XXI. CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En el País Vasco peninsular la costumbre de visitar el cementerio no ha estado generalizada en tiempos pasados y menos la de llevar flores a las tumbas; en un buen número de localidades ni siquiera los dos primeros días de noviembre. Las prácticas religiosas en las que se recordaba a los muertos se celebraban normalmente sobre las sepulturas simbólicas de la iglesia y las ofrendas más comunes solían consistir en panes y luces. En el País Vasco continental la disposición aneja del cementerio a la iglesia en muchas poblaciones ha contribuido a que haya existido una mayor tradición de visitar este recinto a lo largo del año. Quizá ha sido ésta la razón por la que en los territorios del norte las festividades de Todos los Santos y de Difuntos no han destacado tanto.

La rememoración de los difuntos se manifiesta también en circunstancias cotidianas ya que siempre se ha tenido presentes a las ánimas en el transcurrir de la vida diaria. Normalmente en las oraciones domésticas se rezaba por los difuntos de la casa, por las ánimas del purgatorio y si se daba la circunstancia, por quien hubiese fallecido ese mismo día.