto[29].

En Irun (G), cuando moría uno de la casa, ya fuese niño o persona mayor, el señor de la misma, buruzaria, iba al colmenar y golpeaba por tres veces una colmena con las puntas de los dedos y repetía también tres veces: Maria, Marea, Maria. Iltzaigu nagusia (edo eroziñ) eta ez joan zu emendik (María, María, María. Se nos ha muerto el amo [o cualquier otra persona] y no te vayas de aquí)[30].

En Haltsu (L) se daban tres golpecitos en la colmena y se decía: Etxeko andrea hil duk (Ha muerto el ama de casa)[31]. En Getaria (G): Nagusia il da baina segi lanean (Ha muerto el amo, pero seguid trabajando).

En Gamarte (BN), igualmente, cuando moría el patrón de la casa se anunciaba la noticia a las abejas tras dar unos golpecitos sobre las colmenas.

En Izpura (BN) era el primer vecino quien comunicaba la defunción para lo cual golpeaba con el dedo las colmenas y les decía: Zuen nagusia hil da (Vuestro patrón ha muerto).

En Lekunberri (BN) también se consideraba necesario advertir a estos animales de la muerte de alguno de la casa.

El nuevo dueño. Nagusia ezagutu

En algunas localidades existió la costumbre de que el heredero se encargase de comunicarles a las abejas la muerte del dueño indicándoles que a partir de entonces lo sería él.

En Oñate (G), cuando moría el dueño, su heredero debía ir al colmenar y abriendo una de las tapas de la colmena, comunicar a las abejas el fallecimiento y su situación como heredero del difunto[32].

En Zegama (G) la muerte se anunciaba a las abejas diciéndoles Jaune ill dek eta eizue lan ari argi eiteko (El señor ha muerto y trabajad para alumbrarle); este anuncio lo ejecutaba el heredero de la casa a la vez que golpeaba con la mano en la colmena. También se empleaba esta otra fórmula: Nausie ill dek eta ni nausi ezautu bear nazue, zuek aaleiñe eizue ta nik aaleiñe eingo' izuet (El amo ha muerto y reconocedme a mí por amo, vosotras trabajad lo posible y yo os ayudaré lo posible)[33].

En Oiartzun (G) se les comunicaba el fallecimiento del amo así como el nombre del heredero, de lo contrario se creía que morían o desaparecían[34].

En Ezkurra (N) se decía delante de las colmenas que había muerto su amo o la etxekoandra y que en adelante reconociesen o aceptasen al heredero. Al mismo tiempo colocaban una vela encendida[35].

En Aranaz (N) también se comunicaba la muerte del señor de la casa a las abejas. Peña Santiago recoge el caso de cierta persona que les comunicó la muerte de su amo anunciándoles que a partir de aquel momento él sería el nuevo dueño[36].

En Oragarre (BN) el interesado, a la vez que golpeaba la colmena, les advertía que el amo había muerto y que él era el nuevo[37].

Marcas de duelo. Lutoa jantzi

Hasta aquí se han recogido varios procedimientos para comunicar una muerte a las abejas. Todos ellos tienen en común el recitado de una frase o estrofa ritual, si bien en numerosas ocasiones este acto va acompañado de otros como propinar algunos golpecitos a las colmenas o colocarles una prenda negra en señal de luto. En algunas localidades se acostumbraba practicar sólo este tipo de actos, sin que se haya recogido que mediase ningún aviso o petición.

En Ziortza (B), si la familia del difunto poseía abejas, colocaban un paño negro encima de una colmena o sobre un madero del colmenar. Los aldeanos llamaban a este acto lutoa jantzi, esto es, vestirlas de luto. De no hacerlo así, morían[38].

Recuerda un informante de Bermeo (B) que en su caserío, a principios de siglo, cuando moría alguno de la familia el abuelo colocaba un lazo negro a las colmenas en señal de luto. Según añade, de no hacer esto las abejas morirían como alguna vez les ocurrió. Esta costumbre se mantuvo hasta el fallecimiento del abuelo en los anos treinta.

En Meñaka (B), a la muerte de una persona de la familia, colocaban sobre una de las colmenas un trapo negro en señal de luto. En cierta ocasión, tras la muerte de un anciano, sus familiares no tuvieron cuidado de enlutar la colmena que tenían, notaron que el enjambre se iba extinguiendo y entonces se percataron de su olvido y al punto colocaron sobre ésta un paño negro[39].

En Zunharreta (Z) se cubría cada colmena con un velo negro y se dejaba durante veinticuatro horas, pero de tal manera que las abejas pudiesen salir y entrar.

Cuando en Artica (Ansoain-N) moría uno de la familia se dejaba encima de la caja de las abejas una prenda del difunto[40].

En Bedia (B), simplemente, se abría la tapa posterior de la colmena, de lo contrario morían[41].

Algo similar se hacía en Amorebieta Etxano (B). A un informante de un caserío de esta localidad se le murió un hermano Tenían una colmena junto a la casa y a ninguno de la familia se le ocurrió avisar a las abejas del fallecimiento de uno de sus propietarios. Al día siguiente o a los dos días, cuando fueron a verlas, se encontraron con que el enjambre había muerto. El familiar del difunto que contaba el hecho explicaba que esto ocurrió porque no les abrieron uno de los agujeros como era costumbre cuando ocurría un fallecimiento en la casa.

Según una informante de Santa-Grazi (Z) cuando moría alguien se sacudía la colmena. Recordaba haberlo hecho ella misma[42].


 
  1. Resurrección María de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 430.
  2. Wilhelm GIESE. «Notas sobre abejas y apicultura en el País Vasco» in Eusko Yakintza, III (1949) pp. 377-378. En este artículo se recogen numerosas referencias sobre la amplia extensión de este rito más allá de nuestras fronteras.
  3. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 430.
  4. José María SATRUSTEGI. «El Grupo Doméstico de Valcarlos» in CEEN, I (1969) p. 184.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 117.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. «Notas sueltas para un estudio de la vida popular en Heleta» in AEF, XXXIV (1987) p. 70.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. «Materiales para un estudio del pueblo vasco: en Liginaga (Laguinge)» in Ikuska, II (1948) p. 34.
  8. AEF, III (1923) pp. 54-55.
  9. José Miguel de BARANDIARAN. "De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones" in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 329.
  10. Justo GARATE. «La muerte del patrón y las abejas» in BRSBAP, III (1947) p. 545.
  11. Serapio MUGICA. «Bueyes y carneros en los entierros» in RIEV, XI (1920) p. 103.
  12. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid, 1944, p. 272.
  13. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 431.
  14. Javier LARRAYOZ. "Encuesta etnográfica del Valle de Elorz" in CEEN, XVI (1974) pp. 82-83.
  15. Auritz-berri, nombre euskérico de Espinal (Valle de Erro-N).
  16. José Miguel de BARANDIARAN. «Pueblo de Aurizperri (Espinal). Los establecimientos humanos y las condiciones naturales» in AEF, V (1926) p. 10.
  17. APD. Cuad. 7, ficha 751.
  18. Juan ORMAZABAL. «Datos para un estudio de la medicina popular en Goizueta (Navarra)» in AEF, XXV (1973-1974) p. 382.
  19. AEF, III (1923) p. 99.
  20. José de CRUCHAGA. «Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraul Bajo», in CEEN, II (1970) p. 218.
  21. José Miguel de BARANDIARAN. "Rasgos de la vida popular de Dohozti" in OO.CC. Tomo IV. Bilbao, 1974, p. 90.
  22. José Miguel de BARANDIARAN. «Para un estudio de Iholdy. Notas preliminares» in Cuadernos de Sección. Antropología-EtnografÍa, V [1987] pp. 102 y 108.
  23. APD. Cuad. 1, ficha 102.
  24. Mikel ARANBURU. «Folklore festivo en el Valle de Arce» in CEEN, XXI (1989) p. 374.
  25. APD. Cuad. 1, ficha 2.
  26. AEF, III (1923) pp. 129-130.
  27. APD. Cuad. 4, ficha 437.
  28. AEF, III (1923) p. 126.
  29. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 430.
  30. Nicolás ALZOLA. «Personen bizitzari buruz ale batzuk, Irunen» in AEF XXI (1965-1966) p. 9.
  31. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 430.
  32. José A. LIZARRALDE. «Villa de Oñate» in AEF, VII (1927) p. 93.
  33. AEF, III (1923) p. 108.
  34. AEF, III (1923) p. 88.
  35. José Miguel de BARANDIARAN. "Contribución al estudio etnográfico del Pueblo de Ezkurra. Notas iniciales" in AEF, XXXV (1988) p. 59.
  36. Luis Pedro PEÑA SANTIAGO. Fiestas, costumbres y leyendas de Navarra. San Sebastián, [1984], p. 101.
  37. APD. Cuad. 7, ficha 705.
  38. AEF, III (1923) p. 23.
  39. AEF, III (1923) p. 32.
  40. APD. Cuad. 1, ficha 7.
  41. AEF, III (1923) p. 14.
  42. APD. Cuad. 7, ficha 687.